Efectos del envejecimiento y cómo prevenirlo
Todas las personas a partir de los 30 años comienzan de forma reconocible su proceso de envejecimiento que en realidad ha empezado antes, con una velocidad que va aumentando según transcurre el tiempo y que puede acrecentarse si se llevan estilos de vida no saludables. Esto ocurre especialmente en la mujer, la llegada de la menopausia y la desaparición casi total de las hormonas femeninas, supone un salto cualitativo importante en el deterioro del organismo.
Las funciones más afectadas son:
- La composición corporal con aumento de grasa y disminución de músculo.
- La función cardiovascular con disminución de la capacidad de ejercicio.
- El sistema respiratorio con aparición de fatiga e infecciones frecuentes.
- Pueden aparecer problemas digestivos y el sistema endocrino se ve alterado por los cambios hormonales, sobre todo el mencionado de la desaparición de las hormonas sexuales.
- Puede aparecer también una disminución de la actividad sexual.
- La piel adelgaza y aparecen alteraciones pigmentarias.
- Se modifica el estado de ánimo con apatía y disminución de la capacidad de aprendizaje.
- Disminuye la memoria y la capacidad de concentración.
Fumar, llevar una vida sedentaria, tomar grandes cantidades de alcohol, comer mucha grasa y disminuir la ingesta de frutas y verduras, aceleran el proceso de deterioro vinculado al envejecimiento.
¿Por qué envejecemos?
El metabolismo necesario para la vida y que tiene lugar gracias a la captación de oxígeno con la respiración, lleva aparejados fenómenos de estrés oxidativo en los que se liberan radicales libres y deterioran poco a poco al organismo. En los individuos jóvenes existen una serie de sustancias antioxidantes que limitan el daño celular, pero según vamos envejeciendo esas sustancias disminuyen y el proceso metabólico se vuelve más ineficiente, lo que deriva en un aumento de la producción de radicales libres y de oxidación.
A la vez ocurren procesos de inflamación crónica que actúan a través de esos mismos radicales libres. Todos estos cambios son especialmente evidentes tras la menopausia y limitan la capacidad de regeneración de los tejidos, con lo cual se produce un deterioro cada vez mayor de las funciones del organismo.
La velocidad de envejecimiento es distinta en cada individuo, por lo que el proceso de deterioro no es necesariamente un fiel reflejo de la edad cronológica en todos ellos. Es la edad biológica la que establece la relación efectiva con las alteraciones en las distintas funciones. De esa velocidad de envejecimiento es responsable, en parte, la carga genética pero, en aún mayor medida lo es el propio estilo de vida. No envejecemos por igual, pero sin duda es más importante la forma de vida que la carga genética.
Esta es la base de los tratamientos antienvejecimiento, los cuales pretenden proporcionar un "excelente trato" a nuestro cuerpo, consiguiendo con ello un enlentecimiento de la velocidad de envejecimiento y, en algunos casos, incluso la reversión de algunas de sus alteraciones.
Prevenir el envejecimiento
Actualmente se le presta gran atención a la situación de los elementos oxidantes e inflamatorios del organismo y de los elementos protectores (antioxidantes y antiinflamatorios), así como de las hormonas más importantes, haciendo primero un diagnóstico aproximado de edad biológica.
Una de las variantes que juega un papel preponderante en la prevención del proceso de envejecimiento es llevar una dieta sana y reducir la ingesta calórica diaria. Se ha demostrado de forma incuestionable este efecto beneficioso en monos, por lo tanto, ya no podemos seguir ignorando los resultados. Por todo ello es la dieta uno de los pilares del tratamiento.
En función de la biológica antes mencionada, se instaura un tratamiento basado en dieta, ejercicio y fármacos con acciones variadas fundamentalmente antioxidantes, que pueden incluir también algunas hormonas.