Tratamientos contra el cáncer

Escrito por:

Dr. Vicente Guillem Porta

Oncólogo Médico

Publicado el: 12/06/2015
Editado por:


Hay 100 fármacos comercializados y 3.000 se encuentran en fase de desarrollo e investigación

Para luchar contra el cáncer, la oncología médica dispone en la actualidad de múltiples armas terapéuticas. Dos de ellas, cirugía y radioterapia, actúan a nivel local y son empleadas fundamentalmente en estadios precoces de la enfermedad y otra, la quimioterapia, actúa a nivel sistémico y se emplea fundamentalmente cuando la enfermedad está extendida. El tratamiento utilizado puede ser distinto para cada cáncer y depende de un gran número de factores incluyendo el tipo de tumor, la localización y la extensión de la enfermedad, así como del estado de salud del paciente. Sin embargo, cada día más se utilizan tratamientos combinados entre estos tres métodos para combatir el cáncer.

• Radioterapia: Es el uso de la radiación para matar a las células cancerígenas al dañarlas con rayos de alta energía.
• Quimioterapia: El término se refiere a una gran variedad de fármacos usados para tratar el cáncer. Estos fármacos funcionan al dañar las células cancerígenas impidiendo su división. Sin embargo, todos los fármacos utilizados para tratar el cáncer no son citostaticos, y así tenemos también:
• Fármacos hormonales, ya que algunos tumores mantienen una dependencia a las hormonas para su crecimiento.
• Fármacos antidiana, que actúan inhibiendo aquellas moléculas necesarias para que crezca el tumor.
• Vacunas cuyo propósito es estimular las defensas del cuerpo para que actúen contra el cáncer. Actualmente, están comercializados mas de 100 fármacos para tratar el cáncer y el número de fármacos que se encuentran en fase de desarrollo e investigación es de alrededor de 3.000. Lamentablemente, la quimioterapia no solo actúa sobre la célula cancerosa, sino que también ataca a aquellas células normales que estén en proceso de división celular, y por eso se producen una serie de efectos secundarios indeseables que pueden afectar, en mayor o menor grado, a todos los órganos. Entre ellos, los más frecuentes son: náuseas y vómitos, alopecia, alteraciones de la sangre, mucositis, diarrea, alteraciones neurológicas, insuficiencia cardiaca, pulmonar o hepática, esterilidad, etc. Afortunadamente, estos efectos no se dan en todos los casos y no siempre son graves. Además, la mayoría de efectos secundarios se pueden prevenir con tratamiento, son reversibles y se suelen recuperar de forma rápida.

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