Mundo virtual y mundo real: confundirlos es un problema
Autore:La tecnología forma parte de nuestras vidas. Hoy en día, nos comunicamos a través de medios que, antaño, nos podrían haber parecido de ciencia ficción: WhatsApp, Instagram, Facebook, Twitter…
Así, es habitual que comunicaciones personales que antes se hacían de forma presencial, sean hoy en día sustituidas por comunicaciones a través de plataformas como Zoom o Skype, especialmente en ámbitos profesionales, o cuando existe una distancia entre ambos interlocutores que impide el encuentro personal. Estos medios o plataformas tienen, a su vez, varias ventajas: evita los desplazamientos, lo que ahorra energía y tempo; reduce la sensación de distancia física entre personas que se comunican desde latitudes diversas.
Al margen de la tecnología, el propio ‘mundo virtual’ se ha instaurado en nuestra sociedad. Por ejemplo, en las salas de cine se han instaurado efectos especiales, para que el espectador tenga sensaciones reales que siguen el guion de la película; videojuegos que recrean escenas reales, así como actitudes de personajes que desempeñan un rol y que interactúan entre sí.

¿Se puede confundir lo virtual con lo real?
Existen personas que, por razones determinadas, como por ejemplo causas psicológicas o incluso por una contaminación psicosocial, pueden acabar siendo muy dependientes de los medios de comunicación tecnológicos, como smartphones, tablets, ordenadores, videojuegos…
Estos pueden llegar a producir una adicción, ya sea por la cantidad de horas dedicadas, que acaban por confundir a la persona, alejándola del mundo real y confundiendo el personaje creado e interactuando con otros en una situación similar, con su verdadera identidad. Es en este punto en el que se deben encender las luces de alarma, y entonces aparecerán preguntas de por qué se han creado estas dependencias.
Como tal, la tecnología puede resultar de gran ayuda, pero también puede crear algunos problemas, según el sentido que se le dé. Las relaciones interpersonales que provienen de familia, amistad, pareja, vecinos... deben tener también su lugar en el día a día, y pueden ser compatibles con enviar un mensaje de WhatsApp o un correo electrónico, ya que la tecnología no debe sustituir la proximidad presencial y todo lo que esa representa en el plano relacional, fundamental para la salud psicoafectiva.
Si desea más información, consulte con un especialista en Psicología.