Cómo puedo sobrellevar mi fibromialgia: abordaje desde la psicología

Written by: Dra. Nuria Blanco Piñero
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Edited by: Marga Marquès Gener

La fibromialgia es una afección compleja por la gran variabilidad de síntomas que puede conllevar y su origen aún poco definido. De hecho, todavía son demasiados los facultativos médicos que no lo consideran como cuadro etiológico con entidad propia. Lo que sí está aparentemente claro es que los pacientes aquejados de este cuadro presentan, en un altísimo porcentaje de casos, síntomas muy característicos relacionados con el dolor crónico, el agotamiento físico y problemas funcionales diversos (cognitivos y corporales).

 

Sin poder especificar si de forma antecedente o a consecuencia de los citados síntomas, las personas con fibromialgia suelen presentar un estado de ánimo bajo, con tintes depresivos y una marcada tendencia a la sintomatología ansiosa. Este conjunto de síntomas suele implicar grandes dificultades para poder llevar una vida “normalizada” y atender a las obligaciones cotidianas que venían enfrentando con anterioridad a la instauración del cuadro.

 

El diagnóstico de los pacientes con fibromialgia

Los pacientes con fibromialgia suelen tardar en recibir un diagnóstico, puesto que hasta que la capacidad funcional de la persona no se ve seriamente afectada y el cuadro está instaurado suelen pasar por diversos estudios médicos no concluyentes y propuestas de solución parciales. Lo que suele redundar en el bajo estado de ánimo, la ansiedad y, en muchas ocasiones, en el aumento de los conflictos familiares y laborales que se producen ante la falta de comprensión del entorno de la situación por la que atraviesa el paciente.

 

Desde la psicología, el abordaje de la fibromialgia
debe perseguir alcanzar diversos objetivos

 

El abordaje de la fibromialgia desde la psicología

Desde la psicología, el abordaje de la fibromialgia debe perseguir alcanzar diversos objetivos, entre los que se destacan:

  • Comprensión del cuadro, de sus manifestaciones sintomatológicas particulares, del impacto que tienen sobre la vida cotidiana del paciente y del modo en que éste/a lo afronta.
  • Identificación de los síntomas y las actitudes que podemos manejar y/o enfrentar de forma más saludable.
  • Aceptación de aquellos síntomas o limitaciones que no se pueden solucionar. Redefinición del autoconcepto y los objetivos vitales.
  • Dotación y entrenamiento de los recursos psicológicos y personales que permitan un mejor afrontamiento de las alteraciones del estado de ánimo, el funcionamiento cognitivo y cualquier limitación que pueda afectar al modo habitual de enfrentar la vida cotidiana.
  • Reforzamiento de la adherencia a hábitos de vida saludables, adecuados a las circunstancias del paciente (p.e. ejercicio físico, rutinas nutricionales y de protección del sueño, socialización…).
  • Realizar una definición de cotidianidad equilibrada con las posibilidades reales de la persona afectada y la búsqueda de los recursos objetivos necesarios, buscando siempre la mayor protección posible de su autonomía.

 

Más allá de estos objetivos generales y desde nuestra disciplina es muy complicado definir programas específicos de tratamiento para la fibromialgia, debido a la gran variabilidad de síntomas y la falta de datos concluyentes aún sobre los factores relacionados con la estructura de personalidad, el modo de afrontamiento u otras variables psicológicas que puedan definirse como precipitantes o mantenedores de forma clara.

 

Sin embargo, desde la experiencia clínica, podríamos afirmar que parece haber algunos rasgos comunes en los pacientes tratados, como serían: la rigidez, el exceso de exigencia o perfeccionismo, la alexitimia, ciertas tendencias obsesivas y al control. Rasgos todos ellos que los llevan a ser personas muy vulnerables al estrés y a los cuadros emocionales de corte ansioso- depresivos.

 

Dicha vulnerabilidad y mala gestión del estrés es uno de los factores que encontramos en muchos cuadros vinculados al dolor crónico, además de en la fibromialgia. Y, por tanto, todo lo relacionado con la identificación y manejo emocional y la definición de objetivos realistas con las circunstancias del paciente, son recursos característicos de la mayoría de los procesos terapéuticos que siguen estos pacientes. A partir de ahí, el abordaje de otros síntomas frecuentes como pueden ser el manejo del dolor crónico, los problemas de sueño, las dificultades atencionales y cognitivas, los problemas de relación con el entorno (familia y trabajo), suelen completar los procesos psicoterapéuticos.

 

Consideramos importante destacar que el momento de iniciar de abordaje psicológico debe ser tan temprano como sea posible para poder prevenir la instauración de cuadros emocionales mayores, principalmente de la depresión. Y entre todos los abordajes psicoterapéuticos, es la aproximación cognitivo-conductual la que mayores evidencias objetivas ofrecen. En la actualidad, también se están reportando datos de eficacia bastante consistente a través de la implementación de programas de mindfulness y otras terapias focalizadas en la atención plena.

 

La perspectiva de abordaje individual suele ser la más efectiva, en un primer momento para el paciente. Sobre todo, en las etapas en las que la persona debe conocer y aceptar “su fibromialgia”. No obstante, una vez cubierto este objetivo terapéutico y debido al carácter variable de la evolución del cuadro, las intervenciones grupales de soporte, que buscan ofrecer apoyo y orientadas a la solución de problemas, demuestran su eficacia, al igual que en otras muchas patologías crónicas.

 

Si bien estas afirmaciones no descartan la adecuación de otras orientaciones psicológicas puesto que como dijimos en párrafos anteriores, realizar planteamientos terapéuticos estructurados y cerrados empobrecería la eficacia de la intervención en la inmensa mayoría de casos, puesto que hay tantas fibromialgias como personas que la padecen.

 

Y enlazando con esta idea, no queremos concluir sin destacar que, por muchos abordajes terapéuticos que se presenten, ninguno sería efectivo sino concluye con una persona que aprende a convivir con su patología y, por tanto, se hace responsable de su calidad de vida. Y en este punto resaltamos la importancia del autocuidado psicológico y físico.

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By Dra. Nuria Blanco Piñero
Psychology

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