Las autolesiones, ¿un daño colateral del Covid-19?

Autore: María Elena Sánchez Navas
Pubblicato:
Editor: Top Doctors®
Durante los últimos años los índices de las autolesiones han aumentado de forma considerable. Sin embargo, este tipo de conductas se ha incrementado de manera exponencial tras los últimos meses en los que todos hemos sufrido las consecuencias del confinamiento y una pandemia por Covid-19, que se alarga en el tiempo. Es vital comprender su origen y qué se quiere transmitir mediante las autolesiones para poder realizar una intervención terapéutica efectiva. También, resulta clave el papel del entorno familiar en la gestión de la situación para facilitar la comunicación con el paciente.
 
Las autolesiones han incrementado de manera exponencial tras los últimos meses
 

¿Qué tasa de prevalencia tiene?

Cabe destacar que la incidencia de estas conductas se realiza tomando como referencia los casos tratados por los servicios de urgencia, de este modo, podría existir una infraestimación de este fenómeno, pues no todos los casos en los que se producen autolesiones acuden a un médico. Con frecuencia ni los propios padres son conscientes de que se están produciendo.
 
Una revisión bibliográfica realizada por investigadores cubanos, limitando las autolesiones solo a aquellas sin fines suicidas, encontró las siguientes prevalencias:
 
Entre el 30-40% de adolescentes con hospitalización psiquiátrica ha ingresado por una conducta autolesiva, descendiendo la edad de inicio. Mientras que en 2015 la edad media de comienzo eran los 16 años, en 2017 se ha reducido a los 12 años.
 
En la población general las autolesiones son cometidas por un 13-29% de adolescentes al menos una vez en la vida. Tienen una edad de iniciación entre los 10-15 años y, en raros casos, posterior a los 30.
 
Estas conductas son más frecuentes en mujeres, especialmente durante la adolescencia.
 

¿Qué son las autolesiones? ¿Implican riesgo de suicidio?

Antes de empezar, es importante comprender en qué consiste este concepto. Las autolesiones son lesiones que una persona se provoca a sí misma de forma deliberada, el método y el tipo de herida es diverso, siendo los más frecuentes los cortes, golpes, quemaduras, arañazos y punciones.
 
Del mismo modo, debemos diferenciar entre autolesiones suicidas y autolesiones sin intención suicida. Mientras que las primeras conllevan un alto riesgo de cometer un suicidio y se relacionan con ideas de desesperanza ante la vida, las segundas tienen la intención de calmar estados emocionales de ira, angustia o desesperación que no se han aprendido a gestionar y generan un gran malestar en el paciente.
 

¿Por qué se realizan las autolesiones?

Ante la dificultad para gestionar estados emocionales intensos y que resultan desagradables, estas personas encuentran en las autolesiones no suicidas una manera de aliviar el malestar.
 
De esta forma, cuando se produce un pensamiento, acontecimiento o emoción que provoca un malestar emocional intenso y difícil de gestionar, tratan de aliviar ese malestar o distrés emocional con un corte físico, golpe, pellizco o quemadura. Así, en un intento por tener el control de la situación, se distrae la atención de la emocionalidad, ya que resulta más fácil manejar el dolor físico que el dolor emocional. 
 
A pesar de ello, tras este calma, alivio y relajación que experimentan tras autolesionarse, comienzan los sentimientos de vergüenza, culpa, estigma, aislamiento y abandono. Así, aparece de nuevo el malestar que sentían e incluso se incrementa, siendo más probable que la persona recurra a estos comportamientos e incluso se incremente la frecuencia y la intensidad.
 

¿Una forma incorrecta de comunicarse?

La conducta autolesiva sin intención suicida adquiere la función de comunicar al entorno el dolor que el propio paciente está experimentando de forma interna, comunicando a través del cuerpo lo que con palabras quizás no se puede expresar.
 
Para romper este círculo vicioso, la misión de los especialistas en Psicología es proporcionar las herramientas adecuadas para identificar, gestionar y expresar distintos estados emocionales, dotando a la persona de conductas alternativas que le permitan afrontar distintas situaciones de forma adaptativa.
 

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Existen algunos factores de riesgo que comparten las personas que se autolesionan: dificultad para la gestión emocional, baja autoestima, sentimientos de rechazo, altos niveles de perfeccionismo y autoexigencia, impulsividad, desesperanza e inseguridad, baja tolerancia a la frustración, altos niveles de autocrítica y conflictos frecuentes con sus amigos y familia.
 
La situación puede suponer un mayor riesgo si se dan las siguientes circunstancias: trastorno de la conducta alimentaria, historial de abusos sexuales y físicos, trastorno de estrés postraumático, trastorno depresivo, consumo de diversas sustancias, bullying o ciberbullying.
 

¿Cómo puede ayudar la terapia?

En la actualidad, existe una falsa creencia de que, si hablamos sobre el suicidio o conductas autolesivas, incitamos a que estas se precipiten, es lo que se denomina efecto Werther. Sin embargo, poder hablar sobre estos aspectos resulta fundamental.

 

En la consulta, los pacientes encuentran un lugar seguro en el que tratar sobre la ideación suicida, la conducta autolesiva y la sensación de desesperanza con la vida. Se trata de una seguridad y oportunidad de apertura que, probablemente, no habían encontrado en otro lugar. Esto, lejos de incitarles, les proporciona un profundo alivio, confianza y sentimiento de comprensión.

 

El sentimiento de culpa en el entorno familiar

Como padres, descubrir que nuestro hijo se autolesiona genera un conjunto de emociones como, por ejemplo: culpa por no habernos dado cuenta antes, impotencia, miedo por su salud, tristeza, enfado hacia uno mismo o hacia el hijo, etc.

 

La aparición de la culpa es una emoción muy común, pero debemos pensar que si no lo hemos notado antes no es por descuido o falta de atención sino porque el adolescente ha hecho todo lo posible por mantenerlo oculto.

 

Por este motivo, es importante que el sentimiento de culpa no nos paralice, ante la culpa siempre hay que preguntarse ¿qué es lo que la culpa evita que haga? Por el contrario, la conducta adecuada será realizar un acercamiento al adolescente para poder comprender, sin juzgar, qué es lo que le ha llevado a autolesionarse y que se sienta comprendido y ayudado.

 

Es necesario separar la conducta de la persona, así como mostrarle una aceptación incondicional, fomentar una comunicación abierta sin transmitir ni preocupaciones ni miedos y, por supuesto, proporcionarle la ayuda profesional que pueda necesitar.

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

María Elena Sánchez Navas
Psicologia

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

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