Cambios de hábitos y nuevos propósitos: cuando ser perfeccionista es contraproducente

Escrito por:

Jacobo Sánchez Gracia

Psicólogo

Publicado el: 10/04/2024
Editado por: Yoel Domínguez Boan


La tradición de fijar propósitos con la llegada del año nuevo es tan arraigada que aquellos que no han establecido sus metas sienten la presión de hacerlo cuanto antes. Esta urgencia se intensifica después de las vacaciones de Navidad, cuando se retoman las actividades cotidianas y la frase "este año será diferente" o “este es mi año” resuena con fuerza en los espacios de reflexión personal.

 

No obstante, con frecuencia, los objetivos trazados no distan mucho de los planteados en años previos, lo que lleva a un ciclo repetitivo de frustración cuya intensidad parece incrementarse con cada intento fallido. Al buscar las razones detrás de estos fracasos reiterados, un factor común emerge: el perfeccionismo con el que se abordan estos deseos de mejora personal.

 

Esta búsqueda de la perfección nos paraliza, convenciéndonos de que sólo podemos comenzar a cambiar si estamos completamente preparados para ejecutar nuestros planes a la perfección desde el inicio, en busca del momento adecuado, las condiciones ideales y la motivación perfecta, entre otros.

 

El perfeccionismo puede retrasar o impedir que desarrollemos nuestros propósitos o voluntad de cambio. Fuente: Marjal Resorts, flickr.com 

 

El perfeccionismo puede suponer un autoboicot

Esta mirada perfeccionista impone tantas condiciones que hace prácticamente imposible dar el primer paso hacia la consecución de nuestros propósitos. Así, se posterga la acción esperando que todo esté perfectamente alineado, lo que solo conduce a la inacción y al estancamiento hasta que, nuevamente, el inicio de un nuevo año nos confronta con nuestras intenciones no realizadas.

 

Avanzar y lograr cambios significativos en nuestra vida implica reconocer que el proceso de cambio es gradual y requiere de una adaptación continua. Incluso para los perfeccionistas, quienes a menudo se resisten a aceptar que sus metas puedan requerir ajustes y consideran sus objetivos como mínimos y fácilmente alcanzables, es vital entender que la transformación demanda tiempo y esfuerzo sostenidos.

Aceptando que iniciar cualquier cambio representa un desafío significativo y que el desarrollo de nuevos hábitos o patrones de pensamiento es un proceso que requiere paciencia, podemos ser más conscientes de los pasos necesarios para alcanzar nuestras metas. Este enfoque nos permite valorar cada pequeño avance, reconociendo su importancia en el camino hacia el cambio.

 

Por lo tanto, es esencial establecer metas modestas y alcanzables, apreciar cada logro, por menor que sea, y comprender que estos pequeños pasos son fundamentales para generar un impacto positivo y duradero en nuestras vidas. Este enfoque no solo nos acerca a nuestros objetivos, sino que también transforma nuestra percepción del progreso y el éxito.

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