Anemia ferropénica, la anemia más común

Escrito por:

Dr. Juan Manuel Díaz Cremades

Hematólogo

Publicado el: 14/08/2018
Editado por: Alicia Arévalo Bernal


¿Qué es la anemia?

La anemia se define como una disminución en la cantidad de hemoglobina y, en consecuencia, una disminución en la capacidad de suministrar oxígeno a los tejidos y órganos.

Existen muchos tipos de anemia y por causas muy diversas, desde la falta de hierro o de ciertas vitaminas, hasta la destrucción de los glóbulos rojos por anticuerpos. Una revisión exhaustiva de las diferentes anemias es un tema altamente especializado y tedioso para cualquier persona que carezca de formación médica. Sin embargo, las anemias más comunes son:

Anemia ferropénica: producida por falta de hierro Anemia inflamatoria: provoca trastornos inflamatorios crónicos Anemias por falta de vitamina B 12 y de ácido fólico

Otras anemias, como las producidas por defectos congénitos que afectan a la formación de glóbulos rojos o de la hemoglobina, como pueden ser las talasemias, relativamente numerosas pero en general clínicamente irrelevantes.

Más lejos aún quedan anemias por destrucción de los glóbulos rojos como pueden ser las anemias hemolítica autoinmunes o por destrucción mecánica, etc. Afortunadamente muy poco frecuentes, pero es interesante mencionarlas para que se entienda que el diagnóstico correcto de las causas de una anemia puede ser muy complejo.
 

¿Cuáles son los síntomas de la anemia?

Los síntomas de cualquier anemia son:

Cansancio Pérdida de apetito Palidez Sueño Irritabilidad

Estos síntomas serán más o menos intensos según la cantidad de hemoglobina. Y así clasificamos como:

Anemia leve: cuando la hemoglobina está entre 12 y 10 g Anemia moderada: entre 10 y 8 gramos Anemia grave: por debajo de 8g

Igualmente, los síntomas varían de un individuo a otro y según la velocidad con que se haya producido la anemia.

Cuando la anemia se establece lentamente, es llamativo es el grado de acostumbramiento y de tolerancia que se puede llegar a tener a la anemia ferropénica. No es raro encontrar mujeres jóvenes con anemias muy graves de 6 g de hemoglobina que manifiestan encontrarse solo ligeramente cansadas (cifras de 4 g empiezan a ser incompatibles con la vida).

 

La anemia ferropénica puede llegar a una elevada prevalencia en mujeres jóvenes a consecuencia de la menstruación.
 


 

La anemia ferropénica

Una de las anemias más comunes es la anemia ferropénica, es decir, la anemia por falta de hierro. Esta anemia puede llegar a una elevada prevalencia en mujeres jóvenes a consecuencia de la menstruación, en Europa, según el nivel de desarrollo, puede estar en torno a un 5%. La prevalencia es mucho más baja en mujeres post menopáusicas y en el hombre, alrededor del 0,1 %.

Pero es importante conocer que previamente a la anemia existe un estatus de falta de hierro, que también causa patología, y puede ser hasta de un 15% en mujeres europeas en edad fértil.

 

Diagnóstico y tratamiento de la anemia ferropénica

Una de las tareas más comunes que acomete el especialista en hematología es el correcto diagnóstico y tratamiento de las anemias. El iniciar un tratamiento a ciegas y sin haber realizado un estudio de las causas, puede llevar y encubrir el verdadero origen, a un fracaso terapéutico y, eventualmente, un daño que puede ser irreparable.

El diagnóstico de la anemia ferropénica es relativamente simple:

En el laboratorio se valora la cantidad de hemoglobina, hierro circulante y, sobre todo, los depósitos de hierro (denominados ferritina y que son una medida mucho más estable y fiable). En el estudio de las causas hay que tener en cuenta el tipo de paciente: Si el paciente es mujer, joven, y no manifiesta síntomas digestivos ni se encuentra sangre oculta o evidente en el estudio de las heces, se asume que es por un desequilibrio entre la ingesta de hierro y las pérdidas de la menstruación. Si el paciente es un hombre o una mujer menopáusica las cosas son diferentes. En este caso se debe realizar un estudio de posibles pérdidas por el tubo digestivo, que pueden producirse por causas relativamente banales como un divertículo o tan graves como un cáncer de colon.

Con mucha menos frecuencia encontramos un trastorno de absorción. Esto ocurre principalmente en pacientes con celiaquía (principalmente intolerancia gluten), que a veces no se manifiesta de otra forma. Un análisis tan simple como es el test de sangre oculta en heces, debe realizarse de forma preventiva al menos una vez al año.
 

¿Cuál es el tratamiento de la anemia ferropénica?

Una vez que está claramente diagnosticado que la anemia obedece a un déficit de hierro y que no hay otras razones, hay que buscar y confirmar las causas, que van a ser pérdidas digestivas o pérdidas ginecológicas y, muy rara vez, un defecto de absorción.

Hay que estudiar cuál es el problema detrás de la anemia, bien sea un mioma, una desregulación hormonal, un cáncer digestivo, una celiaquía, etc. porque no solo se trata de resolver la anemia, sino la causa subyacente, que es el verdadero problema y que puede ser muy grave. En ningún caso debe iniciarse un tratamiento y obviar el estudio de las causas.

En la anemia ferropénica el tratamiento va a ser siempre la reposición de hierro; salvo que sea muy grave como por ejemplo, menos de 6 g de hemoglobina y con repercusión hemodinámica, en cuyo caso es obligatorio transfundir. Este hierro lo podemos administrar vía oral en comprimidos o en suspensión.

El tratamiento suele causar problemas digestivos de intolerancia y, muy frecuentemente, estreñimiento. Personalmente recomiendo tomarlo con la comida o después de la comida. Se absorberá algo menos, pero hará menos daño al tracto digestivo y mejora el cumplimiento del tratamiento.

Cuando los resultados no sean óptimos o el paciente no tolera el hierro oral (estreñimiento intolerable, molestias digestivas inespecíficas…) lo correcto es proceder a infundir hierro intravenoso. Los actuales preparados de hierro endovenoso son muy cómodos de administrar, muy seguros y una pocas dosis resuelven una situación que tardaríamos meses en resolver con hierro oral, pero sin ninguna molestia y permitiendo al médico un cálculo bastante cierto de las necesidades del paciente. Constituye un enorme avance.
 

¿Puede haber falta de hierro sin anemia?

Esta situación previa a la anemia ferropénica la padecen el 14% de las mujeres en edad fértil en países avanzados y 90% en países subdesarrollados.

Sin llegar a los síntomas graves de la anemia un paciente puede padecer:

Cierto grado de cansancio muscular Irritabilidad Depresión Caída de pelo Uñas frágiles Lengua extrañamente lisa Boqueras Pagofagia, un síntoma poco frecuente, que es un deseo compulsivo de comer cosas inusuales tales como mascar hielo, masticar granos de café, ingerir grandes cantidades de Coca-Cola helada, comer tierra etc. Ocurren en un pequeño porcentaje y muy frecuentemente los pacientes no lo comentan porque creen que es un trastorno mental.

También la falta de hierro, aunque no hubiera anemia como tal, afecta el músculo cardiaco y puede contribuir a la insuficiencia cardíaca. Por todo ello se recomienda que incluso en mujeres los depósitos de hierro (ferritina), no sean inferiores a 50 mgrs.

 

¿Qué productos debe comer un paciente para mejorar la anemia?

En el caso de la anemia por falta hierro es absolutamente inútil emprender una dieta específica, que en todo caso sería a base de enormes cantidades de carne. Otras creencias extendidas como tomar lentejas son aún más absurdas. Para que nos entendamos un solo comprimido de sulfato ferroso de farmacia conteniendo 100 mg de hierro equivale a hierro contenido en seis kilos de lentejas. Por lo que el camino a la curación pasa por los tratamientos que he expuesto.

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