¿Qué es la displasia de cadera?

Escrito por: Dra. María de los Llanos Rodríguez Rodríguez
Publicado:
Editado por: Yoel Domínguez Boan

El término displasia del desarrollo de la cadera (DDC) hace referencia a una anomalía en el tamaño, la forma o la orientación del acetábulo, de la cabeza femoral o de ambos, o de la relación entre ellos, que son los huesos que componen la articulación de la cadera.

Comprende un espectro amplio de alteraciones que van desde la displasia acetabular (con un acetábulo poco profundo e inmaduro que puede condicionar la aparición de una subluxación o luxación de la cabeza femoral), una subluxación de cadera (desplazamiento de la cabeza femoral sin perder contacto con el acetábulo) o una luxación, con pérdida del contacto entre ambas superficies articulares.

Esta alteración puede estar presente al nacimiento o desarrollarse posteriormente y puede afectar a una o las dos caderas. 

 

 

¿Cómo se manifiesta?

La DDC no produce dolor en los niños que la padecen, por ello a veces es más difícil su diagnóstico.

En recién nacidos o neonatos los padres pueden notar:

  • Ruidos o resaltes (“clunk”) a la movilización de la cadera.
  • Disminución de la abducción (separación) de una pierna con respecto a la otra.
  • Diferente longitud de ambas piernas.
  • Asimetría en los pliegues de las piernas.

 

Los niños que caminan pueden presentar:

  • Disminución de la abducción (separación) de una pierna con respecto a la otra
  • Diferente longitud de ambas piernas
  • Asimetría en los pliegues de las piernas.
  • Cojera en la deambulación.

Los casos con afectación bilateral pueden ser más complicados de detectar ya que no existirían diferencias entre ambas piernas

 

La displasia de cadera puede estar presente desde el nacimiento del bebé
 

 

¿Cómo se diagnostica? ¿Qué pruebas se realizan?

Todos los recién nacidos han de ser explorados al nacimiento.

El diagnóstico inicial en recién nacidos es clínico, mediante las maniobras de Ortolani y Barlow, lo que nos permite comprobar si la cadera está luxada o si es inestable.

En los niños más mayores —principalmente a partir de los 3 meses— puede evidenciarse una limitación de la abducción (apertura de cadera) o una diferencia de longitud de las piernas (signo de Galeazzi).

Estas exploraciones han de repetirse en los controles de salud hasta que el niño cumpla un año.

La confirmación diagnóstica se realiza mediante una ecografía que nos dará información sobre la severidad de la afectación y nos permitirá valorar la efectividad del tratamiento. A partir de los 4-6 meses pueden realizarse radiografías de pelvis.

En los recién nacidos con factores de riesgo es recomendable realizar una ecografía de control entre las 4-6 primeras semanas de vida, aunque la exploración sea normal.

 

 

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Se han identificado varios factores de riesgo que influyen en el desarrollo de la displasia de cadera. Los más importantes son:

  • Presentación de nalgas o podálica.
  • Antecedentes familiares de displasia de cadera (padres y hermanos).
  • Sexo femenino, ya que tienen más sensibilidad a las hormonas maternas que producen una mayor elasticidad.
  • Cadera izquierda, debido a la postura intraútero en aducción al estar apoyada contra sacro.
  • Primogénitos, por la mayor rigidez del útero materno.

Otros factores de riesgo comprenden la limitación de la movilidad fetal, la macrosomía fetal, el oligohidramnios, las gestaciones múltiples, la limitación de la movilidad fetal, la presencia de deformidades posturales congénitas, la edad materna avanzada o las inmovilizaciones postparto con las piernas en extensión y las caderas en aducción.

 

 

¿De qué forma se trata la displasia?

El diagnóstico precoz es fundamental para el tratamiento exitoso de la displasia de cadera.

En los niños menores de seis meses de edad y con caderas reductibles el tratamiento consiste en la colocación de una férula de abducción que mantenga la cadera reducida. El dispositivo más empleado es el arnés de Pavlik. La duración del tratamiento dependerá de la severidad de la DDC y de la evolución, generalmente se mantiene durante 3 meses. Si la ecografía o la radiografía muestran una buena reducción este será el tratamiento. Si por el contrario tras una semana de tratamiento (hasta tres semanas según algunos autores), la cadera no está colocada en su sitio (reducida), será necesario plantear otro tipo de tratamiento, como la reducción cerrada bajo anestesia y colocación de un yeso pelvipédico, previa tracción.

En niños mayores de 6 meses generalmente el tratamiento de reducción cerrada bajo anestesia y colocación de yesos pelvipédicos es el de elección.

En aquellos niños en los que no es posible conseguir una reducción mediante estos métodos o en niños mayores de 18 meses es necesario realizar una reducción abierta, es decir una intervención quirúrgica que nos permita el correcto posicionamiento de la cadera, para prevenir las secuelas futuras. Los pacientes que presentan luxaciones teratológicas (antes del nacimiento) o asociadas a síndromes polimalformativos suelen precisar con frecuencia este tratamiento, y tienen un peor pronóstico.

Si desea más información sobre la displasia de cadera, consulte con un traumatólogo infantil

Por Dra. María de los Llanos Rodríguez Rodríguez
Traumatología infantil

La Dra. María de los Llanos Rodríguez es una reputada especialista en traumatología, experta en: ortopedia y traumatología infantil, deformidades en miembros inferiores y pies, patología de cadera, fracturas, patología neuromuscular y alteraciones de la marcha, entre otros. Acumula una extensa trayectoria profesional y desde el año 2009 ejerce en el Hospital Materno Infantil Terresa Herrera (CHUAC) de A Coruña, con dedicación exclusiva a la Traumatología y Ortopedia Pediátrica. 

También cuenta con experiencia en el tratamiento de las patología del pie, la cadera y la rodilla, deformidades angulares y torsionales de los miembros inferiores y de la columna, además del tratamiento de lesiones y fracturas en la infancia.

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