¿Qué es la infiltración caudal?
Es uno de los procedimientos más habituales para el tratamiento del dolor crónico lumbar y para aliviar el dolor producido por la inflamación de los elementos nerviosos del canal espinal.
Generalmente, estos nervios se comprimen por desplazamiento de vértebras (espondilolistesis), hernias de disco, o estenosis de canal por artrosis. También esta técnica puede ser usada con finalidad diagnóstica para conocer la causa del dolor o en pacientes con fibrosis postoperatorias.
¿Por qué se realiza?
Esta técnica está indicada para:
- Tratamiento del dolor en la región lumbar.
- Dolores de más de 6 meses de evolución (dolor crónico).
- Dolores que no han respondido a otras formas no invasivas de tratamiento.
- Ante la ausencia de claudicación neurológica o déficit neurológico específico.
- Presencia de fenómenos degenerativos con estenosis de canal lumbar o estenosis en algunos de los forámenes en Tomografía Computarizada y/o Resonancia Magnética.
¿En qué consiste?
Esta técnica consiste en la infiltración a través de una inyección de una mezcla de anestésicos locales y corticoides en el espacio epidural en la parte baja del canal raquídeo (último hueso de la columna vertebral). El procedimiento es rápido (entre 20-30 minutos) y en general poco molesto, aunque en ocasiones el paciente puede experimentar dolor.
Los fármacos inyectados bloquean la sensación de dolor que los nervios transmiten al cerbero, por lo que algunos pacientes pueden notar cómo disminuye la inflamación de manera casi inmediata. No obstante, la mayoría nota el efecto beneficioso pasados unos días.
En la patología vertebral las infiltraciones epidurales no tienen un papel principal como tratamiento, sino que se recurre a ellas cuando otras técnicas menos agresivas fracasan. Tras la infiltración, el paciente debe permanecer durante 15-20 minutos en reposo y bajo control.
Contraindicaciones
- Posibilidad de infección cercana al punto de inyección.
- Pueden producir procesos alérgicos a los anestésicos locales y corticoides.
- Necesidad de modificar el tratamiento de los enfermos que estén recibiendo un tratamiento con anticoagulante o antiagregantes plaquetarios.
Cuidados tras la infiltración
En raras ocasiones la infiltración puede provocar complicaciones, aunque pueden aparecer náuseas, vómitos y cefaleas.