Un test para conocer nuestros límites

Escrito por:

Dr. Angel Bigas Bonamusa

Médico del deporte

Publicado el: 29/07/2014
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La prueba de esfuerzo es un test que determina el estado de salud cardiológica de un individuo, ya sea deportista o no. Mediante la colocación de unos electrodos repartidos por el tórax, se estudia el potencial cardíaco, la capacidad física y el nivel de entrenamiento del paciente y sus correspondientes posibilidades de cara a la competición. Estos electrodos registran la actividad cardíaca o el pulso, realizando de manera continua un electrocardiograma.

La prueba se realiza sobre una cinta de correr, que incrementa su velocidad de forma progresiva hasta que la resistencia del sujeto llega al máximo. Cabe remarcar que antes de realizar la prueba de esfuerzo se le debe realizar al paciente una exploración física y valorar su historial clínico para comprobar si anteriormente hubo enfermedades, sus hábitos alimenticios, etc.

 

Valoración de la prueba de esfuerzo

Con la realización de la prueba de esfuerzo se valora el nivel de adaptación cardiovascular al ejercicio. Mediante una mascarilla se mide también el oxígeno que el paciente toma, mientras que el pulso se determina mediante los ‘Umbrales’, unos parámetros médicos que determinan la medida del consumo de oxígeno. Con estos valores numéricos podremos conocer la cantidad máxima que nuestro cuerpo puede aprovechar en un esfuerzo de intensidad elevada.

Como se ha indicado anteriormente, tanto los corredores habituales como el paciente que no hace deporte o incluso el sedentario pueden someterse a este test. La prueba a los deportistas indicará las frecuencias cardíacas a las cuales deben hacer las distintas fases de entrenamiento, mientras que para los no deportistas será más valiosa si cabe. En el caso de estos, se conocerá el estado de salud real del paciente, lo que ayudará a prevenir enfermedades.

 

Cómo preparar la prueba de esfuerzo

El paciente debe llegar bien descansado para ponerse a prueba. Las recomendaciones son no hacer un entrenamiento intenso durante las 24 horas previas, y presentarse sin haber ingerido nada durante las dos horas y media antes de realizarse la prueba. Suprimir la medicación del día anterior es importante también, pues ayudará a no falsear el resultado final de la prueba de esfuerzo.

 

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