Las 5 dudas más frecuentes del desprendimiento de retina

Written by: Dr. José Luis Bueno Palacín
Published: | Updated: 21/06/2022
Edited by: Top Doctors®

¿Qué es un desprendimiento de retina?

 

El ojo está formado por tres capas principales a modo de “capas de cebolla”. La primera capa, si lo miramos de fuera hacia dentro, está formada por la córnea y la esclera.

 

La córnea está en la parte anterior del ojo y es una cúpula trasparente a través de la cual vemos el iris y la pupila, lo que se conoce como “la niña del ojo”.

 

La esclera es la parte blanca del ojo que vemos, sobre todo cuando miramos hacia los lados y es rígida y le confiere resistencia al ojo.

 

La segunda capa es la coroides, que no la podemos ver porque está por dentro de la esclera (la capa blanca). Es una capa con una gran irrigación sanguínea, ya que el ojo necesita de un gran aporte de sangre para llevar a cabo su función visual.

 

La tercera capa, la más interna, por dentro de la coroides, es la retina. Está compuesta de tejido nervioso, que contiene todas las células fotorreceptoras, es decir las que recogen la luz y las imágenes que llegan al interior del ojo, y las fibras que a través del nervio óptico transmiten esas imágenes al cerebro. 

 

Estas tres capas están superpuestas unas a otras, como hemos dicho antes, como las capas de una cebolla. Un desprendimiento de retina es la separación de la capa más interna que se separa, o se desprende de la coroides perdiendo su capacidad funcional y dando lugar, si no se repara, a una pérdida de la visión que puede ser irreversible.

 

El desprendimiento de retina puede causar una pérdida de la visión.

 

¿Por qué se produce?

 

El ojo es una estructura más o menos esférica. Sus paredes están compuestas por las tres capas de las que ya hemos hablado que dejan en su interior una cavidad. En la parte anterior de esa cavidad podemos encontrar el iris y el cristalino, que es una estructura trasparente que actúa como una lente. Esta lente nos permite enfocar de lejos y de cerca y, cuando se opacifica con los años, lo llamamos catarata.

 

La mayoría de la cavidad que forma el ojo, desde detrás del cristalino hasta la retina, está rellena de un gel trasparente que llamamos vítreo. El vítreo es muy compacto, homogéneo y trasparente cuando somos jóvenes, rellena esta cavidad interna del ojo y está unido fuertemente a la retina. Con el tiempo, cuando nos vamos haciendo mayores, el vítreo empieza a sufrir cambios evolutivos que hace que se vaya licuando cada vez más y vaya transformándose en una estructura cada vez más líquida, que contiene estructuras fibrilares flotando en su interior. Estas estructuras el paciente las suele describir como algunas “moscas volantes”.

 

Mientras el vítreo se conserva como una estructura compacta y homogénea, acompaña bien los movimientos que hace el ojo al mirar arriba, abajo o hacia los laterales, pero al licuarse cada vez más, el vítreo empieza a desplazarse en el interior del ojo, a modo de bamboleo, cada vez que el ojo se mueve. A la vez que se produce esta licuefacción del vítreo, se procede también otro fenómeno que es la debilitación progresiva de la unión de la parte del vítreo que está pegada a la retina.

 

Llega un momento, debido a que la licuefacción del vítreo es cada vez mayor y la unión con la retina cada vez más débil, que se produce la separación brusca del vítreo de la retina. Este fenómeno se conoce como desprendimiento del vítreo posterior y, aunque la mayoría de la población lo desconoce, es algo que nos va a ocurrir prácticamente a la totalidad de las personas que lleguen a edades avanzadas de la vida.

 

Cuando el vítreo se separa bruscamente de la retina, queda condensado en el interior de la cavidad ocular. Clínicamente el paciente lo suele notar, porque la sensación de cuerpos flotantes dentro del ojo aumenta de forma muy notoria y brusca. La gente lo describe como, moscas, hilos, marañas, telarañas, nubes… que desplazan de un lado a otro de la visión al mover el ojo y que conocemos como miodesopsias. También suele dar lugar a otro síntoma muy característico que es la aparición, normalmente por el lateral del ojo afectado, de destellos, relámpagos, u otros fenómenos luminosos de poca duración que suelen aparecen en momentos de oscuridad o poca iluminación ambiental, que conocemos como fotopsias.

 

En la mayoría de las personas el vítreo posterior se separa totalmente de la retina sin dañarla y las fotopsias desaparecen gradualmente, sin interferir en la vida normal del paciente. Pero en un pequeño número de personas, el vítreo al separarse de la retina puede traccionar de ella rompiéndola y dando lugar a lo que conocemos como un desgarro retiniano, es decir, una rotura o agujero en la retina. A través de ese agujero se puede filtrar el vítreo que ya está muy licuado, ocupando la parte posterior a la retina, despegándola de la coroides y provocando lo que conocemos como desprendimiento de retina.

 

¿Cuáles son los síntomas?

 

Suelen ir precedidos de los síntomas de desprendimiento posterior de vítreo de los que ya hemos hablado: fotopsias y midesopsias.

 

En cualquier caso, el síntoma principal es la pérdida de la visión, ya que la zona de retina que se desprende, va perdiendo su capacidad de ver. Esta pérdida de visión se produce de forma muy característica. El paciente conserva la vista por la parte central y empieza a perder visión por la periferia. Bien por arriba, por abajo, o por los laterales, comienza a aparecer una zona negra como una cortina, que no se mueve como las miodesopsias, sino que se mantiene siempre en el mismo lugar, va avanzando hacia el centro y por donde va avanzando va quitándole la visión al paciente. Si el desprendimiento llega a la zona central, se pierde la visión de forma muy importante

 

¿Cómo se puede prevenir?

 

Es aconsejable hacerse revisiones de fondo de ojo de forma periódica, sobre todo en pacientes miopes o con antecedentes de desprendimiento de retina en el otro ojo o en la familia. A veces encontramos en la retina periférica zonas más degeneradas o débiles y, por tanto, con más posibilidades que se produzcan roturas. En pacientes de riesgo puede ser conveniente tratar esas lesiones con láser de forma preventiva.

 

En todo caso en pacientes que tengan síntomas de desprendimiento de vítreo posterior agudo, es absolutamente imprescindible que se revisen el fondo de ojo para descartar que haya desgarros en retina, ya que si encontramos una rotura antes de que se haya producido un desprendimiento de retina, es fácilmente tratable con láser y evitaríamos que el desprendimiento se produjera.

 

Es aconsejable que las personas miopes se hagan revisiones de fondo de ojo.

 

Es importante hacer hincapié en la presencia de “moscas volantes”, que es frecuente en personas miopes, incluso jóvenes. Esto puede producir ansiedad en ellas, porque piensan que suponen un riesgo alto para su visión, pero no se debe confundir con un desprendimiento de vítreo posterior. Es muy excepcional un desprendimiento de vítreo por debajo de los 50 años, a no ser que se sufra un traumatismo, se tenga una miopía muy alta o el ojo tenga una cirugía previa o existan determinadas patologías.

 

¿Qué opciones hay de tratamiento?

 

Cuando ya tenemos un desprendimiento de retina establecido, el tratamiento debe ser obligatoriamente quirúrgico. Básicamente existen tres posibilidades quirúrgicas.

 

  •  Retinopexia Pneumática: se pueden tratar pocos desprendimientos de retina con esta técnica, ya que requiere que el desprendimiento sea en la parte superior de la retina y tenga un desgarro único. Consiste en inyectar una burbuja de un gas dentro del ojo, que se coloca en la parte superior, empujando a la retina hacia la pared ocular y pegándola. Entonces hay que procurar tratar el desgarro para que cuando el gas se reabsorba, la retina se mantenga pegada. Este tratamiento se puede hacer con láser o con una sonda de frío (crioterapia), que congela los bordes del desgarro. Durante el tiempo que se mantiene el gas dentro del ojo el paciente debe mantenerse en posición erguida, de pie o sentado, sin acostarse.
  • Cirugía Escleral: es la técnica más clásica de tratarla. Consiste en poner implantes en la pared externa del ojo. Cuando la retina despega de la pared del ojo, se desplaza hacia adentro. Si empujamos la pared del ojo, desde afuera hacia adentro, podemos conseguir de nuevo que esta contacte con la retina y esta se vuelva a pegar. Esto se consigue poniendo implantes aislados para que empuje una zona determinada de la retina hacia dentro, normalmente para que contacte con la retina en el lugar donde está el desgarro o poniendo un implante circular alrededor del ojo a modo de cinturón al que llamamos cerclaje.
  • Vitrectomía Posterior: la más actual, que consiste en entrar dentro de la cavidad ocular, eliminar la mayor parte del vítreo para suprimir las tracciones sobre la retina, pegarla, localizar y dar láser alrededor de los desgarros. El único pequeño inconveniente para el paciente, es que el láser produce unas pequeñas quemaduras alrededor de los bordes del desgarro. El láser es efectivo cuando estas quemaduras cicatrizan, haciendo una especie de soldadura alrededor del desgarro e impidiendo que vuelva a entrar líquido por él. Pero desde que se da el Láser hasta que este cicatriza correctamente suelen pasar dos o tres semanas. Durante ese tiempo hay que dejar algo dentro del ojo para que sujete la Retina hasta que el láser cicatrice. Ese algo suele ser un gas o aceite de silicona. La desventaja del gas es que impide ver bien hasta que se reabsorbe, obligando al paciente a hacer bastante reposo, normalmente bocabajo. La ventaja es que si se reabsorbe solo, si la retina queda pegada no hay que hacer nada más. La silicona es transparente, por lo que deja ver algo al paciente, pero a largo plazo puede ser tóxica para el ojo. La silicona se guarda para los casos más difíciles, segundas intervenciones o en pacientes que no pueden hacer reposo.
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By Dr. José Luis Bueno Palacín
Ophthalmology

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