Día mundial del sueño: la importancia de dormir bien

¿Por qué se celebra el día mundial del sueño? ¿Cuál es su objetivo?

El día mundial del sueño se celebra anualmente coincidiendo casi con el equinoccio de primavera (de otoño en hemisferio sur) en el mes de marzo, cuando el día y la noche duran prácticamente el mismo tiempo. Su finalidad es concienciar de la importancia de la buena calidad y cantidad de sueño en una adecuada salud física y psicológica, y de la importancia de los trastornos del sueño, enormemente frecuentes en la población. En 2022, el lema elegido es "Sueño de calidad, Mente sana, Mundo feliz", pretendiendo resaltar la importancia de un sueño de calidad en una correcta salud mental.

¿Cuáles son los trastornos son del sueño más comunes?

El trastorno de sueño más frecuente es sin duda el insomnio. En España, se calcula que entre un 25-35% de la población sufre insomnio ocasional, y entre un 10-15%, unos 4 millones y medio -5 millones de personas, insomnio crónico, el que dura más de tres meses, el verdaderamente importante. El insomnio es frecuente en edades infantiles y juveniles, también, por ejemplo, afecta al 30% de los niños entre los 6 meses y los 5 años de edad, y afecta entre un 3 y un 12% a los adolescentes.
 

El segundo trastorno de sueño más común es la Apnea del Sueño, que afecta en España a un 6-8 % de la población general (un 20% en mayores de 65 años) y que tiene grandes repercusiones en la salud y en la calidad de vida, y del que probablemente aún existen muchos casos no diagnosticados, incluyendo la población infantil.
 

Y el trastorno de sueño que cierra la tríada de los más frecuentes es el Síndrome de Piernas Inquietas o enfermedad de Willis-Ekbom, enfermedad muy incomprendida, que puede ser muy invalidante y complicada con frecuencia en cuanto a su manejo. La presencia de esta enfermedad en países occidentales, en la población de origen caucásico, se estima entre un 5 y un 10% de dicha población. Si se aplican criterios de gravedad, se estima que entre un 2 y un 4.6% de la población general padece una enfermedad que requiere tratamiento medicamentoso de base, al menos 2 millones de personas en España.

¿Qué tipo de personas son más propensas a padecer algún trastorno del sueño?

El insomnio es más frecuente en mujeres, personas con enfermedades médicas y/o trastornos psicológicos-psiquiátricos. Tiene tendencia a aumentar su presencia con la edad, esto se debe a la alteración del sueño a medida que vamos envejeciendo, por causas más o menos fisiológicas, por el mayor uso de medicamentos y por la asociación con patologías médicas.
 

La apnea del sueño es más frecuente en hombres, y es más frecuente claramente en las personas con sobrepeso, sobre todo, aunque no solo, si el sobrepeso es importante. Hay que señalar que está presente, por ejemplo, en el 60-70% de los afectados por hipertensión arterial resistente al tratamiento, pudiendo ser en la mayoría de los casos la causa de dicha resistencia al tratamiento. En la edad infantil, es mucho más frecuente cuando existen problemas obstructivos de vías respiratorias altas, sobre todo amígdalas grandes.
 

El síndrome de piernas inquietas es el doble de frecuente en mujeres en la edad adulta, probablemente debido a la implicación del metabolismo del hierro deficiente en la enfermedad (perdidas de sangre mensuales en mujeres en edad fértil), y 6-7 veces más frecuente en personas que tienen familiares de primer grado que padecen la enfermedad, tiene un componente genético claro.
 

Ciertas parasomnias (sonambulismo, terrores nocturnos, despertares confusionales) son mucho más frecuentes en edades infantiles, pueden ser muy aparatosas, pero de curso generalmente benigno y mejoran con la edad.
 

Y, por último, el exceso de consumo de alcohol, de cafeína, de ciertos medicamentos y de drogas (incluido el cannabis, sobre el que existe una falsa percepción de que mejora el sueño) favorecen claramente la aparición de todo tipo de trastornos de sueño.

¿Por qué es tan importante dormir bien?

Existen ya varias razones conocidas que desmienten que el sueño sea solo un periodo inactivo de descanso simple, al contrario, es un periodo activo con variadas funciones fisiológicas, probablemente algunas incluso aún por descubrir. Entre las conocidas en la actualidad, están:

• A nivel de rendimiento psíquico y de salud mental: actualmente, se sabe que la privación de sueño efectivo empeora la productividad, la concentración y la capacidad cognitiva. También se ha visto que los patrones de sueño de los niños pueden tener un efecto directo sobre su rendimiento escolar y sobre su comportamiento.
  
  El sueño tiene también un importante papel en el procesamiento y consolidación del almacenaje de la memoria, actividades realizadas en su mayoría cuando dormimos. Por otra parte, hay datos recientes de que la eliminación de desechos tóxicos para el cerebro se realiza en buena parte durante la fase de sueño profundo, su perturbación crónica parece predisponer a mayor riesgo de procesos neurodegenerativos, como por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer.
  
  Los problemas de salud mental, como la depresión, tienen un fuerte vínculo con la mala calidad de sueño, de tipo bidireccional, ambas se refuerzan mutuamente. Existe incluso una clara relación entre mala calidad de sueño y una elevada tasa de suicidios.
   
• Relación con la obesidad y alteraciones metabólicas: Actualmente, se considera a la mala calidad de sueño efectivo como uno de los más potentes factores de riesgo de obesidad, estimándose dicho riesgo entre el 55 y el 89%. Además, se sabe que un periodo de sueño adecuado es necesario para el rejuvenecimiento, restauración y reparación de los tejidos, el crecimiento muscular y la liberación adecuada de diversas hormonas. La mala calidad de sueño está asimismo ligada a la propensión a padecer diabetes.
   
• Relación con la salud cardiovascular: se ha encontrado una clara relación entre trastornos de sueño significativos y aumento de la incidencia de hipertensión arterial, arritmias cardíacas y enfermedades cardiovasculares (y posiblemente cerebrovasculares).
   

El sueño adecuado mejora la función inmunitaria, las defensas, y contribuye a una mejor y más temprana recuperación de las enfermedades. A modo de ejemplo, se ha encontrado que las personas que duermen menos de 7 horas tienen un riesgo de padecer catarros cerca de tres veces superior a las que duermen al menos 8 horas. Por otra parte, recientemente se ha establecido una relación entre algunos trastornos de la calidad y cantidad de sueño con la predisposición a padecer varios tipos de enfermedades cancerosas. En enfermos hospitalizados, los protocolos de mejora de la calidad de sueño se reflejan en una mejor y más rápida recuperación de los procesos que han requerido dicha hospitalización, incluyendo la mejoría pronostica de enfermos ingresados en UCIs.
 

En resumen, la adecuada cantidad y calidad de sueño efectivo se ha unido a la correcta alimentación y la práctica de ejercicio físico como otro pilar imprescindible para la salud y la calidad de vida.

¿Cómo ha afectado la crisis generada por el COVID-19 en la calidad del sueño de la población?

La pandemia por COVID-19 ha generado en una buena parte de la población un estado de estrés postraumático y alteración del ánimo, secundario a preocupaciones de salud, económicas, laborales, familiares y de cambio de situación, convivencia en entornos cerrados. En estas situaciones, una de las primeras cosas que puede aparecer es la mala calidad de sueño, en forma de cuadros de insomnio y aumento del trastorno por pesadillas. Esta circunstancia se está alargando por la situación de incertidumbre económica que se ha generado en la pospandemia, agravada por la situación de guerra en Europa. Las consultas por problemas de insomnio y mala calidad de sueño están aumentando considerablemente en los primeros meses del año 2022, en relación a una repercusión preocupante de los mismos en la calidad de vida de ellos afectados

Durante la pandemia, especialmente en los periodos de confinamiento, también se ha encontrado en una parte de la población una mejoría de su calidad de sueño. Esto parece ser debido a mejoría de hábitos de vida, de higiene de sueño y de estrés diario, personal y laboral durante el confinamiento, en familias o personas poco afectadas por las circunstancias de salud y los problemas de convivencia en espacios cerrados, o con menos preocupaciones a nivel de repercusiones económicas y laborales que pudiera provocar la situación de confinamiento.