¿Qué es y quién padece el duelo?

¿En qué momento empieza el duelo en la enfermedad crónica?

En la enfermedad crónica el duelo empieza cuando la persona empieza a entrar en contacto con su dolor y a raíz de ‘algo que se ha perdido’. Empieza, por un lado, cuando las circunstancias ofrecen a la persona con enfermedad crónica la posibilidad de empezar este proceso y por otro lado, cuando ésta puede reconocer y entrar en contacto con las pérdidas generadas por la enfermedad.

El proceso puede presentar unos matices bastantes peculiares. El duelo es un proceso natural que el ser humano experimenta como consecuencia de una pérdida sea que se trate de una pérdida material o inmaterial, del fallecimiento de una persona querida, de un cambio en el estilo de vida, de la pérdida del trabajo y de otros tipos de pérdidas.

En el caso de la enfermedad crónica, y más si se trata de una enfermedad degenerativa, la persona que padece tal enfermedad, aún antes de que se le diagnostique, puede tener unos síntomas que le alertan sobre un cambio en su estado de salud y por ende puede que se vaya volviendo consciente de sus pérdidas progresivas. Cuando es así, se da cuenta de que ya no puede hacer algo que sí podía hacer antes, pero todavía no sabe el porqué.

Se trata de un sufrimiento inexplicable que no posibilita al procesamiento de la pérdida porque de hecho todo resulta ser todavía incomprensible y más bien da pie a una serie de preguntas que no acaban teniendo respuestas, activando unos procesos emocionales que pueden influir en el bienestar psicológico de la persona misma y de su entorno, el familiar o de amigos.

Otro momento en el que se puede activar el proceso de duelo es cuando se recibe el diagnóstico de una enfermedad. Hay que decir que aún así no es preciso que se active el proceso de duelo, de hecho, tanto antes del diagnóstico cuanto después, una persona puede no iniciar el proceso de duelo, consciente o inconscientemente, porque puede negar aquello que está viviendo, como mecanismo de protección de uno mismo o de protección de otros seres queridos. ¿Cuántas veces hemos oído decir “no, esto no es posible…” o “¿Esto no puede ser”?? Se trata de una respuesta natural que tiende a negar lo que acaba de ocurrir, para protegernos de un dolor.

Puede darse cuando muere un ser querido, cuando percibimos una gran injusticia que nos priva de algo o de alguien. Puede ser un pensamiento recurrente durante mucho tiempo a lo largo del proceso de duelo y que acaba teniendo consecuencias para nuestra salud.

En el caso de la enfermedad crónica puede darse algo parecido. La persona diagnosticada a menudo pide una segunda opinión a otro profesional, se informa a través de las redes sociales, o con otras personas conocidas. Es decir, está pasando por en estado de shock por lo cual lo primero que acaba pensando es “no puede ser que esto me esté ocurriendo a mí”.

¿Quién padece el duelo?

Toda persona que padece una enfermedad crónica acaba activando un proceso de duelo por aquello que pierde ya no sólo en términos de salud sino también en términos de cambios en el estilo de vida por supuesto más o menos impactante según el tipo de enfermedad diagnosticada. En personas diagnosticadas con enfermedad crónica y degenerativa el duelo asume unos aspectos peculiares a raíz de las pérdidas progresivas que implican una continua reactivación del proceso. Se trata de unos procesos que no solo impactan en la persona enferma sino también en los familiares y en los amigos que tienen que lidiar con una nueva situación. En algunos casos también en los compañeros de trabajo cuando una persona puede seguir trabajando, pero con la necesidad de algún tipo de adaptación en su lugar de trabajo.

¿Cómo se puede tener una actitud positiva en situación de duelo?

Ante la situación de una pérdida y de dolor es recomendable y útil para la salud física, emocional y psicológica de la persona, tener un tipo de actitud que tenga en cuenta la realidad y a la vez el estado emocional en el que nos encontramos.

A menudo solemos escuchar palabras como “tienes que luchar… tienes que ganar esta batalla”, todos consejos y deseos que con mucho cariño que nos dan las personas que más nos quieren. Es natural que nuestros seres queridos se preocupen por nosotros, lo que a veces no se tiene cuenta es que no siempre se trata de hacer algo. A raíz de un diagnóstico, como consecuencia de la progresión de la enfermedad, también es importante ponerse en contacto con las propias emociones, reconocerlas y aceptarlas tal como son, sin juzgarlas, sin juzgarnos por el hecho de sentirnos así.

Una actitud útil es sentir aquello que nos pasa, reconocerlo, y poco a poco nos veamos capacitados para pasar a la acción entonces dar aquellos pasos aceptar la realidad e ir adaptándonos a las nuevas situaciones. Es muy importante recordar algo que a menudo mal interpretamos, el proceso de la aceptación de “lo que es” no tiene nada que ver con la resignación.

Este concepto es fundamental para ir teniendo, cada persona con sus tiempos y a su manera, una actitud proactiva que permita percibirnos a nosotros mismos como seres humanos vivos, más allá de la enfermedad.

Se trata de una actitud que nos facilita una visión mucho más amplia a través de la cual podremos darnos cuenta de cuantos recursos tenemos y de cuantos nos quedan por descubrir, para ir añadiendo una cierta calidad de vida siempre compatible mente con la realidad que nos toca vivir. Es decir, aceptar no es ser un perdedor, no es resignarse, más bien es un proceso que nos puede llevar a tener una actitud útil y constructiva, que nos puede brindar una serie de oportunidades para vivir cuanto mejor posible con nosotros mismos y con las personas con las que queremos seguir compartiendo tiempo y una vida de calidad.

¿El duelo puede causar depresión? ¿Se puede prevenir?

Todo proceso de duelo implica un trabajo emocional más o menos complejo dependiendo del tipo de pérdida que hemos sufrido.  El proceso puede resultar más o menos llevadero a raíz de los recursos personales, de la red de apoyo que tengamos, de la capacidad de resiliencia que tengamos y de la posibilidad de ir dando los pasos oportunos para realizar las tareas propias de cada proceso de duelo. A todo esto, hay que añadir muchos factores externos, económicos, relacionales, experiencias vitales. Cuando no existen estos recursos entonces es posible que desde un estado anímico deprimido puede desarrollarse un trastorno del estado de ánimo, aquello que llamamos depresión.

Es cierto que hay personas que están más predispuestas a desarrollar una depresión y otras menos. Como hemos dicho depende de distintos factores, y por supuesto en algunas circunstancias será necesario acudir a un profesional para que nos pueda acompañar durante un proceso que nos permita mejorar nuestra condición de salud mental y emocional y evitar estados depresivos que conducirían a situaciones que nadie desea.

En el caso de personas con enfermedad crónica, y más si se trata de una enfermedad degenerativa, la investigación confirma que la tasa de personas que acaban padeciendo una depresión es más alta que en personas sin un diagnóstico de ese tipo.

¿Qué consejos daría a una persona con una enfermedad crónica? ¿Y a sus familiares/amigos?

Es muy importante que la persona que padece una enfermedad crónica no deje que sus días estén condicionados por la enfermedad. Es útil recordar que antes de ser personas ‘con’ una enfermedad crónica o degenerativa somos personas con una identidad, con nuestra historia pasada, con un presente, con deseos, intereses y proyectos. La enfermedad, a pesar de condicionar nuestra vida, salud o actividades, sólo es un elemento entre muchos otros y no define lo que somos, más bien nos recuerda aquello que nos está pasando.

Tenerlo en cuenta también es una ayuda para las personas que nos cuidan, sean familiares o no, y para los amigos. En algunas situaciones estas personas se preocupan tanto por nuestro bienestar y a veces exceden en su cuidado olvidando sin quererlo la importancia que tiene la autonomía de la persona cuidada, sus voluntades, sus necesidades, su libertad de sentirse alegre, triste y experimentar las emociones y la vivencias tal como lo desea. El necesario dejar que la se sienta en derecho de pedir ayuda cuando quiere. De esa forma conseguiremos dos objetivos. Por un lado, la persona con enfermedad se sentirá más libre y autónoma y por otro lado el familiar o el cuidador reducirá su carga y podrá regular mejor el estrés generado por la carga de la acción del cuidado.

¿Cómo puede ayudar un psicólogo a superar el duelo?

Quien padece una enfermedad crónica puede afrontar de forma resiliente las dificultades que se van presentando diariamente tanto en su vida personal como en la relacional y profesional. Quiero recordar que la resiliencia es la habilidad de saber responder con recursos propios a las adversidades que se presentan en determinadas circunstancias. Se trata de una habilidad que se va desarrollando desde muy pequeños y que puede ser adquirida paulatinamente a lo largo de la vida. Cuando la persona se siente superada por las dificultades y por ende acaba padeciendo una alta carga emocional con un alto nivel de estrés o se dan cuenta de que empieza a tener pensamientos negativos o conflictos con los seres queridos, amigos y personas, entonces puede ser muy útil pedir ayuda a un profesional especializado que pueda acompañarle en la búsqueda de soluciones y en el desarrollo de habilidades que le permitan hacer más llevadera su situación diaria o inclusive lidiar con posibles trastornos. Es recomendable ser muy consciente de las propias dificultades y de las limitaciones y prevenir problemas de cualquier tipo que habrían podido ser evitados (emocionales, o hasta conductuales). Mejor prevenir que curar.

Los familiares pueden lidiar de forma eficiente con las dificultades que se van presentando cotidianamente, pero ellos también pueden necesitar recursos para gestionar relaciones problemáticas y conflictivas por lo cual es aconsejable pedir ayuda a un profesional de la psicología especializado en estos temas. En el caso de solicitar ayuda ésta se puede proporcionar de forma individual o de forma conjunta interviniendo en la dinámica relacional y en todo el núcleo familiar.

En conclusión, en la enfermedad crónica y más en aquella degenerativa existen unos factores que pueden añadir cierto malestar individual y colectivo al que ya viene proporcionado por la misma enfermedad. Poder procesar los duelos manejando todos los aspectos emocionales que el proceso conlleva, lidiar con la soledad percibida o real, reconocer y aceptar las pérdidas que va presentando esta nueva realidad, es sin duda una condición necesaria para poder ir construyendo un presente y un futuro con más calidad y unas relaciones humanas más satisfactorias y enriquecedoras. Tanto la persona diagnosticada de una enfermedad crónica cuanto su familia, a raíz del diagnóstico, necesitan recursos para empezar a ‘escribir un nuevo guion’ e ir montando una nueva película para su vida futura. Resulta muy importante entonces hacer que esta película sea aquella que de verdad queremos y que pueda volver a tener los colores y los fotogramas que de verdad nos permitan vivir intensamente y con el máximo bienestar posible.