Video del Dr. Daniel Cabezalí Barbancho
El hipospadias es una patología de la uretra en la que existe una localización anómala del meato uretral. En vez de localizarse en la zona del apex de la punta del glande, se localiza en otra posición a lo largo de la zona ventral del pene. Es decir, fuera de su sitio normal. Puede localizarse en la zona del surco balanoprepucial, tal como se aprecia en la fotografía, o puede localizarse a lo largo del pene, o incluso en la zona interescrotal. Dependiendo de la localización del meato, así va a ser la complejidad y la gravedad de la patología. Asimismo, lleva asociadas otras complicaciones, como incurvación peneana, e incluso la alteración del prepucio, que en vez de estar conformado de una manera normal, es mucho más redundante en la zona dorsal del pene. Es una patología que no suele diagnosticarse de manera prenatal, sino que se diagnostica cuando los pacientes nacen. En la exploración general del recién nacido se puede visualizar cómo el meato no está en la zona normal del pene, sino que está en una posición anómala.
En el posoperatorio, el paciente está con una sonda uretral que va a recoger la orina que proviene de la vejiga, para mantener toda la zona reconstruida, seca; y también con un vendaje para evitar la inflamación, ya que toda la zona genital es una zona que con las intervenciones se dematiza y se inflama mucho y, por lo tanto, es importante mantener este vendaje para comprimir la zona durante los primeros días. El tiempo que el paciente va a estar con la sonda dependerá del tipo de intervención, ya que algunos pacientes con hipospadias leves pueden estar con la sonda de 3 a 5 días y otros pacientes con hipospadias más severos que han requerido intervenciones más importantes puedan requerir la sonda de 7 a 10 días. Asimismo, los pacientes tomarán una medicación para evitar los dolores producidos por la intervención y por la presencia de la sonda en la vejiga. Esta sonda se puede retirar sin complicaciones en la consulta, en la visita al médico.
La hidronefrosis consiste en la dilatación del tracto urinario. Se puede hablar de hidronefrosis si únicamente está dilatado el riñón o de ureterohidronefrosis, si también está dilatado el uréter. Se puede producir por una estenosis o estrechez del tracto urinario que produciría una dilatación hacia atrás de toda la zona, tanto el uréter como del riñón, o bien por un reflujo de orina desde la vejiga hacia el riñón. Entre las causas más frecuentes de hidronefrosis se encuentra la estenosis de la unión pieloureteral, que consiste en una estrechez o una obstrucción justo en la zona de unión entre el riñón con el uréter. En ese punto se produce una obstrucción y produce de manera retrógrada, es decir, hacia atrás, una dilatación del riñón, que puede, si se deja mucho tiempo, estropear la función renal.
La hidronefrosis por sí no produce sintomatología, sino las patologías que producen la hidronefrosis. Y dentro de esas patologías que producen hidronefrosis, hay que vigilar la función renal, ya que, por ejemplo, una obstrucción mantenida del tracto urinario puede producir una alteración de la función renal. También es importante descartar infecciones del tracto urinario, ya que hay gérmenes más propensos a producir infecciones en aquellos pacientes en los que existe un reflujo vesicoureteral que también produce hidronefrosis o una obstrucción del tracto urinario, como hemos comentado anteriormente.