La hipertensión arterial, una amenaza evitable

Escrito por:

Dr. José María Cruz Fernández

Cardiólogo

Publicado el: 03/03/2015
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El corazón bombea la sangre a una determinda presión para que pueda llegar, a través de las arterias, a todos los rincones de nuestro organismo. Cuando esa presión es excesiva hablamos de Hipertensión Arterial (HTA).

 

El aumento de presión daña las paredes de las arterias y obliga al corazón a un trabajo excesivo e inútil. Como consecuencia, las arterias se deterioran, se endurecen, se estrechan y pueden llegar a cerrase del todo con lo que la llegada de sangre a muchos órganos como cerebro, corazón o riñones, puede verse severamente comprometida.

El corazón se agota por el exceso de trabajo y por el deterioro de las arterias que lo nutren: las coronarias. Surgen así complicaciones como la angina de pecho, el infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, arritmias, el ictus, la insuficiencia renal o la falta de riego en las piernas. Cuando en el mismo paciente, además de la HTA coexisten otros factores de riesgo como el tabaquismo, el colesterol elevado, la diabetes, la obesidad o el sedentarismo, la situación descrita se agrava mucho más.

En el 5-10% de los pacientes la HTA es consecuencia de otra enfermedad, muchas veces tratable, con lo que es posible la curación (HTA secundaria). En el resto la causa no es identificable (HTA esencial) y en ellos podemos controlar sus cifras tensionales y evitar en gran parte las complicaciones.

 

Diagnóstico

Durante años, la mayoría de las personas con HTA se encuentran muy bien por lo que no buscan ayuda médica. La HTA se diagnostica casi siempre de forma casual durante un reconocimiento médico por otros motivos. En algunos casos los dolores de cabeza, sangrar por la nariz o hemorragias en las conjuntivas son los que permiten el diagnostico de HTA.

Con el paso del tiempo la llegada de las complicaciones de la HTA, con dificultad para respirar, dolores en el pecho, palpitaciones, ictus, dolor en las pantorrillas al caminar, entre otras muchas, hacen que el paciente acuda al médico. Aunque nunca es tarde, se ha perdido un tiempo magnífico en el que se podrían haber evitado muchos de estos síntomas.

Toda persona con familiares directos que hayan padecido HTA, enfermedades cardíacas o cerebrales, y especialmente si son fumadores, tienen sobrepeso, son sedentarios o tienen la glucosa o el colesterol elevados en sangre, debe medirse su TA periódicamente. Aún sin estos antecedentes, debe medirla al menos cada 4 o 5 años a partir de los 40 y anualmente por encima de los 60.

 

Tratamiento

En todos los casos debe mejorar sus hábitos de vida. Debe dejar de fumar, hacer ejercicio no extenuante de forma regular y modificar su alimentación, aumentando el consumo de legumbres, frutas, verduras, pescado, carnes magras, ave sin piel, aceite de oliva o frutos secos, tratando de normalizar su peso y su perímetro de cintura.

La medicación que le prescriban ha de tomarla de forma regular. Es buena la medición de la TA en su propio domicilio con aparatos automáticos pero no obsesionarse con ella e ir cambiando la medicación momento a momento. La TA se descontrola, con altibajos frecuentes y severos, cuando la medicación no se toma de forma regular. En caso de duda debe consultar a su médico.

La HTA es una seria amenaza para su salud, de fácil diagnóstico y control en la mayoría de los casos. No espere a tener síntomas para vigilarla. Es una enfermedad crónica que precisa tratamientos prolongados. Bien controlada y detectada a tiempo, su pronóstico es excelente.

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