Infancia, adolescencia y pantallas
Written by:- Se pasa la mayor parte de las horas delante de la pantalla
- Dice que todos sus amigos “están ahí”
- Su última conexión de WhatsApp marca más de las dos de la mañana
- Puede pasarse con el teléfono en las manos durante horas y horas
- El tiempo no parece pasar para él cuando está conectado
Esta es la realidad de una gran parte de los adolescentes, en los que la vida digital se ha colado de lleno. Pero, un momento… ¿solo en los adolescentes? La realidad innegable es que las pantallas están al alcance de todos, hasta de los niños más pequeños.
De hecho, cada vez más los más pequeños de la casa tienen más predilección por el uso de las pantallas, y con poco más de un año ya persiguen el teléfono móvil de papá o de mamá para activarlo y jugar con él. Coexistir con lo digital está a la orden del día, y saber cómo se hace puede ayudar a nuestros pequeños.
De todas formas, no me malinterpretéis, no trato de demonizar las nuevas tecnologías en este escrito, y tampoco quiero describir los posibles peligros que se esconden tras ellas. No, mi objetivo es hacer una llamada a su buen uso y a prevenir el abuso de las mismas, disfrutándolas de la mejor manera.
La tecnología en nuestras vidas. El tiempo de exposición a las pantallas
La tecnología aporta grandes avances que han hecho la vida más agradable y, en muchos casos, más sencilla. Si se les da un uso adecuado, no hay dudad de que implican un gran beneficio. Por este motivo, a continuación os enseño las pautas que la Academia Americana de Pediatría (AAP) propone, y estas justifican cómo debe llevarse a cabo las exposiciones a las pantallas desde la infancia.
En niños y niñas con menos de dos años, la AAP es clara: no deben ser expuestos a ningún tipo de pantalla. ¿El motivo? En esta etapa es necesario invertir el tiempo en jugar y tocar objetos físicos, ya que manipular y experimentar es importantísimo para el desarrollo cerebral.
En edades de entre dos y siete años no deberían exponerse a las pantallas durante más de una o dos horas diarias. Además, no se recomienda utilizar ordenadores ni videoconsolas, salvo que sea con fines educativos. Es a estas edades cuando puede surgir la idea de utilizar las pantallas como un método de distracción para que el niño no se aburra, aunque aburrirse no es malo, ya que se estimula por ejemplo la creatividad.
Entre los siete y los doce años, el tiempo límite no debería ser superior a las dos horas al día. En España, a estas edades se pasa una media de tres o cuatro horas ante la pantalla.
Y llega cuando tienen su propio móvil.
No se aconseja que el niño tenga su propio Smartphone antes de los doce años, aunque siempre con una adecuada supervisión de los padres y una correcta educación.
Y es que, a la hora de darle un móvil a nuestros hijos es básico hacerlo con las “instrucciones de uso”, ya que este dispositivo puede poner “el mundo en sus manos”. El acceso a información es infinito, y para ello los filtros y el sentido crítico son fundamentales.
Que sean conscientes de lo importante que es darle un buen uso al móvil es el primer paso para prevenir futuros problemas.
A partir de los trece años, la exposición a las pantallas se amplía a tres horas, aunque debe ser igualmente controlado y supervisado.
Es entonces cuando es importante educar al niño en la preservación de la intimidad, ya que es en esta etapa cuando se comparte el contenido más íntimo, y esto se hace a través del móvil.
Y es que si se siguen unos consejos mínimos de control y de educación en el uso correcto, se fomenta que se disfrute de las nuevas tecnologías de forma responsable. No obstante, para que funcione, se debe predicar con el ejemplo. Así que, padres y madres, vigilad el uso de las pantallas y sed modelos de una vida digital responsable.