¿Cuál es la importancia de la detección precoz del cáncer de próstata?

Written by: Dr. José María Regojo Balboa
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Edited by: Margarita Marquès

¿Qué es el cáncer de próstata?

El varón tiene una glándula responsable de formar una parte importante de nuestro líquido seminal para que sea vehículo de los espermatozoides que se forman en los testículos.

 

Esta glándula, que se encuentra situada entre la vejiga y la base del pene, como todo tejido vivo y formado por células, se puede alterar en su crecimiento y sufrir una serie de daños en los núcleos de las células. De esta manera, se pierde el control de su crecimiento y hace que ese tejido descontrolado avance localmente y a distancia, formando metástasis.

 

En definitiva, es la aplicación del concepto “cáncer” que todos conocemos a nivel coloquial, pero aplicado a la glándula denominada próstata que tienen los varones y que tiene unas repercusiones muy específicas en su desarrollo.

 

El cáncer de próstata es el cáncer más frecuente en el hombre, aunque afortunadamente no es el primero en mortalidad. En términos globales, es más mortal el cáncer pulmón y el cáncer colo-rectal.

 

Se calcula que, aproximadamente, en España en este 2021 se habrán diagnosticado 246.700 nuevos casos de cáncer de próstata, sobre todo en la población mayor de 65 años, pero encontramos algunos casos entre 45-55 años, que es importante diagnosticar precozmente.

 

Muchos cánceres de próstata son de crecimiento lento (10-15 años) y van con el envejecimiento. Por este motivo, hay que tener claro que el diagnóstico del cáncer de próstata no es una sentencia de muerte y que se puede convivir con él, y muchas veces uno fallece por causas completamente distintas a ese cáncer de próstata diagnosticado hace unos años.

 

En general, el cáncer de próstata es silente y,
por la tanto, no hay que esperar a tener síntomas

 

¿Cuáles son las causas de su aparición?

El cáncer aparece, porque se ha producido un daño en el núcleo de las células prostáticas, que altera el control del crecimiento celular. Ese desorden altera la estructura y funcionamiento de la glándula y la hace migrar a otros órganos.

 

El cáncer de próstata es hormonodependiente, es decir, necesita la hormona masculina, que es la testosterona. Por lo tanto, es un cáncer genuinamente masculino, y que aparece con la edad en la mayoría de los casos, porque cuantos más años estén las células prostáticas en contacto con la testosterona, más posibilidades hay de que aparezcan esas mutaciones.

 

Hay que recordar que esas mutaciones o daños celulares prostáticos, en un 85% son espontáneos, es decir, no se han heredado de nuestros padres, pero el otro 15% pueden ser hereditario o familiar. En esos casos, puede debutar antes de la edad habitual y aparecer en edades tempranas. De ahí nace la necesidad de concienciarse acerca de realizar revisiones prostáticas a partir de los 45 años, sobre todo si hay antecedentes familiares.

 

¿Cuáles son sus síntomas?

En general, el cáncer de próstata es silente, y cuando da síntomas (dolor óseo, insuficiencia renal, cansancio generalizado, o sangre en la orina abundante), es porque el cáncer está avanzado y, por la tanto, habrá menos opciones de tratamiento, de manera que no hay que esperar a tener síntomas para acordarse del cáncer de próstata.

 

Es importante no confundir estos síntomas con los habituales de los que vulgarmente decimos “problemas prostáticos”. Es decir, cuando vamos mucho al baño a orinar, chorro flojo o sensación de mal vaciamiento miccional, estos síntomas normalmente son debido a una enfermedad complemente distinta, llamada Hiperplasia Benigna de Próstata, que es muy frecuente y que, afortunadamente, sus soluciones son mucho más llevaderas para el paciente.

 

¿Cómo se diagnostica?

Se debe diagnosticar en los chequeos prostáticos, que normalmente incluyen tres pruebas:

  • Tacto rectal: el explorador realiza un tacto con el dedo de su mano a través del recto para tocar la próstata, para valorar la consistencia, tamaño y alguna otra anomalía.  No se debe tener “miedo ni pudor” a esta prueba, no suele ser dolorosa salvo que uno tenga hemorroides o estrechez anal. Es algo básico y muy útil para el diagnóstico precoz del cáncer de próstata y no se debe demorar por miedos ilógicos.
  • Antígeno prostático sistémico (PSA): es un análisis de sangre, en el que se analiza una proteína que produce exclusivamente la próstata, y que, con los años, hemos aprendido que su valor en sangre debe estar entre 0-4 ng/ml. Cuando está por encima hay que valorar la posibilidad de realizar una biopsia de próstata.
  • Ecografía urológica: se realiza mediante un ecógrafo para valorar el tamaño de la próstata, los contornos de la vejiga y la situación de los riñones.

 

Con estas tres pruebas, se debe decidir si es necesario realizar una biopsia de próstata, que es la prueba imprescindible y pocas veces renunciable para el diagnóstico del cáncer de próstata. Se trata de una prueba relativamente sencilla, que se realiza con anestesia local y ambulatoria, en la que, a través de un ecógrafo, que se introduce por el recto, se toman muestras del tejido prostático, para que el médico patólogo las estudie al microscopio y nos diga qué tipo de células ve, y que grado de cambios celulares ve. Es decir, qué grado de agresividad ve en las células prostáticas.

 

El médico patólogo que estudió más estos tejidos era D. Gleason, y dio una clasificación. Pocos cambios y menos agresividad, será Gleason 6, mientras que muchos cambios y más agresividad, será Gleason 9-10.

 

Aunque todos son cáncer de próstata, no tienen nada que ver un Gleason 6 a un Gleason 9-10. En el primer caso, no hay que hacer nada o simplemente observarlo. En cambio, en el segundo caso, hay que poner todos los medios para pararlo.

 

De ahí, la importancia de tener una biopsia de próstata, para saber el pronóstico y lo que podemos esperar con el paso de los años si está uno ante la sospecha de que pueda tener un cáncer de próstata.

 

¿Cuál es el tratamiento?

En primer lugar, el cáncer de próstata es de crecimiento lento en la gran mayoría de casos (10-15 años para causar la muerte), por lo tanto, habrá casos en los que no haya que dar ningún tratamiento, dependiendo de la situación del paciente (otras enfermedades importantes que condicionen su vida a corto-medio plazo, edad avanzada…).

 

Tenemos que tener claro, cuando hablamos con nuestros pacientes de esta enfermedad, que, en numerosas ocasiones, el paciente se morirá de otra causa distinta al diagnóstico de cáncer de próstata y, por la tanto, la abstención terapéutica (es decir, no hacer nada) es una decisión plausible, razonable, que beneficia al paciente.

 

Ahora bien, si consensuadamente y habiendo explicado la situación al paciente, se pueden plantear tratamientos curativos en los casos adecuados, éstos se pueden basar en dos opciones, que ya están bien contrastadas y llevan años de seguimientos.

 

  • Cirugía

Consiste en la prostatectomía radical. Se trata de una técnica quirúrgica en la que se extrae la glándula prostática y las vesículas seminales, y vuelve a unir la vejiga y la uretra pegada al pene. Esta técnica quirúrgica se puede realizar por distintos abordajes: la cirugía abierta o suprapúbica, que se lleva realizando de forma rutinaria desde finales de los años 90; la cirugía por abordaje laparoscópico y la cirugía por abordaje laparoscópico asistida por Robot.

 

Los tres abordajes en manos expertas, presentan resultados de control de enfermedad tumoral y resultados funcionales muy similares. Sin embargo, con la cirugía laparoscópica asistida por Robot, al tener una gran visión a través de la cámara de tres dimensiones y la precisión de los movimientos del robot, se consiguen unos resultados de recuperación de continencia y disfunción eréctil algo mejores que el resto de las técnicas más convencionales. Pero no hay que olvidarse que la incontinencia urinaria de esfuerzo y la disfunción eréctil pueden ser la norma en los primeros meses postquirúrgicos.

 

  • Radioterapia

Otra posibilidad de tratamiento curativo es la radioterapia, que es la aplicación de energía ionizante a través de aparatos emisores de esa energía sobre el tejido que se quiere parar su crecimiento.

 

Con los nuevos equipos tecnológicos, que modulan la energía según el tipo y contorno que se quiera radiar (equipos de intensidad modulada de radioterapia, IMRT, sus siglas en inglés), se han mejorado los resultados y se lesionan menos los tejidos circundantes, es decir vejiga y recto.

 

Sin embargo, sigue habiendo daños en tejidos circundantes con “quemaduras en recto y vejiga” (rectitis y cistitis radicas por efecto de la radioterapia), que no son de fácil manejo y pueden empeorar la calidad de vida de esos pacientes. De hecho, en pacientes que están anticoagulados, no es aconsejable que se realicen radioterapia por el riesgo de sangrados con el paso de los años con el tratamiento anticoagulante.

 

Hay otros tratamientos como las terapias focales (con nuevas energías), que están lejos de poder considerarse tratamientos estándar y aplicarse con normalidad.

 

En definitiva, el cáncer de próstata es un cáncer muy frecuente, y que va con el envejecimiento en muchos casos, que ni mucho menos es una sentencia de muerte. En bastantes casos, no hay que dar tratamiento y otros muchos hay que decidir el tratamiento más adecuado, porque hay distintos tipos de agresividad. No hay que dar un tratamiento igual a todos los pacientes, sino seleccionar el tipo según las particularidades del paciente y su esperanza de vida.

 

Haciendo revisiones prostáticas tempranas a partir de de los 45 años si hay antecedentes familiares y a partir de los 50 en general, es posible que los especialistas en Urología sepamos dar a nuestro paciente las recomendaciones y acciones terapéuticas en el cáncer de próstata que supongan mejorar su calidad de vida y su esperanza de vida.

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By Dr. José María Regojo Balboa
Urology

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