¿Conoces los beneficios de la neuromodulación?
En salud mental, cuando hablamos de neuromodulación, nos referimos a una serie de técnicas terapéuticas, no farmacológicas, que consiguen modificar el sistema nervioso, "modulándolo" a través de una serie de estímulos eléctricos o pulsos magnéticos, aplicados en el cerebro.
En el Instituto Andaluz de Salud Cerebral usamos un tipo de neuromodulación "no invasiva" entre las que se encuentran la Estimulación Magnética Transcraneal y la TDCS (Transcranial Direct Current Stimulation por sus siglas en inglés) que usamos en el tratamiento de diversos trastornos mentales.
¿Cuál es su uso en el ámbito de la Psiquiatría?
Precisamente por los resultados que se están obteniendo con estas innovadoras terapias, con capacidad para modular la excitabilidad del sistema nervioso, conseguimos restaurar el funcionamiento de los circuitos cerebrales. Los usos más frecuentes son en depresión, acompañada o no de ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo, la fibromialgia y la adicción a sustancias psicoactivas.
Al ser un tratamiento cerebral, también ha demostrado eficacia en algunas enfermedades neurológicas. Disponemos cada vez de mayor evidencia de su eficacia en otras enfermedades, como el trastorno de estrés postraumático o síntomas negativos de la esquizofrenia.
En cuanto la EMT (Estimulación Magnética Transcraneal) y la Estimulación Transcraneal por Corriente TDCS ¿Qué diferencias hay entre ellas y para qué patologías o trastornos está indicada cada una?
Ambos tratamientos EMT y TDCS son las técnicas de neuromodulación, indoloras y sin necesidad de ingreso, más frecuentemente utilizadas en Psiquiatría. Tienen en común que son procedimientos que han demostrado efectividad en determinadas enfermedades mentales.
- En el caso de la EMT, aplicamos pulsos magnéticos repetidos gracias a una bobina que genera una estimulación cerebral en las áreas relacionadas con los circuitos cerebrales implicados en el estado de ánimo. En concreto colocamos una bobina sobre el cuero cabelludo, en el lado frontal izquierdo y con el paciente despierto, con el objetivo de estimular la corteza prefrontal dorsolateral, ya que la actividad cerebral es baja en esa enfermedad.
Sabemos que esta es una zona que, al estimularse, actúa a modo de "ventana" hacia los circuitos cerebrales internos relacionados con el estado de ánimo, como la corteza cingulada anterior. Así, conseguimos modular este y otros circuitos cerebrales, implicados en la enfermedad. Los usos más habituales en la actualidad son en depresión resistente, trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno por uso de sustancias psicoactivas, si bien tenemos cada vez más evidencia en otros trastornos mentales como el trastorno de estrés postraumático o los síntomas negativos de esquizofrenia.
- La TDCS consiste en otra técnica de neuromodulación, que ha demostrado efectividad en depresión, así como en fibromialgia. En este caso, el efecto terapéutico se consigue gracias al paso de una pequeña corriente galvánica a nivel cerebral, imperceptible para el paciente, que modula la excitabilidad de la corteza frontal en depresión.
Tratamos con TDCS, por ejemplo, a pacientes que prefieren no iniciar tratamiento con fármacos antidepresivos, o como estrategia para potenciar los efectos beneficiosos del tratamiento.
¿Qué adelantos suponen estas técnicas sobre los tratamientos farmacológicos?
Por un lado, supone una nueva vía de tratamiento, para pacientes con enfermedades resistentes a tratamientos farmacológicos. Pacientes con este tipo de enfermedades habitualmente tienen necesidad de tomar multitud de fármacos, lo que aumenta la posibilidad de efectos secundarios.
Gracias a la neuromodulación, podemos reducir considerablemente el uso de fármacos a medida que el paciente responde al tratamiento. Asimismo, se posiciona como la alternativa eficaz para personas que prefieren no recurrir al tratamiento farmacológico habitual por cualquier circunstancia.
¿Tienen una duración determinada? ¿Pueden suponer una solución definitiva para las patologías y trastornos de los que nos hablabas antes?
Depende mucho de cada paciente y técnica, si bien existen una serie de protocolos, estos se deben personalizar acorde a las características de cada caso. Habitualmente se procede a una fase inicial de estimulación más intensiva, cuya duración oscila de 1 a 6 semanas, por lo general.
Se usan cada vez con mayor frecuencia protocolos acelerados para reducir el tiempo de esta primera fase. Los resultados suelen comenzar a observarse a partir de la segunda semana de tratamiento. Posteriormente se procede a un tratamiento de mantenimiento, que se individualiza a cada paciente y circunstancia.
En casos de patología no resistente, tras una fase breve de mantenimiento puede darse de alta. En casos de patología resistente, deben mantener seguimiento clínico, para evitar posibles nuevos episodios de descompensación. Ante cualquier duda es esencial consultar con un especialista en Psiquiatría con experiencia.