Artritis reumatoide: terapias biológicas para frenar su avance

Escrito por:

Dr. Javier Garcia Miguel

Reumatólogo

Publicado el: 02/05/2017
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La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria de origen inmunogenético en la que el sistema inmune ataca la membrana sinovial de las articulaciones. Es más frecuente en mujeres y se suele diagnosticar en pacientes que rondan los 20 o 30 años aunque, en ocasiones, puede aparecer a partir de los 60 años. 
Aunque el origen de la artritis reumatoide es desconocido, recientes investigaciones apuntan a la existencia de una susceptibilidad genética en el individuo en conjunción con determinados factores ambientales como el tabaco, el asbesto (derivado impuro del amianto) y determinados microorganismos de la flora oral e intestinal, que aún no han sido totalmente caracterizados.

La artitis reumatoide ataca la membrana sinovial de las articulaciones

 

Síntomas principales de la artritis reumatoide y cómo diagnosticarla

Los síntomas principales de la artritis reumatoide consisten en dolor y tumefacción de las articulaciones, básicamente en las manos, codos, extremidades inferiores y tobillos, si bien, básicamente, se puede afectar cualquier articulación del cuerpo que esté recubierta por membrana sinovial. Dicha inflamación, además de producir dolor, incapacidad y una importante limitación en las actividades cotidianas, a la larga puede producir erosiones irreversibles que pueden desembocar en deformidades articulares crónicas. Además, otros órganos pueden verse afectados, tales como la piel (en forma de nódulos cutáneos), los pulmones (fibrosis pulmonar, nódulos en el parénquima pulmonar o derrame pleural) y los tendones (tendinitis inflamatorias).
El diagnóstico de la artritis reumatoide es básicamente clínico, en función de los síntomas que explica el paciente y la forma de presentación de la artritis, apoyado por una exploración física adecuada, un análisis ecográfico para constatar las presencia de inflamación articular y de un análisis de sangre, en que se buscan autoanticuerpos.

 

Tratamiento de la artritis reumatoide

Inicialmente, y a la espera de confirmar el diagnóstico de artritis reumatoide, el tratamiento se basa en antiinflamatorios convencionales y corticoides orales. Estos tratamientos no se pueden mantener prolongadamente, por lo que, si la artritis se confirma, hay que sustituirlos por los llamados Fármacos Modificadores de la Enfermedad (FAME), una serie de fármacos antirreumáticos que sirven para que la inflamación no aparezca. Es decir, no solo hacen desaparecer el dolor y la inflamación, sino que frenan la progresión de la enfermedad: evitan la aparición de erosiones óseas y deformidades articulares, equiparando la calidad de vida a la de las personas sanas. Son fármacos fáciles de tomar, con escasos efectos secundarios, aunque requieren supervisión médica por un especialista en Reumatología y la realización de controles analíticos periódicos

 

Nuevos tratamientos de la artritis reumatoide: terapias biológicas

Un ligero porcentaje de los pacientes en tratamiento con FAME convencionales no logra que el dolor y la inflamación remitan. En estos casos se suelen utilizar las llamadas terapias biológicas, introducidas en los años 90 y que supusieron una auténtica revolución por su alta efectividad en el control de los síntomas y en la detención del progreso de la enfermedad. Consisten en anticuerpos monoclonales diseñados específicamente para bloquear moléculas clave del proceso inflamatorio. Existen diferentes tipos de terapias biológicas: los más conocidos son los fármacos anti-TNF alfa. Sin embargo, en la última década se han desarrollado otros agentes biológicos dirigidos contra diferentes dianas de la inflamación. Es el reumatólogo quien decidirá cuál de los múltiples fármacos es el más conveniente, en función del tipo de artritis y de los antecedentes del paciente.

 

Pronóstico de los enfermos de artritis reumatoide

Existen diferentes factores de mal pronóstico en los pacientes con artritis reumatoide: ser mujer, una edad de inicio joven, factor reumatoide positivo y muy elevado, presencia de erosiones articulares y afectación poliarticular, entre otros. Sin ningún tipo de tratamiento, el pronóstico es ominoso, con mala calidad de vida, deformidades articulares, incapacidad laboral severa y disminución de la esperanza de vida. No obstante, en la actualidad el tratamiento con antirreumáticos convencionales (FAME) o terapias biológicas permite, al frenar los síntomas y la progresión, mantener una calidad y una esperanza de vida similar a la de aquellas personas sin artritis. Es por ello que es muy importante iniciar dichos tratamientos lo antes posible, una vez confirmada la enfermedad, y asegurar una buena adherencia al tratamiento por parte del paciente.

 

 

 

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