Hambre fisiológica y hambre emocional: ¿cuáles son sus diferencias?

Autore: Montserrat Bascuas
Pubblicato: | Aggiornato: 21/02/2023
Editor: Yoel Domínguez Boan

La comida está ligada a la supervivencia, y por lo tanto está vinculada de forma directa con el ser humano y su funcionamiento. Ya desde niños se nos castiga o premia con la comida, y esta información es registrada en el cerebro y se integra en la vida cotidiana. Por lo tanto, alimentarse no es un acto vital cualquiera, sino que se asocia a distintos factores, emociones o situaciones, entre muchas otras.

 

El estado de ánimo influye en la manera de alimentarse. De hecho, estar contento o por el contrario deprimido, puede influir y determinar la forma en la que se llevará a cabo, convirtiéndose la comida en el refugio más sencillo y accesible para la persona, ya que el comer genera una sensación de bienestar.

 

Es probable que, si nos encontramos en un estado de serenidad sea más sencillo que la alimentación sea más adecuada. Por el contrario, si se experimentan emociones consideradas desagradables, como pueden ser la tristeza, el enfado o la ansiedad, se deberán encontrar formas de controlar el estado de ánimo, y esto puede hacer que se busque cierto alivio en la comida.

 

 

¿Qué es la ingesta emocional?

Cuando se habla de ingesta emocional nos referimos a la conducta de comer como una respuesta a estados afectivos. De hecho, las personas con esta infesta tienen dificultades para distinguir entre el hambre como tal y otros estados.

 

Si se utiliza la comida para tranquilizarse o distraerse, se está evitando lidiar con una emoción incómoda, por lo que se crea una respuesta “efectiva” por el momento, por lo que en un futuro existen posibilidades de hacer lo mismo.

 

Así pues, las personas desarrollan conductas aprendidas que responden a hechos, ya sean de desagrado o de placer. Por lo tanto, el alimento se convierte en un regulador emocional, apareciendo de esta manera la ingesta emocional.

 

 

¿Cómo se identifica y se diferencia el hambre emocional del hambre física?

  • El hambre emocional aparece repentinamente, mientras que la fisiológica es paulatina y gradual
     
  • El hambre emocional es urgente, el hambre fisiológica puede esperar
     
  • El hambre emocional necesita comidas específicas, mientras que el hambre fisiológica se encuentra abierta a distintas opciones
     
  • El hambre emocional no satisface al sentir plenitud
     
  • El hambre emocional genera una serie de sentimientos negativos al termina. En el caso del hambre fisiológica, no lo hace
     
El hambre emocional es urgente
 

 

Consecuencias a largo plazo del hambre emocional

  • Se puede generar un problema de alimentación importante, como trastornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia)
     
  • Obesidad o problemas de sobrepeso
     
  • Estados afectivos de tipo congruente con ansiedad y depresión
     
  • Aislamiento social
     
  • Existencia de dificultades a la hora de resolver conflictos

 

 

Pautas para regular las emociones de forma sana

  • En primer lugar, deben identificarse las emociones y reconocer qué pensamientos convirtieron y activaron las emociones vividas como incómodas
     
  • Generar pensamientos alternativos y realistas
     
  • Realizar actividades físicas
     
  • Cuidar el sueño y descanso
     
  • En caso de ser necesario, buscar ayuda profesional
     

A modo de conclusión, la balanza entre manejar las emociones y llevar una alimentación equilibrada es importante para mantener una buena salud tanto física como mental. De hecho, es fundamental que se comprenda que la alimentación puede aparentar ser una solución temporal para llevar mejor las emociones, aunque a largo plazo pueden ser muy perjudiciales, ya que en lugar de ayudarnos a mejorar nuestra manera de afrontar dichas situaciones, ayuda a generar dificultades.

 

Para más información, consulte con un especialista en Psicología

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione
 Montserrat Bascuas

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Psicologia

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