¿Qué es y cómo tratar el acné de la mujer adulta?
Written in association with:El acné es una enfermedad de la glándula sebácea de origen multifactorial. Hay una base genética y hormonal (la naturaleza de nuestra piel y cómo funciona), pero el ambiente también influye (clima, polución, rutinas higiénico-dietéticas). En determinadas personas, la glándula sebácea, que es la encargada de fabricar el sebo (la película grasa de la piel que en circunstancias normales nos protege), es más grande de lo normal y no funciona correctamente.
La composición del sebo está alterada y el conducto excretor se obstruye llevando a la formación de comedones y microquistes. Estas lesiones son ambientes ricos en ácidos grasos, que sirven de alimento a la flora de la piel que prolifera más de lo debido, rompiéndose el equilibrio e iniciando una espiral de inflamación.
¿A qué edad y con qué frecuencia se presenta?
El acné suele iniciarse en la pubertad, cuando aumentan los niveles de hormonas sexuales. Las glándulas sebáceas tienen receptores hormonales y cuando los andrógenos circulantes se unen a estos estimulan a la glándula. Aunque esto es lo habitual, el acné puede aparecer en edades prepuberales o incluso en lactantes, y también puede persistir o aparecer en la edad adulta.
¿Cómo se presenta?
Hay distintos tipos de acné en función del tipo de lesión que predomina. Pueden predominar las lesiones tipo comedón o microquistes, también pueden predominar las lesiones inflamatorias en forma de granos rojos y/o con pus. Hay una forma de acné más grave donde predominan los nódulos inflamatorios y la formación de quistes de mayor tamaño. El tipo de acné condiciona el tratamiento.
¿Qué factores pueden desencadenarlo o agravarlo?
Actualmente estamos presenciando un aumento del acné especialmente en el 1/3 inferior de la cara favorecido por el uso de las mascarillas, el denominado mask acne. Esto es debido a que la oclusión y la fricción favorece la aparición de acné.
El uso de cosméticos grasos tipo aceites o cremas excesivamente emolientes para el tipo de piel con tendencia grasa, que presentan las personas con acné, también lo favorecen. En verano hay que tener especial precaución con los protectores solares.
En cuanto a la dieta, los estudios que hay al respecto tienen muchas limitaciones, pero han llegado a algunas conclusiones. Las dietas con alto poder glicémico (carbohidratos de absorción rápida como azúcares, harinas refinadas, repostería, zumos y otras bebidas azucaradas...) empeoran y favorecen el acné.
Por contra, dietas ricas en ácidos omega 3 (presentes en el pescado) parece ser que mejoran la evolución del acné. En cuanto a las dietas vegetarianas o veganas, tampoco existen muchos estudios que evidencien que tengan un especial efecto sobre el acné.
Los probióticos pueden tener un efecto beneficioso, pero se trata de algo muy teórico y se requieren más estudios clínicos para concluir su efecto sobre el acné. En cambio, los suplementos proteicos, utilizados para aumentar la masa muscular, son una causa reconocida de acné, así como la toma de determinados fármacos como los corticoides o determinados tratamientos hormonales. Otro desencadenante frecuente de brotes de acné, en personas predispuestas, es el estrés, que provoca la liberación de ciertas hormonas y sustancias pro acné.
Cuando el acné aparece en edades tempranas o es de especial gravedad y con mala respuesta a los tratamientos habituales es importante consultar para descartar enfermedades que se asocian a acné.
¿En qué se diferencia el acné de la mujer adulta del acné adolescente?
Se define acné de la mujer adulta al que afecta a mujeres por encima de los 25 años. Puede tratarse de un acné persistente desde la adolescencia, ya sea de forma continua o intermitente, o bien, menos frecuentemente, un acné que aparece a partir de esta edad. Hablamos específicamente del acné de la mujer adulta porque, a partir de esta edad, es mucho más frecuente en mujeres que en hombres. En este tipo de acné hay una predisposición genética que se traduce en factores hormonales.
Suele ser un acné que afecta especialmente al 1/3 inferior del rostro, de lesiones predominantemente inflamatorias, y que empeora en la fase premenstrual. Además, el acné de la mujer adulta tiene tendencia a la cronicidad, por lo que se hace necesario prescribir un tratamiento de mantenimiento que puede ser prolongado.
Otra característica es que, a diferencia del acné adolescente, la piel de las mujeres afectadas por este tipo de acné suele ser sensible y tolera mal los productos tópicos.
¿Cómo se trata el acné de la mujer adulta?
Los tratamientos van desde productos tópicos aplicados sobre la piel hasta fármacos orales en función de la gravedad y tipo de acné. Suele ser necesario combinar tratamientos que actúan por distintas vías y potencian, así, su acción.
Si el acné se aborda con tratamientos tópicos hay que tener en cuenta que los productos antiacneicos tienen efecto un efecto "secante" de la piel y eso puede conllevar una sensación de molestia, incluso cierta irritación. Este efecto secundario suele aparecer en las primeras aplicaciones y mejora progresivamente. Puede paliarse con cremas hidratantes que no aporten grasa a la piel. Hay que recordar también que el efecto de estos tratamientos tópicos no es rápido, la mejoría suele tardar unas semanas en aparecer.
Es muy frecuente que combinemos tratamientos tópicos con tratamientos orales, que pueden ser antibióticos con poder antiinflamatorio sobre la piel, la isotretinoina (derivado de la vitamina A sintético y el fármaco con mayor poder antiacneico de todos) o tratamientos hormonales. Una particularidad del acné en la mujer adulta es la buena respuesta a tratamientos hormonales.
En ocasiones, podemos aconsejar tratamientos adyuvantes como el uso de dispositivos lumínicos, que nos pueden ayudar a mejorar el acné inflamatorio, así como las cicatrices, la extracción manual de comedones, la infiltración de antiinflamatorios en lesiones muy inflamadas o la realización de peelings.
¿Cómo debe ser el cuidado diario de la piel?
El cuidado de las pieles con acné debe ser amable. Hay que evitar el uso de cosméticos irritantes, así como el lavado excesivo de la piel. Una higiene mañana y noche con productos suaves que retiren el exceso de sebo, sudor, resto de cremas y polución es recomendable. Los cosméticos usados tienen que ser libres de grasas (oil free) y hay que tener especial cuidado con maquillajes y protectores solares, que pueden llegar a ser demasiado oclusivos y empeorar el acné. Especialmente importante en el acné de la mujer adulta es proporcionar hidratación a la piel sin llegar a engrasarla.
El uso de cosmecéuticos (retinoides, alfahidroxiácidos, antioxidantes, niacinamida, despigmentantes...) es casi siempre aconsejable en la piel de la mujer adulta. Su prescripción dependerá del estado y naturaleza de la piel (más o menos sensible), del tratamiento concomitante con productos antiacneicos, ya sean tópicos o orales, así como de los aspectos que se deseen mejorar.
Y, por supuesto, la piel necesita lo mismo que el resto del organismo: una alimentación saludable, una buena calidad del sueño, no fumar y evitar el estrés. En definitiva, quererse y tratarse bien.