Una población española envejecida y vulnerable ante el COVID-19

Written by: Dr. Ignasi Coll Rolduá
Published:
Edited by: Patricia Pujante Crespo

España es un país envejecido donde las personas mayores de 65 años ya representan casi el 19,0% de la población total y ya somos los más longevos de la Unión Europea. Las pirámides poblacionales se han invertido con la disminución de la natalidad y el incremento de la esperanza de vida, donde, según datos demográficos oficiales, las  mujeres españolas ya alcanzan los 86 años de media y los hombres casi los 81 años. Estos datos justifican que en nuestro país exista un elevado número de personas vulnerables ante los posibles efectos del agresivo COVID-19 y que conlleva a la observada elevada mortalidad, especialmente entre esta población anciana frágil y pluripatológica.

 

La transmisión del coronavirus es, principalmente, a través del contacto de las manos y de las vías aéreas, lo cual justifica que exista un mayor riesgo de difusión del contagio en zonas de densidad poblacional alta y, por ello, las autoridades sanitarias indicaron el confinamiento en nuestros domicilios y evitar los encuentros de grupos. Pero esta medida es de muy difícil aplicación en las residencias geriátricas, que no dejan de ser “domicilios” multitudinarios, que están estructuradas y organizadas para dar el confort y calidez de un hogar y diseñadas para facilitar la relación social. Por este motivo los centros geriátricos están siendo un punto de transmisión masiva del COVID-19, agravado por el perfil de sus usuarios.

Señora mayor en casa, hablando por teléfono - coronavirus - COVID - by Top Doctors
Las personas mayores, que suponen el 19% de la población total en España,
son uno de los colectivos más vulnerables ante el COVID-19

 

¿Cómo es el perfil de un anciano residente en un geriátrico?

El perfil de anciano que ingresa en un centro geriátrico suele corresponder a una persona que ya no puede ser atendido en su domicilio por su elevada dependencia física, cognitiva, o por presentar múltiples patologías, es decir, los más vulnerables de entre nuestros mayores. Si sumamos una estructura física reducida, donde conviven un elevado número de personas, más su frágil salud basal, justificaríamos el elevado índice de contagios en las residencias geriátricas y la elevada mortalidad, como sucede en otras situaciones epidémicas, como la propia gripe estacional de cada año. Sin embargo, es cierto que las residencias geriátricas no son centros sanitarios y esta sea, seguramente, la gran debilidad del actual sistema de atención geriátrica que ha florecido ante la situación del vigente colapso sanitario, pero no por ello debemos transmitir la idea de que en las residencias se deja morir a las personas mayores, pues igualmente la mortalidad del anciano ingresado a nivel hospitalario está siendo muy elevada dada la agresividad del COVID-19.

 

No podemos olvidar a otro colectivo de especial riesgo ante cualquier epidemia, como son las personas con discapacidad intelectual, ya que muchos viven en centros residenciales o asisten  a centros de día, donde existe la misma problemática que la descrita para la población anciana, con la diferencia de que en este entorno nos podemos encontrar con personas relativamente jóvenes pero igualmente con elevado riesgo de complicaciones de su salud ante un proceso infeccioso.

 

¿Cómo proteger del COVID-19 a nuestros mayores y otros colectivos vulnerables?

Las medidas para proteger de nuevos contagios a nuestros mayores u otros colectivos de personas vulnerables radica en evitar el contacto directo con ellos, como ya comenté en mi artículo “Las personas mayores y el COVID-19”. No deberíamos  ir  a visitarlos a sus domicilios  y,  si es necesario hacerlo, tomemos especiales medidas de aislamiento (guantes, bata, mascarilla facial) e higiene de manos, especialmente dirigido a los cuidadores. Sin embargo, los expertos epidemiólogos ya confirman que la clave para que cesen los contagios, y así  controlar la pandemia, radica en conocer al “portador asintomático”, dado que el COVID-19 puede mantenerse activo a nivel de contagio sin producir ningún síntoma en algunas personas. Este punto tiene especial importancia en el ámbito residencial, tanto para los ancianos como para los profesionales que trabajan en estos centros. Si conocemos qué personas mayores presentan el virus de manera asintomática, los podremos agrupar en zonas separadas de aquellos que no hayan tenido contacto alguno con el coronavirus y evitar su posible infección, aunque esta segmentación en los centros geriátricos es bastante complicada, dada su actual estructura organizativa. Asimismo, si detectamos a los profesionales portadores asintomáticos y probables vectores de transmisión del virus entre los ancianos, procederemos a retirarlos de su actividad laboral hasta su negativización.

 

Unidos venceremos esta situación excepcional de emergencia sanitaria. Luego deberemos revisar y analizar el sistema de atención social y sanitaria  más adecuado para nuestros colectivos más vulnerables, y más considerando que las previsiones demográficas indican un ascendente incremento de la población geriátrica en nuestro país en las próximas décadas con el consecuente impacto en nuestra sociedad ante la llegada de una nueva pandemia. 

 

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By Dr. Ignasi Coll Rolduá
Geriatrics

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