¿Cómo podemos superar el trastorno de estrés postraumático?

Escrito por: Dr. Alfonso Rodríguez-Palancas Palacios
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Editado por: Top Doctors®

El trastorno por estrés postraumático (en adelante, TEPT) se trata de un proceso médico-psiquiátrico con unas características clínicas particulares.

 

Su identificación inicial, históricamente hablando, procede de la psiquiatría militar y de combate, y, si bien ha existido desde tiempo inmemorial, es en la primera gran guerra cuando empieza a hacerse especialmente manifiesto, siendo su eclosión identificativa en la II Guerra Mundial y su "consagración diagnóstica" en la guerra de Vietnam. No obstante, no se trata de un proceso que se circunscriba al combate ni a las catástrofes bélicas.

 

Se trata de un proceso psiquiátrico de expresión clínica abigarrada y heterogénea cuya identificación requiere, esencialmente, de la evaluación personal por parte de un psiquiatra experto. Un elemento esencial es la exposición a un estresor caracterizado por su alto nivel de violencia, por la amenaza hacia la vida o integridad de uno mismo o de terceras personas, en las que el sujeto es testigo directo o afectado inmediato (guerras, catástrofes naturales o artificiales, toda forma de violencia de especial intensidad, muertes, accidentes, violaciones, secuestros, agresiones, amenazas, atentados, etc.).

 

Exposición a un estresor caracterizado por su alto nivel de violencia o amenaza

 

No obstante, el hecho de verse expuesto a dicho estresor de máxima intensidad no implica, necesariamente, el desarrollo de un TEPT. De hecho, muchos combatientes, intervinientes en catástrofes y miembros de los cuerpos de seguridad, a pesar de verse expuestos a situaciones de alto estrés, incluso de manera repetida y continuada, jamás desarrollan TEPT. Evidentemente, como ocurre siempre en medicina, el desarrollo de una enfermedad va a depender de múltiples factores. En este proceso, se va a requerir ese estresor de intensidad manifiesta, pero también van a influir las características de la persona, su preparación, su madurez, la elaboración del estresor, el afrontamiento del mismo, los antecedentes psicofísicos, la red social de apoyo, la solicitud oportuna de ayuda, entre otros muchos factores.

 

 

¿Qué síntomas nos pueden alertar? 

Los síntomas pueden ser abigarrados y en ocasiones extraños. Es frecuente que profesionales de la Salud Mental que no tengan experiencia en este tipo de procesos no los identifiquen o los confundan con otros procesos, a lo largo de años, determinando la cronificación del proceso y trasformación en un cuadro aún más grave. Estos profesionales inexpertos, por el contrario, frecuentemente acuñan el diagnóstico de TEPT a sujetos que realmente no lo padecen por el mero hecho de haberse visto expuestos a un estresor grave. Con todo lo que ello puede implicar. 

 

La sintomatología nuclear se nutre de todo tipo de producción clínica como pueden ser: reacciones de bloqueo o sobresalto, alteraciones del sueño, inquietud, irritabilidad, anestesia emocional, desanimo, consumo de alcohol y tóxicos, conductas autolesivas o heteroagresivas, fenómenos disociativos en los que reviven la circunstancia violenta o amenazante, la huida, la evitación, el ensimismamiento y aislamiento social, e incluso el cambio de la personalidad, aunque esta ya esté conformada.

 

¿Cómo se trata?

El tratamiento pasa por la correcta identificación y, para ello, el elemento fundamental es la exploración por un médico psiquiatra experto en este tipo de trastornos y la obtención de la oportuna información respecto a lo vivido y sufrido que, frecuentemente, el sujeto con un auténtico TEPT no llega a exponer pues lo intenta evitar o incluso la desintegra en el contexto de su proceso de disociación o quebranto de la identidad personal. Es por ello que suele tratarse de un proceso laborioso y complejo.

Una vez se haya identificado, oportunamente, la intervención ha de ser inmediata y adecuada.

 

El tratamiento ha de ser médico-psiquiátrico y psicoterapéutico, siendo de ayuda moléculas antidepresivas, estabilizadoras y antipsicóticas, según el caso. El oportuno arropaje y apoyo psicoterapéutico y la psicoeducación dirigida, no solo sobre el paciente, sino sobre sus apoyos familiares y sociales, resulta esencial. El abordaje terapéutico requiere una gran experiencia, pues la mesura en el manejo de la exposición y rememoración del estresor es esencial para la mejora, evitando el empeoramiento. 

 

¿Qué secuelas puede dejarnos? 

Con un adecuado manejo, pues habrá casos en los que lo aconsejable es una intervención mínima y en otros una acción más intensiva, muchos procesos serán oportunamente superados, en el sentido de que la impronta del estresor permanecerá, pero no afectará de manera significativa al funcionamiento global de la persona.

En otras ocasiones, que pasan por la incorrecta identificación del proceso, por el rechazo al tratamiento del sujeto o por la realización de un abordaje inexperto e inadecuado, pueden constituirse en procesos crónicos que culminan con una trasformación persistente de la personalidad tras experiencia catastrófica que, según la gravedad, pueden llegar a condenar al paciente a la institucionalización o la indigencia. 

No obstante, con un adecuado manejo y tratamiento, y una oportuna movilización de los dispositivos psicosociales, la gran mayoría de los pacientes evolucionan favorablemente y recuperan su funcionamiento. 

 

¿Cuánto podemos tardar en superar el trastorno de estrés postraumático?

El TEPT puede tardar tiempo en expresarse clínicamente tras el evento traumático, sería la forma diferida. Otros aparecen de forma inmediata o muy próxima al evento. Respecto a la recuperación, es tremendamente variable, algunos pueden remitir en semanas o meses, y otros mantenerse durante años o, incluso, de por vida.

Son muchos los factores que influyen en ello, pero la intervención terapéutica pronta y adecuada siempre implica una mejor evolución pronóstica. Uno de los problemas es que muchos de estos pacientes, por la clínica que presentan, evitan el contacto médico, pudiendo condicionar la cronificación del proceso. 

 

 

¿El COVID-19 influye en la aparición de estrés postraumático? En ese caso, ¿qué podemos hacer?

En sentido estricto, la infección por SARS-COV-2, responsable de la COVID-19, no influye directamente en el TEPT, pero sí que influye la situación de amenaza vital hacia la integridad de uno mismo o de seres cercanos

 

El encontrarse gravemente enfermo, con un evidente riesgo vital, el verse sometido a procedimientos médico-quirúrgicos agresivos, aunque necesarios para la supervivencia, el aislamiento obligado y la incomunicación de los seres queridos, la tremenda ambivalencia e incertidumbre informativa, reiterativa por parte de los medios de comunicación, la situación de caos absoluto mundial en el manejo político-social de la crisis sanitaria, la incertidumbre científica y manipulación de resultados y estadísticas, dentro de un larguísimo etc. son estresores añadidos que pueden haber propiciado la producción de clínica psicotraumatológica a nivel exponencial.  

 

Respecto a lo que se puede hacer, es muy sencillo y complejo a la vez, seguir criterios médicos de base científica demostrada en el manejo de la pandemia y en el tratamiento de la infección por coronavirus, pero que no abandonen la humanidad inherente a todo acto médico y la ética exigida, evitando injerencias acientíficas de índole político-social-económica, al igual que propiciar el adecuado manejo psiquiátrico y psicoterapéutico de los pacientes.

 

Lo expuesto en el presente artículo se basa en mi experiencia profesional como Médico Especialista en Psiquiatría con la Subespecialidad en trastorno por estrés postraumático, entre otras subespecialidades y, evidentemente, se corresponde, en exclusividad, con mi percepción profesional a nivel particular, individual y personal. 

Por Dr. Alfonso Rodríguez-Palancas Palacios
Psiquiatría

El Dr. Alfonso Rodríguez- Palancas es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en Psiquiatría y Magíster en Psiquiatría Legal y Forense. Además, es especialista en alcoholismo y adicciones, en trastornos por estrés, experto en Psicopatología infanto-juvenil y cuenta con la capacitación investigadora en Psiquiatría.

Ha realizado la actividad pericial y asistencial psiquiátrica tanto en el sector público como en el privado; y cuenta con una amplia experiencia profesional en la evaluación pericial médico-psiquiátrica y en la emisión de informes médico-legales y su defensa en procedimientos judiciales de causa civil, social, laboral, familiar y penal.

Actualmente realiza su labor médica en el Instituto Pericial Médico Psiquiátrico.

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