“No sé qué falló, ni siquiera sé si falló algo”, confesó Teresa, quien añadió que no guarda rencor ni reproches, aunque denunció la polémica gestión de su caso: “Los profesionales sanitarios han demostrado ser capaces de obrar milagros pese a la nefasta dirección política: yo soy uno de ellos”. La auxiliar se acordó también del personal sanitario del Hospital de Alcorcón y por supuesto del Hospital Carlos III. “Sin su apoyo, esfuerzo y cariño, no hubiera sido posible salvar mi vida”, expresó emocionada.
Voluntad de ayudar
Teresa mostró en todo momento su voluntad de ayudar: “Si mi contagio sirve para que se estudie mejor la enfermedad, pueda ayudar a encontrar una vacuna o sirva para curar a otras personas, aquí estoy”. “Si con mi sangre se puede curar, me quedaré seca”, así de tajante se mostró la auxiliar, que también agradeció a la Hermana Paciencia, misionera que donó su sangre a Teresa tras superar el virus en Liberia.
Tampoco ha querido olvidarse de pedir el debido respeto y atención a una enfermedad que “no ha importado al mundo occidental hasta que el contagio ha llegado aquí”. El Ébola tiene una tasa de letalidad que puede llegar al 90% y se ha cobrado cerca de 4.951 víctimas mortales, según datos oficiales de la Organización Mundial de Salud (OMS). Recordemos que se propaga a través del contacto con órganos y fluidos corporales de las personas infectadas, como sangre, saliva u orina.