¿Cuántas horas debe dormir un niño?

En el primer año de vida, es uno de los periodos donde existen mayores cambios con respecto al sueño. Luego, en la pubertad, se regulariza y tiene un patrón definitivo casi similar al del adulto. Por lo tanto, en forma general estos cambios ocurren principalmente en la duración del sueño, qué tipo de distribución tiene durante el día y en la proporción de cada una de sus fases. Existen factores endógenos (la luz, por ejemplo) y exógenos (como rutinas y hábitos), que determinan estos cambios.

El sueño en los niños y los adolescentes

Es importante conocer que existe variabilidad en la duración y en las características del sueño conforme a la edad, siendo los cambios más notorios durante el primer año de vida.

• Recién nacido: duerme entre 16 y 17 horas. La duración del sueño es poca y se distribuye de forma aleatoria durante el día y la noche. El ritmo de la alimentación es el factor externo fundamental para una modulación del sueño.
• Entre los 3 a 6 meses: los ritmos circadianos han logrado su madurez. Hay mayores periodos de vigilia durante el día y un incremento en el establecimiento del sueño durante la noche.
• A partir de los 6 meses: la mayoría de los niños duermen durante toda la noche un promedio de 9 a 11 horas. Además duermen tres siestas durante el día, que disminuyen cuando se cumple el año de edad. A partir de los 18 meses, desaparece la siesta de la mañana y entre los 3 y 5 años desparece poco a poco la siesta por la tarde.
• Al año de edad: la mayoría de niños tienen un patrón de sueño regular (duermen por la noche entre 11 y 12 horas), pero otros lo hacen de manera errática con despertares frecuentes. En este momento, en función de la capacidad del niño para volver a dormirse de forma autónoma y sin que haya una intervención de los padres, estos despertares podrían ser el inicio de dinámicas intervencionistas por parte de los padres y llevar a un problema o trastorno del sueño.
• Adolescencia: las necesidades de sueño son de unas 9 horas. Asimismo, los adolescentes tienden a retrasar sus horarios de sueño, duermen menos horas y padecen somnolencia diurna. De este modo, compensan esas pocas horas durmiendo más los fines de semana. El tener más autonomía, más actividades y la presencia de la tecnología contribuyen de forma significativa en los patrones de sueño del adolsecente.

Recomendaciones para tener un sueño más tranquilo y saludable

Hay distintos consejos que se pueden seguir para que los niños tengan un mejor sueño:

• Establecer un horario fijo y regular de sueño. La diferencia entre el fin de semana y la semana no debe ser superior a 1 hora en niños y a 2 en adolescentes.
• Es importante crear una rutina relajante. Por ejemplo, un baño o contar un cuento.
• Lograr establecer asociaciones que sean positivas. Un muñeco o una mantita pueden lograr que el niño concilie el sueño de forma autónoma.
• Evitar rutinas de dormir al niño en brazos para evitar asociaciones negativas.
• No utilizar el dormitorio como lugar de castigo para evitar asociaciones negativas con el entorno de dormir.
• Acostar al niño cuando este somnoliento pero no dormido, para que inicie el sueño de forma autónoma.
• Tomar una cena equilibrada y evitar muchos líquidos.
• Evitar bebidas y comidas que estimulen mucho (como colas o chocolates).
• Evitar el uso de aparatos electrónicos por la noche, ya que estimulan el cerebro y emporan la conciliación del sueño.
• Reforzar el ciclo de luz y oscuridad. Debemos exponer al niño a la luz solar en el día y disminuir la intensidad de luz por la noche.

Para más información contacte con un especialista en Neurología.