Bocio multinodular: ¿qué es y cómo se trata?

Escrito por:

Dr. Antonio Sitges Serra

Cirujano general

Publicado el: 24/01/2017
Editado por: Noelia Pino García


El bocio multinodular constituye una de las afecciones más frecuentes de la glándula tiroides. Se produce porque algunas de las células de esta glándula sufren una proliferación benigna en forma de nódulos de tamaño variable (desde milímetros a más de 10 cm)

 

Causas del bocio multinodular

Algunas causas de bocio multinodular son conocidas. Entre ellas, destacan:

deficiencia de yodo ciertas enfermedades hereditarias presencia de antecedentes familiares

Sin embargo, en la mayoría de los bocios multinodulares no se dan ninguna de estas condiciones y no puede establecerse con seguridad cuál fue la causa que los produjo. Como otras enfermedades del tiroides, el bocio multinodular es tres o cuatro veces más frecuente en mujeres que en hombres.

El bocio multinodular se desarrolla lentamente a lo largo de muchos años y, por ello, suelen diagnosticarse después de la tercera o cuarta década de vida. No es excepcional, sin embargo, su aparición en personas jóvenes.

 

¿Cómo se diagnostica el bocio multinodular?

El diagnóstico del bocio multinodular se produce de maneras muy diferentes. En algunos casos, es el propio paciente o un allegado el que nota de forma casual la aparición de un bulto en el cuello, generalmente en la parte más anterior del mismo. En otros casos, el diagnóstico se realiza tras haber detectado alguna anomalía en las hormonas tiroideas estudiadas en un análisis de sangre. Finalmente, cada vez más bocios y nódulos de tiroides se diagnostican en el curso de alguna exploración radiológica del cuello o del tórax; como un escáner, una ecografía de las arterias carótidas o una resonancia de la columna vertebral cervical.

Una vez detectado un bocio multinodular hay que estudiar si la función del tiroides es correcta, y casi siempre es así. En algunos casos, sin embargo, puede detectarse un exceso de hormonas lo que da lugar al llamado hipertiroidismo que dependiendo de su intensidad puede o no presentar los típicos síntomas de esta enfermedad: aumento de la frecuencia cardíaca, irritabilidad, insomnio o sofocos, entre otros. También es recomendable realizar una extracción de células mediante una punción con una aguja fina (PAAF) para ver si existe la posibilidad, rara, de que alguno de los nódulos sea maligno. En pacientes con un bocio multinodular de gran tamaño, es recomendable realizar un escáner de cuello y pecho para conocer su extensión y si comprimen o desplazan las vísceras del cuello (tráquea o esófago).

 

Tratamiento del bocio multinodular

Hay tres criterios claros para tratar el bocio multinodular mediante cirugía practicando una tiroidectomía total o casi total, ya que la mayor parte de los bocios afectan a los dos lados de la glándula tiroides:

el exceso de hormonas tiroideas; la sospecha o confirmación de que alguno de los nódulos puede ser maligno; la existencia de síntomas debidos a la compresión que un gran bocio puede hacer sobre la tráquea o el esófago.

Entre éstos, los más frecuentes son la dificultad para tragar (disfagia) y la dificultad para respirar en casos en los que el calibre de la tráquea se ha reducido a más de la mitad de su calibre habitual. También se recomienda la cirugía para aquellos bocios que crecen hacia el tórax (endotorácicos), es decir, que descienden hacia los pulmones, ya que en estos casos la cirugía es más compleja cuanto más bajan los nódulos tiroideos.

En pacientes jóvenes, la mera existencia de un bocio multinodular de tamaño considerable (por encima de los 4 cm) puede ser ya una buena indicación para la operación, ya que con toda seguridad el bocio seguirá creciendo y, tarde o temprano, deberá ser extirpado.

Cuando el bocio multinodular es pequeño y no reúne ninguna de las características mencionadas, puede no operarse y realizar una ecografía y unos análisis anuales o bienales. Aunque algunos especialistas en Cirugía General aún recetan hormona tiroidea para frenar su crecimiento, no existe evidencia científica de que los bocios no operados deban ser tratados con medicamento alguno. Por tanto, lo más recomendable es el seguimiento mediante ecografía y reconsiderar la cirugía si el bocio multinodular crece o su función se vea alterada.

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