Ansiedad: cómo controlarla

Escrito por:

Begoña Fernández Seco

Psicóloga

Publicado el: 06/03/2017
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Entre los trastornos de salud mental, los problemas de ansiedad son, junto con los trastornos del estado de ánimo, los que cuentan con una mayor prevalencia hoy en día en España.

La estadística está en torno al 15 por ciento siendo más alta la frecuencia en mujeres que en hombres. Se calcula que casi la mitad de las consultas de atención primaria están vinculadas con algún problema relacionado con la salud mental. Es decir, interfiere con la calidad de vida, la salud en general, el trabajo y las relaciones interpersonales.

En general, si el paciente acude tan sólo a la atención primaria de su centro de salud, el tratamiento aplicado será el farmacológico, que ayuda a reducir los síntomas pero mantiene el problema en el tiempo, pudiendo crear otros problemas asociados, como la dependencia al fármaco en cuestión. Por ello, es de vital importancia que el paciente aprenda a controlar su ansiedad con otros métodos más efectivos a medio y largo plazo.

Un buen diagnóstico es importante a la hora de tratar este problema, por lo que es necesario que el paciente contacte con un especialista en Psicología

 

Causas y síntomas de la ansiedad

Existen diversos factores biológicos que pueden predisponer a una persona a sufrir un trastorno de ansiedad, así como el consumo de ciertas drogas o fármacos.

En el cerebro existe una zona llamada amígdala que, cuando se activa o tiene un mal funcionamiento, produce ansiedad. Aun así, no está claro si la amígdala se activa por causas internas o es lo externo lo que provoca la alteración de la misma.

Considerando que la ansiedad es una respuesta del cuerpo ante una percepción de amenaza o peligro, se puede deducir que los síntomas de ansiedad aparecen cuando el paciente percibe dicha amenaza o peligro en su entorno.

Es importante señalar que este sistema de alerta que tiene el organismo es necesario para la supervivencia y, por tanto, la ansiedad no sólo no es mala sino que se hace imprescindible para sobrevivir.

El problema radica en que, cuando esta activación del organismo es desproporcionada a la situación a la que el paciente se enfrenta, la intensidad y la duración de los síntomas son muy altas. Es ahí cuando resulta molesta para el paciente o, en casos más graves, incapacitante, bien por no saber por qué está tan activo fisiológicamente o bien por no saber cómo reducir los síntomas.

La principal causa que desencadena un episodio de ansiedad se da cuando el paciente percibe que se encuentra ante una amenaza de pérdida de algo bueno para él o ante la posibilidad de perderlo. También cuando, no habiendo nada que justifique que puede perder algo, se aferra a lo bueno que tiene, pensando que su felicidad depende de ello.

Esta amenaza de pérdida hace que el cuerpo, fisiológicamente, se prepare para la lucha o la huida, como si de un peligro real se tratara y es en ese momento, cuando los síntomas corporales se ponen a funcionar causando, en algunos casos, una sensación de miedo. Es lo que se conoce como miedo al miedo.

Ansiedad: prevención

Se puede prevenir que los síntomas de ansiedad alcancen niveles de intensidad alta y que, por tanto, impidan al paciente actuar de forma óptima.

Para conseguir un mayor control sobre las respuestas corporales y, por tanto, que la ansiedad no resulte incapacitante, es necesario saber ante qué situaciones se dispara la ansiedad y cómo se ha actuado en el pasado para que se mantuviese el problema.

Cuando se hay identificado el problema a nivel cognitivo, emocional y conductual, se utilizarán las técnicas más convenientes para reducir los niveles de ansiedad.

 

Tratamiento de la ansiedad

Los tratamientos destinados a reducir los niveles de ansiedad son los que más investigaciones han destinado en los últimos años.

Los principales tratamientos se dividen en tres niveles:

 

Nivel cognitivo: Darse cuenta de cómo funciona la mente a nivel de pensamientos antes, durante y después de un episodio de ansiedad. Modificar los pensamientos catastrofistas que el paciente tiene acerca de lo que sucede, por otros más realistas y adecuados. También se utiliza la reestructuración cognitiva para cambiar los pensamientos y el significado que el paciente da a lo que le sucede. Esta ha resultado ser una de las técnicas estrella para este tipo de trastornos.
  Nivel emocional: Las técnicas de relajación y respiración, junto con el mindfulness son muy efectivos para reducir el nivel de activación corporal, y, a su vez, reducir el nivel de activación mental. No hay que olvidar que cuerpo y mente van unidos.
  Nivel conductual: En este nivel se emplean técnicas de exposición a situaciones temidas, ya que una de las causas del mantenimiento del problema es la evitación o escape de las situaciones a las que el paciente teme.
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