Cómo diferenciar una mala racha de la depresión

Escrito por:

Ángela Santos García

Psicóloga

Publicado el: 07/08/2017
Editado por: Anna Raventós Rodríguez


Una de las palabras que más escucho en consulta es depresión, y eso me preocupa. El paciente viene en numerosas ocasiones con una idea errónea de lo que es dicho concepto y lo usa de manera frecuente cuando pasa una mala racha o está triste durante unos días. Es importante conocer mejor este concepto para utilizarlo adecuadamente, de esta manera podremos darle la relevancia que tiene e intervenir en los casos que sea necesario para que no se convierta en un problema mayor.

 

Síntomas de depresión

La depresión es un conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático, por lo que podría hablarse de una afectación global psíquica y física, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva.

 

La capacidad diagnóstica de un trastorno depresivo suele venir de observaciones poco específicas, como el deterioro en la apariencia y en el aspecto personal, enlentecimiento psicomotriz, tono de voz bajo, expresión facial triste, llanto fácil o espontáneo, disminución de la atención, verbalización de ideas pesimistas (culpa, hipocondría, desesperanza, ruina…) alteraciones del sueño y quejas físicas inespecíficas. Para distinguir estos cambios patológicos de los normales nos podemos fijar en la persistencia en el tiempo, su gravedad, y el grado de deterioro funcional y social.

Hombre deprimido

 

No todas las personas con estos síntomas tienen depresión. Muchas veces se confunde con otro tipo de cuadros como la ansiedad o combinaciones físicas diferentes en su definición pero con síntomas parecidos o coincidentes. También pueden desarrollarse conductas que se originen en el problema y que correlacionen o provoquen el desarrollo de otros trastornos, como puede ser el consumo de sustancias o conductas nocivas para la persona.

 

Muchas evidencias científicas han encontrado una correlación entre la depresión y patologías físicas, como enfermedades cardiovasculares. Esto enfatiza aún más la importancia de la intervención y su prevención.

 

La depresión se puede iniciar a cualquier edad, aunque su mayor prevalencia se produce entre los 15 y los 45 años. También puede darse en edades más avanzadas y pasar desapercibida por otros trastornos cognitivos, como cuadros de deterioro cognitivo asociados a la edad.

 

El mayor riesgo de esta situación es la posibilidad de que termine en un suicidio, primera causa de defunción no natural en España, bastante por delante de los accidentes de tráfico. Es, por tanto, una situación preocupante que requiere de ayuda profesional. En muchos casos, además, el entorno no ve o no sabe cómo ayudar. De ahí la importancia de acudir a un psicólogo.

 

Factores de riesgo de la depresión

Las variables que aumentan el riesgo de depresión son personales, sociales, cognitivas, familiares y genéticas. La intervención va encaminada a modificar estas variables en función de los recursos del paciente, y en algunos casos a utilizar tratamientos farmacológicos que ayuden en este proceso.

 

Se trata de un trastorno muy influido por la educación, las habilidades de la persona, sus hábitos de conducta, sus rutinas y las relaciones personales. En la evaluación psicológica se observan los diferentes elementos que han facilitado o detonado esta reacción de la persona, y se le proporciona psicoeducación para que conozca este tipo de alteración y el funcionamiento de sí mismo. Esto le permite poner en marcha los recursos y acciones que mejoran el desarrollo de este trastorno y prevenir para futuras ocasiones su aparición o el aumento de su gravedad.

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