Síndrome de dolor pélvico crónico, ¿con qué síntomas se manifiesta en hombres y en mujeres?

Autore: Dr. Eduardo Vicente Palacio
Pubblicato:
Editor: Patricia Pujante Crespo

Hay que considerar que existe un dolor pélvico crónico cuando el paciente percibe dolor, disconfort o malestar localizado en la pelvis y que se asocia a consecuencias de tipo emocional, sexual, de conducta o de relación social y suele, además, acompañarse de síntomas urinarios, sexuales, ginecológicos o del suelo pélvico. Estos síntomas deben durar al menos tres meses si son continuos, o seis meses si son cíclicos. De este modo eliminamos el concepto “puntual”.

 

Ante un paciente que relata estos síntomas los especialistas en Urología estamos obligados a realizar un interrogatorio exhaustivo y una exploración minuciosa para que, de este modo, apoyados en ciertas pruebas de imagen o de laboratorio, determinemos si existe alguna enfermedad concreta cuyo tratamiento esté bien definido.

 

En muchas ocasiones no se detecta una causa o enfermedad concreta sino que nos encontramos ante un problema únicamente de dolor. No existe un tumor, ni una infección, ni un traumatismo que expliquen el dolor. Hablamos entonces de síndrome de dolor pélvico crónico.

Primer plano del torso y vientre de una mujer recostada de lado, tocándose el abdomen - dolor pelvico cronico
El síndrome de dolor pélvico crónico afecta tanto a hombres como mujeres,
con síntomas de dolor intenso en la zona del bajo vientre

 

¿Qué síntomas definen el dolor pélvico crónico?

Evidentemente el síntoma principal, que da nombre al síndrome, es el dolor. Sin embargo, no siempre es un síntoma tan evidente. Los pacientes pueden percibir una sensación de peso en el bajo vientre, disconfort o incomodidad, un ardor, una sensación punzante o cortante, espasmos, sensación de pelota o cuerpo extraño en el interior de la pelvis o del periné, o sensación de corriente o descarga eléctrica.

 

Junto a esas diferentes percepciones relacionadas con el dolor se asocian síntomas que se originan en los órganos alojados en la pelvis: dificultad para orinar, molestias durante la micción o con la vejiga llena, urgencia o incontinencia urinaria, trastornos en la defecación, dolor durante las relaciones sexuales y síntomas en el área genital (clítoris, vulva y vagina en las mujeres; glande y testículos en los hombres).

 

¿Suele ir asociado el dolor pélvico crónico a determinadas patologías?

Todo dolor pélvico asociado a una patología concreta e identificable (por ejemplo, un tumor, una endometriosis) no entra en la categoría de “síndrome de dolor pélvico crónico”. Sin embargo, sí que existen entidades de origen no claramente establecido que son el origen del dolor:

  • Trastornos de origen neuropático: degeneración, atrofia, atrapamiento, lesiones de incierto origen traumático sobre nervios pélvicos y perineales, etc.
  • Trastornos de origen miofascial por contractura, atrofia, alteraciones de la estática corporal o posibles microlesiones musculares.
  • Enfermedades o cuadros dolorosos originados en los órganos y vísceras de la pelvis de diagnóstico complejo y naturaleza desconocida, como los síndromes de dolor vesical, la vulvodinia, los síndromes de dolor prostático crónico (antes denominados prostatitis crónicas) o los dolores testiculares crónicos.

 

¿Cómo diagnosticar el dolor pélvico crónico?

Dado que estamos hablando de una condición descrita por un síntoma central, el dolor, el diagnóstico se sustenta en tres pilares básicos absolutamente imprescindibles:

  • Una historia clínica con un interrogatorio muy minucioso, detallado, centrándose en el síntoma y sus características, no solo de intensidad sino en sus matices (punzante, ardiente, eléctrico, etc.). Si es cíclico, si empeora en determinadas circunstancias, en algún momento del día o del ciclo menstrual, al realizar ciertas actividades o ingerir determinados alimentos, en determinadas posturas (sentado, acostado, de pie), etc.
  • Una exploración física sistemática y exhaustiva. Partiendo de una evaluación de la estática corporal, la valoración de cada cicatriz o punto doloroso, la evaluación de la sensibilidad de los distintos nervios de la pelvis y del periné, la exploración de todos los músculos y las vísceras y su sensibilidad y, finalmente, una palpación del nervio pudendo en todo su trayecto.
  • Exploraciones complementarias que no tienen un poder de diagnóstico alto en esta enfermedad, pero permiten descartar ciertas patologías como tumores o endometriosis, y respaldan las sospechas diagnósticas obtenidas mediante el interrogatorio y la exploración física adecuadas.

 

¿Cuándo y cómo debe tratarse el dolor pélvico crónico?

Los dolores, mantenidos en el tiempo, tienen consecuencias emocionales sobre el paciente que se traducen en una serie de fenómenos importantes y graves:

  • Establecimiento de una “memoria del dolor”, lo que significa que el dolor se nos queda grabado en el cerebro.
  • Alteraciones en la esfera de la labilidad emocional y la depresión.
  • Creación de pensamientos catastrofistas que sitúan el dolor y la preocupación en el centro de sus vidas y sus pensamientos.
  • Ampliación de la sensación del dolor provocado por todos esos fenómenos afectivos y de atención.
  • Alteración de la vida cotidiana y las relaciones personales, profesionales y sociales.

 

Por este motivo el dolor debe ser identificado y tratado de modo temprano, despejando al paciente toda sombra de duda sobre la posible existencia de enfermedades graves como los tumores. Una vez descartadas estas enfermedades determinamos cuáles son los órganos, las vísceras o los tejidos que originan el dolor. Entonces buscamos si existe un origen muscular, nervioso, vesical, prostático, genital o una combinación de ellos. Y, finalmente, tratamos cada uno de esos generadores de dolor.

 

Junto al tratamiento del dolor debe controlarse el elemento emocional, las incertidumbres del paciente y la posibilidad de que se haya establecido ya una “memoria del dolor” y una centralización de los síntomas en nuestro sistema nervioso central.

 

Es importante entender que el dolor existe aunque no encontremos su causa, que no es una invención del paciente y que, aunque sin duda existen elementos emocionales ligados a todo dolor, no es algo “psicológico”.

 

Cada paciente es un mundo y el dolor se manifiesta en cada uno de nosotros de modo muy personal. Debemos trasmitir al paciente y hacerle entender varios puntos:

  • Su dolor es real, aunque no encontremos la causa exacta.
  • Su dolor está ligado a elementos emocionales que también debemos tratar. Si recomendamos ayuda psicológica o medicamentos antidepresivos no es porque pensemos que se trata de que está loco o su dolor es inventado, sino porque sabemos que todo dolor crónico lleva, de manera inevitable, una afectación en la esfera psicoemocional.
  • Su dolor no es producido por un tumor o una enfermedad que amenace su vida. Detrás de su dolor solo hay dolor.
  • No siempre es posible eliminar el dolor al 100% pero podemos aliviarlo. Aunque el dolor pueda ser inevitable, sí que podemos evitar el sufrimiento.
  • El tratamiento es, con frecuencia, complejo, difícil de tolerar y largo, pero logra aliviar el dolor en prácticamente todos los pacientes.
  • El dolor puede tener empeoramientos ocasionales y eso no significa que el tratamiento no sea eficaz.
  • El equipo que le trata lucha de su lado para ayudarle y, cuanta más confianza exista entre el paciente y el personal sanitario, mejor es el resultado obtenido.
*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

Dr. Eduardo Vicente Palacio
Urologia

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

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