Síndrome de las piernas inquietas: una enfermedad neurológica infradiagnosticada

Cuando te vas a dormir o descansar ¿tienes la sensación de una gran molestia en las piernas y solo tienes ganas de levantarte y ponerte a andar para notar una sensación de alivio? Estos síntomas se pueden deber al síndrome de las piernas inquietas, un síndrome que afecta aproximadamente a un 10% de la población. En este artículo, hablamos con la Dra. García Malo, especialista en Neurología, sobre este síndrome, cómo podemos detectarlo y mejorarlo.

¿En qué consiste el síndrome de las piernas inquietas?

El síndrome de piernas inquietas (SPI) es una enfermedad neurológica frecuente, que a menudo se encuentra infradiagnosticada, y que puede afectar a adultos y niños, siendo el doble de frecuente en el sexo femenino.

¿Por qué se caracteriza?

El SPI se caracteriza por la presencia de una serie de síntomas que se enumeran a continuación:

• Sensación de inquietud en las piernas, necesidad de moverlas, cambiar de postura o caminar, que aparece cuando el paciente se encuentra en reposo, generalmente al estar sentado o tumbado.
• Esa sensación de inquietud va acompañada o precedida por molestias inespecíficas (dolor, picor, hormigueos, etc.)
• El movimiento de las piernas alivia de forma parcial y transitoria las molestias.
• Los síntomas empeoran en la tarde-noche, siguiendo lo que se denomina ritmo circadiano.
  Es muy importante diferenciar el SPI de otros cuadros médicos que pueden presentarse con síntomas similares, por lo que realizar una cuidadosa valoración es fundamental.

¿Este trastorno implica una mayor predisposición a desarrollar trastornos asociados?

Desafortunadamente sí. Es muy frecuente que las personas que padecen esta enfermedad tengan insomnio, bien de conciliación o de mantenimiento, debido a que las molestias les dificultan tener un sueño estable y reparador.

Además, también se ha descrito en personas que padecen SPI la presencia de ansiedad o depresión.

En población infantil la presencia de un SPI puede manifestarse además con inatención e hiperactividad durante las actividades del día a día, pudiendo a veces confundirse con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

¿Cuáles son los tratamientos más eficaces?

 Existen dos pilares fundamentales que el planteamiento terapéutico del SPI:

• Tratamientos sintomáticos.

• Tratamientos basados en la reposición de hierro.

Esta última línea de tratamiento es sumamente importante, siendo el primer escalón terapéutico. Además, es la que va dirigida a corregir la causa de la enfermedad y siendo en cualquier caso la más segura.

¿Cómo podemos detectar las señales de alarma que nos pueden hacer ver que sufrimos el síndrome?

Es fundamental evaluar si se presentan estas molestias e inquietud en las piernas, si alivian con el movimiento y además si aparecen preferentemente al atardecer, cuando uno se relaja y está en reposo. Siempre se debe consultar con un especialista, aunque los síntomas se presenten esporádicamente, porque, además, la enfermedad tiende a empeorar a lo largo de los años.

Por otro lado, las personas que presentan insomnio o sueño no reparador deben acudir al especialista, ya que con cierta frecuencia estos síntomas se deben a un SPI, y el tratamiento en este escenario es totalmente dirigido y selectivo, no basado en hipnóticos de forma genérica en ningún caso.

¿Qué hábitos benefician al paciente para la evolución positiva del tratamiento?

En cuanto a las medidas no farmacológicas, podemos destacar la buena higiene de sueño, evitar la privación de sueño, realizar ejercicio físico moderado de manera regular y baños de agua fría en las zonas afectadas antes de ir a dormir. Estas medidas pueden resultar útiles y servir como tratamiento, siempre y cuando el diagnóstico se haya realizado correctamente y se cuente con un consejo médico fiable.