Las claves del dolor mandibular

Escrito por:

Dr. Alberto Canábez Berthet

Dentista

Publicado el: 12/06/2015
Editado por:


El dolor mandibular es un claro signo de disfunción del sistema masticatorio. En muchos casos puede estar acompañado de ruidos tipo clic a nivel de las articulaciones temporomandibulares, aunque el ruido articular no es un signo constante en el síndrome de dolor y disfunción temporomandibular.

En algunos casos este dolor está combinado con dolor de cabeza o dolor de cuello y espalda, lo que justifica el nombre de síndrome de dolor y disfunción craneomandibular. Una de las causas más probables de esta patología, de la rama de la odontología, es la disfunción masticatoria. Tanto para el diagnóstico diferencial con otras patologías que producen sintomatología similar, como para el tratamiento de la disfunción masticatoria es sumamente útil el uso de una férula oclusal. Se trata de un dispositivo removible confeccionado en material acrílico que aplicado sobre una de las arcadas dentales, permite que la mandíbula pueda conseguir una oclusión estable sin tener que forzar para nada la posición de máximo engranamiento dental.


La férula dental debe ser confeccionada con máxima precisión para cada paciente, y una vez iniciado el tratamiento de reposicionamiento mandibular, debe ser ajustada periódicamente con una precisión adecuada a la sensibilidad del sistema. Los dientes son sensibles a espesores entorno a las 8 micras, por lo tanto es con esa precisión que se debe ajustar. El efecto de la férula es el equilibrado de las fuerzas masticatorias, haciendo posible que personas con patología disfuncional del sistema masticatorio puedan eliminar la causa oclusal de su problema.


La frecuencia de citas de ajuste de la férula es cada siete días aproximadamente al principio del proceso, luego pasa a cada dos semanas, y después cada cuatro semanas. Según la patología de cada paciente es recomendable el apoyo de esta terapia con el tratamiento de un fisioterapeuta especializado en patología temporomandibular, y la duración aproximada de este tipo de tratamiento suele ser menor a los seis meses.

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