Rizartrosis: sufrir artrosis en el pulgar

Escrito por: Dr. Xavier Casanova Canals
Publicado:
Editado por: Patricia Fernández Ramos

La rizartrosis o artrosis de la articulación trapeciometacarpiana (TMC) es el desgaste y la desestructuración de la articulación de la base del pulgar. Es una patología que se presenta de forma muy frecuente en la población adulta, sobre todo en mujeres a partir de los 50 años de edad.

 

Causas de rizartrosis

 

La morfología de esta articulación le confiere una gran movilidad en todos los ejes del espacio (flexión, extensión, abducción, aducción y oposición), lo cual es indispensable para poder desarrollar todas las funciones manuales que requieren en nuestras actividades. La demanda funcional constante de esta articulación genera cargas mecánicas continuas, las cuales son mayores cuanto más esfuerzo manual se realiza. Las presiones ejercidas sobre sus superficies articulares son el factor ambiental que favorece el desgaste de su recubrimiento cartilaginoso con el paso de los años, y por eso existe una clara relación directa con el tipo de actividad que se realiza a lo largo la vida. Por ejemplo, una persona que en su puesto de trabajo tiene que realizar de forma repetitiva una pinza entre índice y pulgar de forma sostenida o repetitiva probablemente con los años su articulación evolucionará a la rizartrosis.

También existe un factor genético que predispone a su desarrollo, y por ello la rizartrosis también se presenta en personas que nunca han trabajado realizando esfuerzos o actividades repetitivas con las manos.

La desaparición progresiva del cartílago articular provoca una respuesta inflamatoria crónica local propia de la artrosis tanto en el hueso subcondral como en la membrana sinovial que envuelve las articulaciones, provocando la aparición del dolor artrósico.

 

Síntomas de artrosis en el pulgar

 

La rizartrosis se presenta con dolor en el margen radial de la muñeca sobre la articulación TMC. En los inicios el dolor se asocia a determinados esfuerzos y/o movimientos del pulgar aunque posteriormente puede existir incluso en reposo e interrumpir el sueño.

Progresivamente se instaura una deformidad ósea en la base del pulgar que asocia una rigidez e hinchazón local limitantes. La percepción de rigidez y la hinchazón local suelen empeorar con la intensidad de las actividades manuales realizadas.

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La rizartrosis afecta a la articulación progresivamente con síntomas de dolor, hinchazón y deformidad
 

 

Opciones de tratamiento para la rizartrosis

 

La primera estrategia terapéutica para controlar el dolor es el uso de medicación analgésica y antinflamatoria por vía oral. El uso de férulas específicas para la inmovilización de la articulación TMC suele favorecer el control del dolor, e inicialmente puede ser útil usarlas durante el descanso nocturno.

La infiltración dentro de la articulación de corticoides es una alternativa que ofrece buenos resultados en cuanto al control del dolor durante periodos de tiempo variables, por lo que se puede plantear como el segundo escalón terapéutico. También se pueden realizar infiltraciones articulares de ácido hialurónico como paso previo a tratamientos más agresivos.

Cuando el dolor y la limitación funcional que experimenta el paciente interfieren en el desarrollo de las actividades diarias, a pesar de haber realizado los tratamientos referidos debe plantearse el tratamiento quirúrgico. La cirugía comprende un amplio abanico de alternativas, que de forma resumida y de técnicas menos a más invasivas consisten en:

  • Tratamiento artroscópico en estadios iniciales (limpieza y desbridamiento articular)
  • Extirpación de una parte del hueso trapecio (por cirugía abierta o artroscópica)
  • Extirpación total del trapecio con o sin la interposición de un tendón o de un espaciador protésico
  • Extirpación del trapecio con la realización de una reconstrucción ligamentosa con un tendón
  • Interposición de una prótesis total articular

 

Resultado de la cirugía por rizartrosis

 

Las técnicas quirúrgicas tienen en general un resultado favorable para el control del dolor y la recuperación de la movilidad del pulgar. Se puede realizar con una incisión de entre 3 y 4 cm de longitud. En pacientes más jóvenes que necesiten una recuperación funcional más rápida y evitar una pérdida de fuerza en el pulgar se recomienda el uso de una prótesis total.

La elección de la técnica quirúrgica que cada paciente necesita en su articulación TMC depende, a grandes rasgos, de su edad, del grado de artrosis en la radiografía, de la deformidad ósea existente, del nivel funcional requerido y de la coexistencia de otras enfermedades. Por tanto, es imprescindible una evaluación personalizada de cada caso por parte del especialista traumatólogo, así como planear el tratamiento quirúrgico de forma individualizada en función de la situación de cada paciente.

Por Dr. Xavier Casanova Canals
Traumatología

El Dr. Xavier Casanova Canals, coordinador del grupo Atles, está especializado en Cirugía de la Extremidad Superior y en la Cirugía Artroscópica y del Deporte. Su actividad quirúrgica está centrada en el tratamiento de las lesiones que afectan el hombro, el codo y la mano, mediante técnicas abiertas y artroscópicas. También utiliza la microcirugía para el tratamiento de aquellas lesiones del nervio periférico que lo requieran. Cuenta con una amplia experiencia en el tratamiento quirúrgico de lesiones deportivas, tanto de la extremidad superior como de la rodilla, entre ellas la reconstrucción de las lesiones de los ligamentos cruzados. Actualmente es también consultor de diferentes mutuas de accidentes de trabajo y del centro de alto rendimiento deportivo Cenit. A nivel académico, es doctorado del Departamento de Anatomía y Ciencias Morfológicas de la Universitat Autònoma de Barcelona.

 

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