¿Qué se esconde tras una infidelidad?

Written by: Alicia Gutiérrez Millán
Published:
Edited by: Cristina Mateo

La fidelidad es un concepto social relativamente joven. De hecho, casi ninguna otra especie animal es fiel, sino que están libremente con quien surja en el momento. Esto tiene un sentido evolutivo, ya que lo principal era mantener la especie y procrear lo máximo posible. Debido a esto, es lógico concluir que la monogamia, al no ser algo natural sino creado socialmente no se mantenga en todas las relaciones.

 

Algo que sí que es natural tanto en los seres humanos como en otras especies es el sentimiento de propiedad, porque no sólo tiene que mantenerse la especie, sino que cada uno quiere mantener sus genes. Por supervivencia no queremos que nos quiten lo que “es nuestro”, ya que nos deja en una condición menos favorable que a los demás. Cuando nos quitan algo que es nuestro - y no me refiero necesariamente al sentimiento de propiedad de la pareja, sino cualquier cosa: comida, ropa, juguetes, trabajo, etc. - nos sentimos frustrados, enfadados y desvalidos.

 

Aquí entonces se juntan dos situaciones reales pero incompatibles que son el sentimiento de propiedad con la poligamia. Es posible desear sexualmente e incluso enamorarse de varias personas al mismo tiempo, pero nunca queremos que nuestra pareja lo haga. Por lo tanto, normalmente se llegan a acuerdos monógamos para evitar lo máximo posible el dolor tanto en nosotros mismos como en nuestra pareja.

 

 

El control de impulsos: clave en los casos de infidelidad

 

Los motivos de infidelidad son varios. En primer lugar, que sería la respuesta más básica, todas las personas siguen teniendo sentimientos o atracción por varias personas a la vez, es la parte más animal y menos racional que todavía sigue estando en nosotros en mayor o menor medida. Normalmente las personas pueden controlar sus impulsos y no llegar a nada, pero un pobre control de impulsos puede hacer que se cometa una infidelidad, incluso cuando se esté bien en la pareja. Si a eso le unimos factores externos como por ejemplo el alcohol, que merma el control de impulsos, puede darse con más facilidad.

 

A esto también se une la atracción por la prohibición. El intentar “castrarnos” emocional o sexualmente hacia el resto de personas que no son nuestra pareja puede hacer que las veamos incluso más atractivas que cuando estábamos solteros y podíamos estar con alguien libremente.

 

En segundo lugar, todas las parejas pasan por baches o situaciones de estancamiento o monotonía que pueden provocar que nos fijemos en alguien nuevo. Normalmente, las relaciones paralelas en estos casos son con alguien muy diferente de la pareja al menos en algún rasgo, ya que lo que se busca es lo que la pareja en ese momento no está aportando (un claro ejemplo es la clásica situación de irse con alguien más joven, más rico… que aportan algo radicalmente distinto de la monotonía). Esto no significa que la tercera persona sea necesariamente mejor que la pareja actual, ya que lo diferente o nuevo no siempre es positivo a largo plazo. Habría que ver cada caso concreto.

 

En tercer lugar, también hay relaciones que ya no funcionan o en las que ambos o alguno de los dos no son felices, pero no son capaces de ponerle fin. En este caso la infidelidad puede ser la vía de escape para terminar algo que de otra forma nunca se acabaría. Aquí pueden entrar factores como la dependencia emocional, dependencia económica, conceptos personales sobre si las relaciones tienen que ser para siempre o que hay que luchar por el amor hasta el final, miedo a que los hijos no sepan llevar bien la situación, miedo a separarse de los hijos. En definitiva, salir de la zona de confort, por muy infeliz que se sea en ella, es muy complicado, y a veces la infidelidad puede ser una herramienta para salir de ahí.

 

El daño no es el motivo principal por el cual se comete una infidelidad.

 

¿El infiel se siente siempre culpable?

 

En la gran mayoría de los casos, sí. Todas las personas infieles que he visto en consulta querrían que las cosas fueran diferentes. Cometer una infidelidad no está relacionado con querer que nuestra pareja sufra, con no tener emociones o con que la pareja no les importe. Normalmente nadie quiere hacer daño gratuitamente a un ser querido, aunque no siempre puede evitarse. Estoy segura de que si los infieles pudieran cometer mágicamente una infidelidad sin que la otra persona sufriera, lo elegirían. El problema es que no es todo blanco o negro, hay una infinidad de grises.

 

También existen los casos en los que la infidelidad se produce a modo de venganza, en la mayoría de ocasiones porque la otra parte de la pareja haya sido infiel primero. En estos casos puede no sentirse culpable, o al menos no inicialmente.

 

 

¿Es posible superar una infidelidad?

 

Después de una infidelidad se produce una pérdida de confianza en la pareja, además de otros muchos factores que influyen en ella. Por un lado, quien “perdona” la infidelidad tendrá muchísimos pensamientos recurrentes sobre lo ocurrido, se imaginará la situación de la infidelidad mil veces, y se sentirá decepcionado y engañado. Es difícil lidiar con algo así. Además, debido a la pérdida de confianza puede comenzar a controlar a su pareja demasiado, por miedo a que vuelva a ocurrir. Este control en exceso es muy perjudicial para la relación, ya que una parte está constantemente temiendo que le sean infiel de nuevo, y la otra se siente oprimida, controlada.

 

Por otro lado, la persona infiel puede acarrear mucha culpa e intentar compensar lo que ha hecho sin que nunca sea suficiente. El gran problema es que la duda de si vuelve a ocurrir puede estar siempre, y vivir así es muy complicado. Por eso, no todas las parejas son capaces de superar una infidelidad.

 

Dependerá de la situación: duración de la pareja, grado de la infidelidad (una vez, varias veces, una aventura, sólo un beso, relaciones sexuales, relación paralela, sin sexo pero sí emocional…), apertura mental de la pareja, posibilidades de seguir manteniendo contacto con la tercera persona, si existe dependencia económica, si hay hijos en común… cada pareja sopesará la situación a su forma, pero es difícil.

 

¿Cómo se desarrolla el proceso de recuperación de confianza en la pareja?

 

La psicóloga Alicia Gutiérrez lo sintetiza de la siguiente forma:

  • Tomar la decisión de seguir con la relación o no.

Si después de la infidelidad alguna de las partes opina que la lucha no merece la pena, es totalmente respetable. Si deciden romper, no hay nada que recuperar, aunque se puede trabajar en tener una relación cordial si hay hijos en común o si ambos quieren mantenerla por algún motivo.

 

  • Acuerdos nuevos y temporales.

La persona afectada probablemente necesite ciertas garantías (aunque nunca existe la certeza total) de que la persona infiel no va a volver a hacerlo. Por lo tanto, pueden darse nuevos acuerdos en la pareja para tranquilizar a la parte afectada. Esto dependerá de cada persona. Puede ser que avise siempre de dónde está, cortar el contacto con la tercera persona… cada pareja puede acordar lo que sea. De todas formas, estos acuerdos no pueden marcar el ritmo de la pareja para siempre, ya que entonces podría convertirse en un control que no sea sano. Debe establecerse un tiempo en el que estas condiciones se den y, tras ese tiempo, volver a “renegociar” condiciones. Suena frío, pero parte de la pareja es algo similar a un contrato de trabajo, no debe dejarse mucho a la improvisación y a la incertidumbre porque puede haber malentendidos.

 

  • Trabajar en los aspectos de la pareja que fallaban cuando se cometió la infidelidad.

Cuando más infidelidades se producen es cuando las parejas se encuentran o en un mal momento o en una monotonía duradera. Habría que ver qué fue lo que faltaba en el momento en el que la infidelidad se produjo e intentar cambiarlo.

 

  • Adelante con la decisión.

Si se decide luchar por la relación, debe ser con convencimiento e intentando dejar atrás lo ocurrido. Las conversaciones sobre ese tema que no lleguen a ningún lado, los comentarios con resentimiento atacando al otro por lo que hizo y, en definitiva, remover el pasado, debe dejarse atrás. De nada sirve que se trabaje en mejorar la pareja, que se hagan acuerdos nuevos para que la otra parte esté más tranquila, etc. si luego el rencor va a salir a la primera de cambio. Si apostamos, apostamos, y si no es mejor no apostar porque puede acarrear aún más sufrimiento.

 

Además, algunas parejas pueden necesitar terapia para llevar cierto seguimiento de la evolución, y puede que algunas personas necesiten terapia individual para llevar a cabo las pautas adecuadamente o para gestionar emociones desagradables como la culpa o el rencor de una forma adecuada.

 

 

Olvidar una infidelidad es complicado, aunque relativizarla, darle menos importancia con el tiempo, eso sí es posible

 

Lo que está claro es que es un camino complicado y no todo el mundo está dispuesto a sacrificar mucho tiempo de su vida sintiéndose mal con tal de que una relación salga adelante. Sin embargo, hay muchísimas parejas, sobre todo de la época de nuestros abuelos y padres, que han perdonado infidelidades y actualmente siguen juntos sin darle demasiada importancia. Todo es posible, sólo hay que sopesar si el esfuerzo compensa o no, y ambas decisiones están bien, no pasa nada y nadie muere por nadie.

*Translated with Google translator. We apologize for any imperfection

By Alicia Gutiérrez Millán
Psychology

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