Características de los hábitos saludables adquiridos en la infancia por los adolescentes

Escrito por:

Dra. Gertrudis Martí Aromir

Endocrinóloga infantil

Publicado el: 25/11/2020
Editado por: Albert González


La conducta alimenticia en los adolescentes permite hacer una serie de puntualizaciones.

 

La alimentación del adolescente tiene que ser rica, variada y en cantidades adecuadas a cada individuo y a cada momento, como ya hemos comentado. Es una etapa en la que hay que hacerles partícipes, responsables y ofrecerles opciones saludables.

 

Destacaremos una serie de características en esta etapa que nos condicionan a forzar cambios:

El adolescente tiende a no aceptar y cuestionar cualquier propuesta que le hagamos. Se rige por las modas, amistades y los medios de comunicación. El inicio del instituto supone para muchos un cambio de horarios (jornadas comprimidas, inicio de clases más temprano). Muchos se van a encontrar comiendo solos en las comidas principales (desayuno, comida) y ello les va a llevar a desorganizar cosas aprendidas en la infancia, pues se sientes libres y autónomos. No olvidaremos tres temas que habrá que ir introduciendo y que pueden empezar a distorsionar los hábitos saludables: El inicio al consumo de alcohol. El consumo de las sustancias tóxicas. La aparición de trastornos en la conducta alimentaria.

 

¿Cómo podemos saber si existe un problema en el desarrollo puberal?

Los estadios de maduración sexual desarrollados por Tanner se utilizan para evaluar el desarrollo y la maduración en el periodo de la adolescencia.

 

Los adolescentes se rigen por modas, amistades y por los medios de comunicación.

 

Es de nuevo el pediatra el que va a orientar sobre el correcto desarrollo y, en caso de duda, remitirá al endocrino pediatra para su revaloración. Con las curvas de talla, peso, índice de masa corporal adaptadas al estadio madurativo podremos objetivar la existencia de un problema de salud y solicitar las pruebas complementarias necesarias.

 

Hábitos saludables en la adolescencia

Respeta el horario de las comidas. Saltarse una comida provoca más apetito en las siguientes. Olvídate del picoteo. Consume 3 raciones de fruta al día y 2 raciones de verdura al día. Evita al máximo la carne roja (ternera, cordero, cerdo…) y en el caso de las aves la piel. Se recomiendan 3-4 raciones de pescado a la semana (no olvides el pescado azul). Que tu bebida sea siempre agua. Consume la menor cantidad posible de alimentos procesados (sometidos a procesos industriales para su consumo). Evita alimentos que contengan aceite de coco y de palma. Desayunar es muy aconsejable pues activa el metabolismo tras el “ayuno” de la noche. De este modo, afrontas el día con más energía y tienes menos hambre en las siguientes comidas. Déjate algo preparado para el desayuno para que no te dé pereza prepararlo por la mañana. Algo sencillo: los alimentos básicos serian un lácteo (leche, kéfir, queso fresco, yogurt) pan integral y una fruta. A lo largo del día tienes que consumir verduras, frutas, alimentos hechos de grano (mejor si son integrales), lácteos y proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres, frutos secos, semillas…) Las pastillas de vitaminas y minerales no sustituyen a las frutas y verduras. No comas delante de una pantalla pues no pones atención plena en los alimentos, no los saboreas ni los disfrutas. La sensación de saciedad te va a llegar tarde, cuando ya hayas incrementado tu ingesta. Realiza como mínimo 60 minutos al día de deporte de media o alta intensidad.
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