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En esta entrevista el Dr. Daniel Cabezalí, especialista en Urología Infantil y Cirugía Pediátrica, explica qué grados hay, cómo podemos detectarla y cómo se trata.
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Como decíamos anteriormente, en el hipospadias el meato no se localiza en la punta del pene, por lo tanto la micción no va a ser recta, va a dirigirse hacia la zona de los pies. Y por otro lado, la incurvación del pene va a suponer que en un futuro ese paciente pueda tener problemas con las relaciones sexuales. Por lo tanto, los objetivos principales es corregir, por un lado, la incurvación peneana, para conseguir un pene recto que no tenga problemas en las relaciones en un futuro y por otro lado, la micción también recta, y eso se conseguirá colocando el meato en la posición normal, es decir, en la punta del pene. Es importante, por otro lado, no solamente la corrección funcional, sino también estética. Es decir, que una vez conseguido la rectitud del pene y la micción normal, también es importante el aspecto estético de los genitales. Es importante también tener en cuenta que no todos los hipospadias requieren el mismo tipo de cirugía. Un hipospadias localizado en la zona cercana a su posición normal no va a requerir la misma cirugía que un hipospadias con un meato situado en la zona interescrotal. En muchos casos pueden ser necesarias dos cirugías, una para conseguir la rectitud del pene y la segunda para corregir la uretra y localizar el meato en una posición normal.
Una de las complicaciones más frecuentes que pueden aparecer dentro del hipospadias es la fístula uretrocutánea, es decir, una zona de toda la sutura de la uretra que se ha reconstruido, que se abre a través de la cual comienza a salir orina. Por lo tanto, el paciente emitiría orina por su meato recién reconstruido y por la zona que se ha abierto, como se puede ver en la fotografía. Otra posible complicación es la estenosis del meato, es decir, la estrechez de este nuevo meato creado. Y en muchas ocasiones van acompañadas tanto en la estenosis del meato como en la fístula uretrocutánea. Este tipo de complicaciones se pueden intervenir y suelen ser cirugías menos complicadas que la primera intervención.
La hidronefrosis es una patología que suele diagnosticarse prenatalmente, pero es importante postnatalmente hacer una ecografía para confirmar ese diagnóstico prenatal y en función de ella se realizarán otra serie de pruebas para determinar qué patología es la que está produciendo esa hidronefrosis. Una obstrucción, un reflujo... y en función de ella, saber también distinguir qué hidronefrosis van a requerir un tratamiento quirúrgico, una intervención, o cuáles se van a resolver de manera espontánea, sin necesidad de ningún tipo de intervención quirúrgica.
En función del diagnóstico final al que hemos llegado con esa hidronefrosis, es decir, una vez que sabemos la patología causante de esa hidronefrosis, muchas de ellas van a requerir tratamiento quirúrgico. Por ejemplo, la estenosis de la unión pieloureteral es una patología que generalmente, ya que altera la función del riñón, va a requerir tratamiento quirúrgico. Con la resección o corte de la zona estrecha, de la zona estenótica que hay entre la unión del riñón y el uréter y posterior unión nuevamente tanto el uréter como de la pelvis. Esto puede hacerse con cirugía abierta o, como se aprecia en el video, mediante laparoscopia. La laparoscopia ofrece las ventajas de que produce una recuperación más rápida del paciente, con una mejor estética al dejar menos cicatrices, es decir, que únicamente se introducen las pinzas a través de unas mínimas incisiones sin producir la cicatriz que produce una lumbotomía convencional. Otras patologías, como pueden ser un megauréter obstructivo, también suelen requerir tratamiento quirúrgico, pero solamente en algunas circunstancias, no de manera general, es decir, únicamente cuando hay una alteración de la función renal. Y en ese caso lo que se suele hacer es, como se aprecia en el video, dilatar la zona estrecha mediante endoscopia o en ciertas ocasiones es necesario también alguna intervención. Y esta intervención también puede realizarse por laparoscopia, ofreciendo las ventajas que hemos comentado anteriormente. Otras patologías como el reflujo vesicoureteral son patologías que en ocasiones, cuando producen unas infecciones urinarias de manera constante y en ciertas edades, está indicado el tratamiento. Y su tratamiento es un tratamiento endoscópico, no invasivo, que consiste en la corrección de la unión del uréter con la vejiga, produciendo una válvula con la inyección de un material, evitando así el reflujo de orina de la vejiga hacia los riñones.
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