Mitos y realidades del tratamiento farmacológico en el TDAH

Written by: Dra. María Eugenia Russi Delfraro
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Edited by: Margarita Marquès

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo cuyos síntomas están causados por un defecto en unas sustancias químicas cerebrales llamadas “Neurotransmisores”, específicamente en la dopamina y la noradrenalina.

 

Para realizar una función determinada (estar concentrado, organizar y planificar las acciones, controlar los impulsos, etc.), resulta imprescindible un buen funcionamiento de los circuitos cerebrales encargados de realizar dicha acción. Es aquí donde la dopamina y la noradrenalina actúan como mensajeros químicos, permitiendo que la información pase de una neurona a otra, completando el circuito que permite llevar a cabo la acción (por ejemplo, estar concentrado o controlar los impulsos).

 

De esta forma, cuando este delicado equilibrio se altera (por un defecto en estas sustancias) y el mensaje no es capaz de pasar de una neurona a otra, el resultado es una función realizada de forma incorrecta. En este nivel es donde radica el mal funcionamiento del cerebro de las personas con TDAH, y donde el tratamiento farmacológico actúa mejorando los síntomas.

 

Hay varios tipos de medicaciones que ayudan a los niños con TDAH, y que son seguras y eficaces. Se trata principalmente de los estimulantes, que actúan principalmente sobre la dopamina cerebral, y los fármacos no estimulantes, que actúan sobre la noradrenalina.

 

En el momento actual, existen infinidad de mitos no sólo entorno al TDAH en sí mismo, sino también en relación al tratamiento farmacológico utilizado para tratarlo, que intentaremos despejar a continuación.

 

El tratamiento farmacológico del TDAH “seda al niño”, “anula su creatividad” y “reduce sus facultades”

Nada más lejos de la realidad, los fármacos empleados tradicionalmente en el tratamiento del TDAH no son sedantes, no adormilan, no reducen las facultades ni disminuyen los reflejos del niño.

 

Lo que hacen es normalizar el desequilibrio químico causante del TDAH, permitiéndole al niño utilizar sus facultades naturales para focalizar la atención, mantener la concentración, pensar antes de actuar, escuchar, atender y aprender.

 

Existen infinidad de mitos en relación al
tratamiento farmacológico utilizado para tratar el TDAH

 

“El metilfenidato es una anfetamina, por lo que puede generar adicción a largo plazo”

El metilfenidato pertenece al grupo farmacológico de los “estimulantes del sistema nervioso central” al igual que la anfetamina, pero son dos fármacos diferentes (de la misma forma que el paracetamol y el ibuprofeno pertenecen al grupo de los analgésicos, pero su mecanismo de acción y efectos secundarios es diferente).

 

Por otra parte, se ha demostrado en infinidad de trabajos que el tratamiento farmacológico en el TDAH tiene un rol preventivo frente a las adicciones en la edad adulta. El consumo de tabaco, alcohol y otras drogas suele ser menor en la población de niños con TDAH tratados farmacológicamente, que en los no tratados. “Los seres humanos consumen drogas para escaparse de la realidad, no para centrarse más en ella”.

 

“El tratamiento farmacológico del TDAH frena el crecimiento y puede afectar el corazón”

Los efectos secundarios a corto plazo (pérdida de apetito, dificultad para conciliar el sueño, cefaleas, abdominalgias) suelen ser transitorios y con una serie de recomendaciones sencillas se pueden minimizar.

 

No se conocen efectos negativos ni toxicidad a largo plazo por el uso de metilfenidato, y numerosos estudios así lo demuestran. Ni los estudios publicados a la fecha, ni la práctica clínica, ni los datos epidemiológicos recogidos hasta el momento, indican un riesgo superior al de la población general en relación con efectos secundarios cardiovasculares, incluido el riesgo de muerte súbita.

 

En relación al crecimiento de niños tratados con metilfenidato y en comparación con los no tratados, muchos estudios concluyen que no existe una repercusión significativa en la talla obtenida al final del crecimiento en los tratados.

 

“Si el niño no va al colegio no hay necesidad de medicar y por tanto se recomienda descansar en vacaciones”

El TDAH es un trastorno que afecta a las personas que lo padecen los 365 días del año; afectando no sólo su desempeño escolar y autoestima, sino su vida familiar y social. Por lo cual el tratamiento ha de ser diario, sin “descansos” los fines de semana o incluso cuando el niño no asiste al colegio. Y de la misma manera que no quitamos las gafas en verano a un niño con miopía por el sólo hecho de no ir a la escuela, no suspendemos el tratamiento farmacológico del TDAH por estar de vacaciones y no tener que cumplir con las obligaciones académicas propias del período lectivo.

 

Se sabe que las repetidas suspensiones del tratamiento no sólo pueden cronificar los efectos secundarios (porque el crío nunca llega a adaptarse a la medicación), sino que además su eficacia a largo plazo es ostensiblemente menor en comparación con los niños que la reciben diariamente.

 

¿El tratamiento farmacológico en el TDAH es de por vida?

No necesariamente. El tratamiento suele ser largo y debe administrarse todo el tiempo que el niño lo necesite. En muchas ocasiones, se mantiene hasta la adolescencia o incluso más allá de esta, si es necesario, por lo que cada caso debe revisarse periódicamente.

 

En este sentido, resulta de fundamental importancia la realización de controles clínicos periódicos, que nos permitan no solo monitorizar la aparición de eventuales efectos secundarios o controlar la evolución del niño y de su peso/talla y TA, sino también revisar la pauta farmacológica que recibe y ajustarla a sus necesidades.

 

“Existen tratamientos alternativos que pueden evitar tener que darles medicación a los niños con TDAH”

A pesar de la infinidad de trabajos científicos que existen en torno al TDAH como tal (de alta calidad, con una solidez indudable y que demuestran que no es una patología “inventada”), y al uso de fármacos seguros y eficaces en esta entidad, en ocasiones, las familias suelen recibir información sobre la existencia de tratamientos alternativos que pueden evitar el uso de la medicación en estos niños. En este sentido, no existe evidencia científica de la utilidad de ninguno de ellos, y en muchos casos, su eficacia es más que dudosa.

 

Tampoco existe evidencia firme sobre la utilidad de los suplementos alimenticios o polivitamínicos, de las dietas restrictivas, así como tampoco de la homeopatía, o el método “Tomatis”, en el tratamiento del TDAH.

 

En suma, el TDAH es un trastorno de origen neurobiológico, cuya aparición está influenciada por la genética. Fue descrito por primera vez hace más de 100 años, existe en diferentes países y culturas, y los padres o unos métodos de enseñanza inadecuados no son los culpables de su aparición.

 

Las dificultades que padecen los niños y adolescentes con TDAH, no se controlan con el esfuerzo, de igual manera que la diabetes o la hipertensión arterial no dependen de la voluntad de quien las padece.

 

En quien lo padece produce un deterioro importante en la capacidad de desarrollarse en el ámbito académico, familiar y social, limitando sus posibilidades futuras, si no se trata adecuadamente.

 

Existen tratamientos seguros y eficaces para el TDAH; siendo el riesgo del tratamiento farmacológico muy inferior al riesgo de no tratar al niño.

 

Consideramos que la psicoeducación de padres y familiares es fundamental para optimizar el tratamiento de nuestros niños y adolescentes con TDAH, por lo que a través de estas hojas informativas pretendemos afianzar los conceptos trabajados en la consulta, animando y ayudándole en su difícil rol de educador.

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By Dra. María Eugenia Russi Delfraro
Pediatric neurology

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