Los 9 mitos y verdades que afectan a tus ojos
Escrito por:El doctor González especialista en Oftalmología en la Clínica Ophtalteam de Madrid, escribe un artículo sobre 9 mitos y afirmaciones que afectan a la salud ocular de cualquier persona. A lo largo del texto, el doctor desmiente algunas frases como que la presión sobre el ojo produce derrames, o por el contrario afirma que un ojo seco produce un lagrimeo constante.
1. “El uso de pantallas puede dañar los ojos”
Utilizar el ordenador, teléfono móvil o cualquier otro tipo de dispositivos digitales durante un tiempo prolongado ocasiona que la persona parpadee con menos frecuencia, y favorece la evaporación de la lágrima que recubre el ojo. Esto puede producir sequedad y síntomas como pesadez, cansancio, irritación y enrojecimiento. No es el ordenador en sí el que por sus radiaciones, como muchos creen, cause daño a nuestra vista. Las personas con defectos refractivos (especialmente hipermetropía, astigmatismo y presbicia-vista cansada) deben realizarse controles periódicos de su graduación y revisión oftalmológica, pues una incorrecta graduación puede favorecer los síntomas de fatiga visual y ocasionar dolores ovulares y de cabeza.
2. “Los ojos se desgastan si los usas demasiado”
Si tus ojos están sanos, los cuidas, y realizas controles oftalmológicos de forma regular podrán seguir así buena parte de tu vida. Dejar de leer o trabajar con ellos no ayudará ni perjudicará tu vista.
3. “Acostumbrarse a las gafas aumenta la graduación"
En general, esta frase no es cierta. El papel de las gafas o lentes de contacto consiste en llevar el foco de la imagen, previamente desenfocada, a la retina. Al quitarlos, únicamente deja de hacer su función. El usarlos o el dejar de hacerlo no va a influir en que el problema aumente o disminuya, solo hay algunos casos de miopía en que con el uso de lentes de contacto puede detenerla, pero solo en algunos casos que esta avance. En el caso de la presbicia o vita cansada, el uso de gafa cuando es necesario no favorece un aumento precoz de la graduación.
4. “Si tengo problemas en la vista, mis hijos lo heredarán”
Por desgracia en muchos casos esto es cierto. Especialmente en casos de altas miopías e hipermetropías y enfermedades con alta carga genética como el glaucoma o la degeneración macular.
5. “A través de los ojos se puede detectar si tienes alguna enfermedad”
Cierto, hay personas que desconocen ser diabéticas o padecer hipertensión, lupus u otras patologías sistémicas y que en un examen oftalmológico se identifica que padecen alguna de estas enfermedades.
6. “Si me opero la vista con láser en el futuro no podré operarme de cataratas”
Esta afirmación es totalmente falsa. Cada vez con más frecuencia se realizan cirugías de cataratas en pacientes previamente intervenidos de cirugía refractiva con láser en el pasado. Además con los nuevos láser excímer (Amaris) y femtosegundo (Intralase) la cirugía es mucho más segura y los resultados más precisos y fiables.
7. “El lagrimeo constante puede ser consecuencia de ojo seco”
Contrariamente a lo que piensa mucha gente, uno de los síntomas más frecuentes de ojo seco es un constante e incómodo lagrimeo, por lo tanto esta afirmación es cierta. Este se produce cuando el ojo, para compensar esa falta de lágrima o como respuesta a la irritación, aumenta de forma puntual esa producción de lágrima que rebosa. Para solucionarlo se puede utilizar de manera periódica lágrimas artificiales (gotas lubricantes de la superficie ocular).
8. “Los derrames en los ojos, se relacionan con la presión intraocular”
Esta frase se trata de un mito, los derrames o hiposfagmas, se producen por la rotura de un pequeño vaso sanguíneo de la superficie ocular (conjuntiva), suelen ocasionarse como consecuencia de un golpe o roce, de esfuerzos físicos (toser, levantar pesos) y por elevaciones puntuales de la tensión arterial pero en ningún caso se relacionan con la elevación de la presión intraocular o el glaucoma.
9. “Tengo antecedentes familiares de glaucoma, ¿cómo puedo prevenirlo?”
El glaucoma es una enfermedad generalmente crónica y asintomática, es decir que no produce alteraciones visuales ni molestias oculares hasta muy avanzada la enfermedad. En muchos casos se relaciona con un aumento de la presión intraocular (que tampoco suele dar síntomas) aunque hay casos que presentan tensión ocular normal. Por todo ello, la única manera de detectar esta patología es acudir periódicamente al oftalmólogo a partir de los 35-40 años para realizar una exploración completa y pruebas complementarias, si procede. En aquellos casos con presión intraocular elevada, el único tratamiento posible es reducir dicha presión con colirios, y si estos fallaran puede usarse técnicas con láser o cirugía. Existen casos en el que la cirugía de cataratas puede favorecer una disminución de la presión intraocular y no es extraño retirar los tratamientos después de la cirugía.