¿Cómo tratar la depresión cuando ya se ha intentado todo?

La depresión es un trastorno que implica un estado de ánimo bajo, en el que puede haber pérdida de interés respecto de actividades que antes nos llamaban la atención, además de otros síntomas frecuentes como los cambios en el apetito y en el peso, las alteraciones del sueño y la dificultad para concentrarse.

¿Cómo se distingue entre la tristeza y la depresión?

La depresión implica una patología psiquiátrica, mientras que la tristeza o la ansiedad son situaciones transitorias que habitualmente están provocadas por estímulos externos y se resuelven en una cantidad relativamente corta de tiempo. Es decir, la angustia y la tristeza son completamente normales y forman parte de la respuesta fisiológica del individuo, que le permiten adaptarse al entorno.

El diagnóstico del trastorno depresivo persistente requiere de un estado de ánimo bajo la mayor parte del día y la mayor cantidad de días de los últimos dos años. Además, es necesaria la presencia de 2 o más de los siguientes problemas: falta o exceso de apetito, insomnio o hipersomnia, baja energía o fatiga.
 

¿Cuál es el mejor tratamiento para la depresión?

En general, la depresión es tratada de forma exitosa con fármacos y psicoterapia. En algunos casos también se puede recurrir a terapia electroconvulsiva. Sin embargo, existen pacientes que presentan resistencia a estas vías terapéuticas y continúan con depresión a pesar de los intentos.

En el caso de estas personas existe la posibilidad de realizar estimulación cerebral profunda, que consiste en una técnica de neuromodulación. Durante el procedimiento se introducen dos electrodos en el área frontal conectados a una batería alojada en el tejido subcutáneo o bajo la fascia del músculo pectoral. Ese sistema produce corriente que regula la conexión entre las diversas áreas cerebrales.
 

Los resultados de la estimulación cerebral profunda

Esta técnica no genera lesión cerebral y es reversible y modulable, es decir, el especialista ajusta los parámetros que considera adecuados para cada paciente y patología. Es un método que consigue aliviar los síntomas en 2 de cada 3 pacientes en los que ninguna otra alternativa ha resultado eficaz previamente.

El tratamiento se realiza desde hace décadas para otros trastornos, como la enfermedad del parkinson, pero en el caso de la depresión la experiencia es menor y aún se considera “terapia emergente o dentro del campo de investigación”. Los estudios que existen hasta la fecha indican que puede tener una eficacia de un 70% en los casos de depresión resistente a los fármacos.

Para llevarla a cabo es preciso el informe de especialistas en Psiquiatría que confirmen la exhaustividad de los tratamientos aplicados y el diagnóstico de depresión endógena farmacorresistente. Además, se debe realizar una resonancia magnética con tractografía y un estudio preoperatorio.

A partir de la indicación de esta técnica, la debe practicar un especialista en Neurocirugía experimentado que forme parte de un equipo multidisciplinar, incluyendo psiquiatras y psicólogos.

En relación a los riesgos asociados, se extrapolan de las intervenciones de estimulación cerebral profunda para todas las indicaciones, que incluirían mortalidad o daño neurológico grave en menos de un 1% de los casos. Además, podría haber infección o una mala función del sistema.