Una contractura muscular es, como su nombre indica, una contracción del músculo. Esta contracción de músculo o alguna de sus fibras es continuada e involuntaria, provocando que el músculo esté en constante tensión.
Esta lesión es bastante común, no solo entre deportista, y puede impedir hacer gestos con normalidad y sin dolor. Es importante saber identificar las contracturas musculares, diferenciarlas de otras lesiones y poner remedio.
Las contracturas musculares pueden distinguirse según su origen:
Durante el esfuerzo: Mientras realizamos ejercicio físico el cuerpo metaboliza sustancias activas y produce el movimiento, pasando a ser sustancias de deshecho o inactivas (metabolitos). Si el esfuerzo es excesivo, por dureza o por falta de entrenamiento, el organismo no depura los metabolitos en el torrente sanguíneo y se produce dolor e inflamación
Posterior al esfuerzo: El músculo es incapaz de volver al estado de reposo. A veces ocurre que, después del ejercicio intenso, si el músculo ha sido sometido a gran trabajo, no es capaz de volver al estado de relajación.
Residuales: Cuando hay una lesión grave, la musculatura que la rodea tiende a contraerse como protección. Esto que hace que, aunque esté curada la lesión principal, los músculos de alrededor queden contracturados.
Pronóstico de la enfermedad
Se trata de una lesión poco grave pero molesta que puede empeorar si no se trata debidamente. Si se retrasa excesivamente puede ser muy complicado recuperar el rango de movimiento normal.
Síntomas de la contractura muscular
Normalmente el músculo se contrae y se distiende pero, en determinados casos, el músculo no se relaja y sigue contraído, manteniéndose la zona dura e hinchada. Los síntomas, por lo tanto, son un abultamiento de la región al tacto, conocido como “nudo”.
Síntomas habituales son el dolor y la limitación del movimiento, con mayores limitaciones según la gravedad de la lesión. Por lo tanto, podemos distinguir estos cuatro síntomas:
Dolor y rigidez articular y muscular
Movimientos reducidos
Debilidad muscular
Uso limitado de la zona afectada
Pruebas médicas para la contractura muscular
El diagnostico se basa en la palpación del músculo afectado, para detectar posibles abultamientos o áreas con mayor tensión. Al desplazar los dedos se intenta detectar un punto con mayor resistencia, donde las fibras musculares están contraídas.
Además también se valorará si existe dolor en la zona, lo cual confirmará la presencia de una contractura. Otro método consiste en probar la movilidad del músculo afectado, partiendo con la referencia del músculo del lado opuesto.
En determinados casos, se puede realizar una radiografíade la zona afectada por el dolor para descartar una fractura.
¿Cuáles son las causas de la contractura muscular?
Las contracturas musculares suelen aparecer cuando el músculo hace una actividad inapropiada, en intensidad o función. Así, puede ocurrir cuando levantamos demasiado peso o cuando realizamos un esfuerzo mantenido en el tiempo, por ejemplo. Algunas de las principales causas son:
Frío: ante el frío ambiental o la solicitación muscular, si no se realiza un calentamiento adecuado puede generar una contractura.
Sobreesfuerzo: ya mencionado, si exigimos una intensidad repentina o durante un tiempo prolongado sin descanso se puede producir la lesión. También en casos de posturas inadecuadas durante un tiempo prolongado. Las personas sedentarias son más propensas a sufrir una contractura debido a que el músculo no está preparado, al igual que los deportistas si no se preparan adecuadamente.
Estrés emocional debido a la tensión acumulada.
Deshidratación: la falta de agua u otros componentes como el magnesio, la glucosa o el potasio aumentan las probabilidades de sufrir una contractura, ya que son elementos importantes para el correcto funcionamiento de los músculos.
Edad avanzada: las personas mayores pierden elasticidad y son más propensas a esta clase de lesiones.
¿Se puede prevenir?
Siempre se deberían prevenir las contracturas musculares realizando un buen calentamiento, previo al ejercicio físico, para preparar el músculo. También es útil hacer una programación progresiva de intensidad del ejercicio (de menos a más). Asimismo, un buen trabajo de flexibilidad evitará las contracciones musculares, al mejorar la distensión y recuperación del músculo tras el ejercicio.
Otras recomendaciones a tener en cuenta son las siguientes:
Evitar movimientos repetitivos: si no es posible, por trabajo u otros motivos, se recomienda parar cada dos horas para realizar estiramientos durante cinco minutos en la zona más afectada por la repetición.
Mantener una correcta postura y disponer de un buen material de trabajo (silla, colchón, etc.).
Correcta higiene muscular: hábitos como los masajes o la aplicación del calor son positivos para los músculos, que además de curar lesiones sirven para prevenir nuevas apariciones.
Tratamientos para la contractura muscular
No se recomienda tratar las contracturas musculares por uno mismo, ya que los masajes que hagamos o los medicamentos que tomemos pueden ser inapropiados. Se aconseja acudir al esoecialista para que pueda clasificar la contractura y realizar el tratamiento más adecuado:
Miorelajantes y antiinflamatorios: son fármacos que relajan la musculatura y reducen la contracción. Son útiles cuando el dolor es muy fuerte, pero siempre deben estar prescritos por el médico.
Calor local: consigue la relajación del músculo y tiene efecto analgésico.
Masajes: siempre deben llevarse a cabo por expertos porque, en caso contrario, las consecuencias pueden ser peores. El masaje aumenta el flujo sanguíneo, lo cual mejora la recuperación de los tejidos y limpia de metabolitos, además de relajar el músculo y reducir el dolor.
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