¿Debo ponerle a mi hijo una pulsera de localización?
Escrito por:La tecnología puede facilitar o interrumpir nuestro estilo de vida, dependiendo del uso que se le dé. Desde siempre, padres y adultos responsables de niños pequeños se han preocupado por la protección y seguridad de estos, y sobre esto es necesario dejar claro que, hay que prevenir las desapariciones de menores de edad, en especial de los más pequeños y en escenarios tan propicios para un extravío como una playa atiborrada de personas en pleno verano.
Pero con tecnología o sin ella, ante todo hay que usar el sentido común y enseñar las mínimas habilidades de supervivencia a los niños: (Las pulseras o relojes, aunque sean fantásticos y nos den sensación de control y seguridad, se pueden quitar, perder o, extraviar).
Habilidades de supervivencia para niños
A los niños menores de 3 años hay que vigilarlos, y más que eso: estar con ellos (móvil apagado), jugar y compartir el placer de sus descubrimientos.
A partir de 3 o 4 años:
- Enseña a tu hijo/a su nombre completo, cómo se llaman sus padres. El nombre de la calle en la que vive, o el hotel en el que está alojado, en el caso que estemos de vacaciones.
- Al llegar a la playa localiza un “Punto de encuentro”: por ejemplo el puesto del socorrista, o el bar, y pídele a tu hijo/a que si se extravía acuda y pida ayuda.
- También puedes escribirle en la parte interior del brazo con rotulador tu número de teléfono.
Los niños mayores de 5:
- Enséñales las direcciones y números de contacto. Pueden perfectamente memorizarlos. También les puedes enseñar el teléfono para casos de niños desaparecidos, que es el 116000.
- Marca un territorio en el que pueden moverse y jugar en la playa, la urbanización… teniéndoles siempre a la vista, pídeles que se aproximen con cierta regularidad a tu sitio.
- Ya deben tener noción de ciertos peligros e interiorizadas las normas y límites que les hayan enseñado sus padres sobre su comportamiento, cómo relacionarse con otros, horarios y permisos.
¿Es realmente necesario un control absoluto?
Hoy en día la tecnología nos pone muy fácil tener un control absoluto de nuestros hijos, tener registro de sus conversaciones, imágenes…Tal vez, el recurrir a esta necesidad de control puede estar justificado en muchos miedos que los padres y adultos protectores tienen acerca de diversos peligros que pueden acechar a niños/as y adolescentes o también, puede implicar una gran desconfianza en el/la propio menor.
Es importante promover la autonomía de los menores, su desarrollo moral y madurez para asumir las consecuencias de sus actos, en vez de únicamente ponerle el dispositivo de control:
Según la Convención de los Derechos del niño y la Ley de protección jurídica del menor: Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto de las comunicaciones.
Todos tenemos obligación de conocer la ley, y los menores de edad deben saber que, aunque tienen derecho a la intimidad, ésta se consigue a través de la confianza y la responsabilidad. También deben saber que a partir de los 14 años tienen responsabilidad penal, lo que quiere decir que tienen que asumir las consecuencias e implicaciones de sus acciones, no solo ante los padres, que son sus responsables legales, sino en su caso, también tienen que rendir cuentas ante la justicia.
¿Dónde están los límites del control a los menores?
Un adolescente sano/a quiere crecer, quiere tener experiencias, reivindica espacio y libertad, y esto acompañado de una buena formación de valores, autoestima positiva y personalidad sólida y fuerte, no puede ser malo. La sobreprotección crea grandes estragos en los menores de edad y multiplica y agrava la conflictividad familiar.
Los padres y madres sanos, acompañan a sus hijos/as en cada etapa de su vida, viéndoles convertirse en personas que son capaces de enfrentarse a sus errores, a sus retos y a conseguir sus sueños. Para ello, en algún momento, deben dar solo un paso atrás, acompañar, cuidar, estar atentos a las señales de problema o desbordamiento, aconsejar y ser siempre un buen ejemplo.
Si los padres sobre-involucrados tienen un gran sufrimiento, no pueden permitir esta libertad y se quieren mantener en el control de sus hijos/as, sería bueno que se apoyen en los profesionales que, como yo, trabajamos con ellos para ayudarles a superar este bache evolutivo o a valorar psicológicamente a estos menores si fuese necesario.