¿Por qué duelen las muelas del juicio?

Escrito por:

Dr. Eduardo Padrós Fradera

Dentista

Publicado el: 20/09/2013
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Una de las alteraciones orgánicas más fastidiosas es la erupción del tercer molar o “muela del juicio”, llamada así porque la edad a la que debe erupcionar es hacia los 18 años, edad en la que se adquiere la cantidad mínima imprescindible de cordura y de buen juicio.

 

Sin embargo, la propia muela del juicio parece ser la menos juiciosa de todas las piezas dentales. En primer lugar, es un molar inconstante que a veces forma y otras, no. Cuando se forma, puede erupcionar sin problemas pero, muy frecuentemente, provoca trastornos serios, generalmente debidos a que no dispone de espacio para ubicarse en el extremo de la arcada dentaria.

 

Las muelas del juicio son las últimas en aparecer 

 

 

Si el germen de la muela del juicio se ha formado en la posición adecuada irá forzando una salida lenta y semiencallada con las estructuras vecinas, como el capuchón mucoso de encía que la cubre. Tardan mucho en reabsorberse y normalizarse. En esta situación, la lengüeta de encía que queda sobre la corona actúa como una válvula bajo la que pueden retenerse restos de alimentos y desarrollarse infecciones y lesiones de mucosas que pueden llegar a ser muy dolorosas y a complicarse seriamente.

 

 

Consecuencias de la erupción del tercer molar

Una consecuencia de la erupción del tercer molar, muy discutida por los investigadores, puede ser el aumento de presión que se transmite muela a muela hasta la región anterior de los incisivos. Esto provoca el desordenamiento de los dientes, amontonándolos, poco a poco, unos sobre otros. Sin embargo, no parece ser responsabilidad exclusiva del tercer molar. El desplazamiento de las muelas hacia delante, es decir, su mesialización, es un curioso movimiento normal que se produce a lo largo dela vida, incluso en ausencia total de los terceros morales.

 

Otro tipo de problemas se origina si el germen de la muela del juicio se ha formado en posición defectuosa, generalmente inclinado hacia adelante en la mandíbula. Este tropiezo va a causar fácilmente lesiones a ese molar contiguo.

 

Evidentemente, éste es un problema complejo porque la extracción quirúrgica de un tercer molar torcido o incluido puede ser bastante laboriosa, porque la forma de sus raíces es a veces decididamente tortuosa, y porque la reparación del segundo molar lesionado conlleva serias dificultades en una zona radicular de difícil acceso, de difícil aislamiento y de difícil control. No hay que descuidar, por tanto, la vigilancia de esta conflictiva región del fondo de la cavidad oral.

 

 

La reducción maxilofacial

La mandíbula humana no ha dejado de menguar y hay varias razones que lo explican. En primer lugar, las funciones que ahora se ejerce con la boca han variado sustancialmente. Ya no se utiliza para coger y desgarrar los alimentos, ni como arma de ataque o defensa. Con el tipo de alimentación más civilizada, muy blanda y nutritiva, no se necesita una mandíbula tan “trituradora” como antes. 

 

Por otro lado, se ha disminuido el esfuerzo masticador de la mandíbula durante la época de su crecimiento y desarrollo. El bebé, en muchos casos, ya no suele alimentarse a través del pecho materno al que muerde con sus encías para obtener la leche. El cambio de ejercicio muscular que eso supone es importante, ya que la succión de un biberón no estimula el crecimiento mandibular pertinente.

 

Ahora bien, si la mandíbula no tiene más remedio que disminuir, ¿por qué las rigurosas leyes que rigen la evolución del conjunto maxilofacial no se han preocupado por disminuir proporcionalmente el número de piezas dentales? El interrogante sigue abierto, aunque no cabe duda de que ha habido tiempo suficiente para que eso ocurriera.

 

En cualquier caso, puede consultar a un especialista en Odontología.

 

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