TDAH en niños y adolescentes: ¿qué señales pueden alertarnos?

TDAH son las siglas de lo que se denomina Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. 

En el TDAH no existe un orden de aparición de señales, se trata de un enorme repertorio de síntomas que no necesariamente aparecen a la vez, ni de la misma forma en cada paciente. Las principales actitudes que percibe el entorno del niño o adolescente son:

• “Le hablas y parece que no te escucha”.
• “Hay que repetirle veinte veces las cosas”.
• “No para quieto”.
• “Le explicas algo y parece que no se entera”. 
• “Comienza las cosas y las deja a medias”.
• “No termina de encajar en el grupo de amigos, o no le suelen invitar a cumpleaños y quedadas”.
• “Pierde sus útiles escolares”.
• “No puede esperar su turno”.
• “Hace ruiditos y mueve las piernas o juguetea con las manos”.
• “Parece que lleva un motor dentro”. 
• “Corre en lugares inadecuados”, sobre todo en caso de niños, no tanto en adolescentes.
• “No es capaz de esperar el turno para hablar o jugar”. 
• “Comete fallos por falta de atención”.
• “Su rendimiento académico no se corresponde con su capacidad”. 
• “Hace las cosas sin pensar”.
• “No me puedo concentrar y no se me quedan las cosas”, en casos de adolescentes.
• “Habla sin parar”.

Puede haber, por tanto, presencia de comportamientos impulsivos, inatentos e hiperactivos. Pero no en todos se dan las tres condiciones. 

¿Se van acentuando progresivamente los síntomas de TDAH?

Los síntomas como tal no es que se agraven con el paso del tiempo, lo que suele ocurrir es que cuando no se diagnostica a tiempo, esto hace mella en la familia porque a veces hay sobrecarga familiar y fatiga por la falta de comprensión. Los choques permanentes hacen que la situación empeore y se viva con mayor angustia por todas las partes. 

¿Cómo actuar ante signos de TDAH?

Ante síntomas de TDAH se debe acudir a un profesional especializado en Psicología. No todos los profesionales tenemos los mismos ámbitos de especialización y experiencia, por eso sugiero acudir a alguien con larga trayectoria y que sea capaz de entender al niño o adolescente en su totalidad.

¿Cómo afecta el TDAH al paciente?

Cuando no hay un diagnóstico y tratamiento adecuados, la persona suele ver afectada su autoestima y pueden desencadenarse signos de tristeza, irritabilidad y falta de confianza en sí misma. Son habituales pensamientos del tipo: “soy tonto”, “nadie me quiere”, “soy un incordio”, “no soy capaz de hacer nada de lo que me propongo”, “mis padres me regañan constantemente”…

Tratamiento o pautas a seguir en casos de TDAH

El tratamiento ha de ser una intervención interdisciplinar y deben estar implicados tanto el paciente como la familia y el entorno escolar. Esto no es cosa solo del paciente. 

Antes de hablar de tratamiento es necesario hacer énfasis en que el niño o adolescente debe acudir a un neuropsicólogo experto en TDAH y a un neuropediatra, para descartar factores biológicos que puedan estar detrás de la sintomatología observada. 

La evaluación neuropsicológica ha de explorar procesos atencionales, memoria, percepción, funciones ejecutivas, lo que se denomina cociente intelectual, y también aspectos conductuales, emocionales y estilo de personalidad. La familia y el colegio también han de formar parte del proceso de recogida de información. 

La evaluación suele requerir un número de horas considerable. En mi caso, suelo emplear una mañana para explorar procesos y habilidades y luego otras sesiones, que pueden ser online, para recogida de información. Con la familia y el colegio las entrevistas y realización de cuestionarios suelen ser online en la situación actual en que nos encontramos.

Para que un tratamiento sea efectivo el punto clave es no pretender cambiar al paciente. Primero hay que esforzarse en entender su situación, entender cómo piensa y cómo actúa y, una vez que profundizamos en estos aspectos, dar paso a pensar en estrategias para potenciar fortalezas, compensar debilidades y adecuarnos en la medida de lo posible a su situación para facilitarle la vida y, por tanto, su desarrollo. 

En los casos en que la familia, el colegio y el paciente se implican se producen progresos y mejoras. Hay casos más complejos que requieren apoyo farmacológico.
Es importante recordar que, a día de hoy, no podemos hablar de un tratamiento que “cura” o de una “prueba diagnóstica”. El diagnóstico requiere de la pericia clínica y de la capacidad para analizar una enorme cantidad de información. No se habla de “cura” sino de tratamiento. 

Es bonito si lo afrontamos como un precioso reto que nos ofrece la vida, para fortalecer nuestra generosidad, empatía y capacidad de entrega. También para agudizar nuestra creatividad y capacidad para cambiar y generar soluciones nuevas en cada momento.