¿Cómo detectar la fobia social durante la adolescencia?

Autore: Dra. Sandra Farrera Sabioncello
Pubblicato:
Editor: Lucía Ramírez

La fobia social se caracteriza por “un miedo persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas” (APA, 2000). Aunque la ansiedad social está presente en todos los problemas de ansiedad, la fobia social se distingue por el miedo y la evitación de un mayor número de situaciones interpersonales, y por los temores sociales en la vida cotidiana.

 

La fobia social presenta un curso crónico e interfiere en el adolescente tanto en el rendimiento escolar como en el desarrollo biopsicosocial.

 

La fobia social presenta un curso crónico 

 

En la fobia social el miedo es intenso y persistente, sin control sobre ello; la persona que lo padece se siente desbordada y evitará exponerse, entrando en el círculo evitativo y posteriormente apareciendo la fobia social si no pide antes ayuda. La ansiedad anticipatoria de incluso semanas antes de que se exponga también son síntomas claves y, muchas veces, acabará evitando lugares o situaciones de exposición que conllevan síntomas de frustración, tristeza, baja autoestima y pérdida de control social. Todo ello generando situaciones similares, enconándose en sí mismo y asilándose socialmente con las graves consecuencias que ello acarrea en la adolescencia.

 

¿En qué etapas se destaca más?

Según expone el Dr. Olivares de la Universidad de Murcia “el niño o adolescente con fobia social suele presentar miedo a hablar, a escribir en público, a leer, a jugar, a usar servicios públicos, a comer, a hablar a figuras de autoridad y a relacionarse en situaciones formales. Las relaciones emocionales desadaptativas suelen ser severas e incluyen dolor de cabeza y de estómago, llantos, ataques de pánico ocasionales, respuestas de escape y evitación, etc. Los casos más tempranos que cumplen los criterios para el diagnóstico del trastorno presentan una edad que se sitúa entre los 8 y los 12,3 años, destacando el mayor número de casos entro los 14 y 16 años en los estudios epidemiológicos realizados”.

 

Si bien la adolescencia media es el momento evolutivo en el que el trastorno de ansiedad social suele dar comienzo, Beidel y Turner (1998) demostraron que niños de ocho años de edad ya cumplían los criterios para realizar un diagnóstico.

 

¿Qué consecuencias puede tener en los estudios?

El niño o adolescente que sufre este trastorno acostumbra a presentar miedo a hablar, leer, comer, escribir en público, a jugar, a usar servicios públicos, a hablar a figuras de autoridad y a relacionarse en situaciones formales. Como consecuencia, sino reciben tratamiento, puede dejar de ir al colegio, de estudiar, perder el ritmo académico y puede abandonar los estudios.

 

¿Cómo influye el entorno social y familiar?

Para el tratamiento de los trastornos de ansiedad el apoyo de la familia y los amigos íntimos es muy importante. Las personas más próximas pueden informarse sobre el trastorno, tener en cuenta las limitaciones e intentar ser flexibles en sus demandas, realistas en sus expectativas y ayudarlo a que haga el tratamiento y colaborar también en el mismo. Buscar ayuda terapéutica y donde familiares e incluso amigos se vean implicados en la terapia, ayudará a una mejor respuesta al tratamiento, siempre y cuando el adolescente acceda a ello junto con un especialista en Psicología Clínica.

 

¿Qué factores pueden ser los causantes de la fobia social?

Los factores constantes son multifactoriales: hereditarios, rasgos de personalidad introvertida que son forzados por familiares o por la escuela a exponerse de forma radical a acciones que el niño o adolescente no está preparado, unido a posibles experiencias negativas, especialmente en la infancia, como burlas, rechazo, ridiculizarlos o humillación pueden ser factores que exacerban los síntomas de ansiedad social.

 

Pese a todo, son muy pocas las personas con fobia social que solicitan ayuda especializada. Por esto motivo, es preciso poner en marcha estrategias que permitan su detección y tratamiento temprano, a fin de eliminar o reducir, en su caso, el sufrimiento y los efectos negativos que conlleva su consolidación y generalización a un número cada vez mayor de situaciones y actividades sociales.

 

¿Se puede prevenir?

Para prevenir la fobia social en infancia y adolescencia sería importante detectar si hay rasgos de introversión en el niño o adolescente y respetar dichas características. No forzar a que se expongan a nivel social, entender y valorar su rasgo de introversión como un aspecto positivo. Exponerle que son sociables, pero que tras estar con otros compañeros mucho rato necesitan estar tranquilos en casa y poder disfrutar de estar solos, leyendo, haciendo actividades donde no estén con otras personas y, de esta forma, luego pueden volver a estar con más gente.

 

La comprensión de los rasgos de personalidad y el trabajo educativo de los progenitores, familiares y equipo educativo puede evitar que el niño o adolescente desarrolle el día de mañana una fobia social. Por ello, educar a padres, profesores y adultos cercanos al niño o adolescente es un modo de poder ayudar a detectar o, bien, mitigar esa sintomatología de ansiedad social.

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

Dra. Sandra Farrera Sabioncello
Psicologia

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

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