Las hepatitis víricas afectan en torno a 400 millones de personas en el mundo

En el Día mundial de la Hepatitis, el Dr. Luis Ricardo Rodrigo Sáez, especializado en aparato digestivo y miembro de Top Doctors, nos explica los aspectos básicos de los diferentes tipos de Hepatitis, cómo se puede contraer alguna de ellas y cuáles son los datos de personas afectadas.

 

 

 ¿Qué es la hepatitis?

Se entiende por tal, la presencia de una inflamación difusa del hígado. Puede ser aguda, cuando es de corta evolución y crónica, si es prolongada.
Sus causas pueden ser muy variadas. Las más frecuente son las relacionadas con infecciones víricas, pero existen otras relacionadas con el consumo excesivo de alcohol, tóxicas, medicamentosas, autoinmunes, por obesidad prolongada y excesiva, infecciones por bacterias, parásitos, hongos, etc. Es decir, ante un paciente con hepatitis hay que tratar de averiguar la causa que la produce y precisar además, si es aguda (de corta evolución) o crónica (si dura más de 6 meses).

¿Cuáles son los distintos virus de la hepatitis? (tipos de hepatitis)

Existen varios que la pueden producir y los más habituales se designan por las primeras letras del alfabeto, comenzando por la A y terminando por la G, con la excepción del virus F, que no está aún identificado.
Todos los tipos (menos la producida por el virus A) suelen tener un comienzo agudo, aunque si no se curan a tiempo pueden evolucionar a la cronicidad.

¿Cuáles son los síntomas?

El cuadro clínico de la hepatitis aguda vírica es muy variable, abarcando desde formas asintomáticas o subclínicas, a formas colestásicas o fulminantes. Los síntomas y los signos son comunes para las distintas formas de hepatitis víricas y por tanto la clínica no permite hacer un diagnóstico diferencial entre ellas.
Los síntomas iniciales son inespecíficos, similares a los ocasionados por un proceso gripal, predominando la sintomatología general y gastrointestinal. Es frecuente que los pacientes refieran cansancio aumentado, falta de apetito, náuseas, vómitos, falta de sabor y de olfato, dolores musculares, articulares y febrícula. Todo ello puede ir acompañado en un porcentaje elevado de casos, pero no siempre, de la presencia de ictericia, que se distingue por la presencia de una coloración amarilla de piel y mucosas, acompañado de orinas muy oscuras (colúricas, por la eliminación de bilis) que orienta claramente hacia su diagnóstico.

¿Cuántas personas en España están afectadas por esta enfermedad? ¿Y a nivel europeo y mundial?

Es variable para cada tipo de hepatitis, pero afortunadamente su incidencia va a la baja.
Así para los casos relacionados con el virus de la hepatitis A, que predomina en niños y adolescentes por lo general, se sugiere una cifra aproximada de 1´5 millones de nuevos casos a nivel mundial. Aunque su distribución es universal, los países con peores condiciones sanitarias y socioeconómicas presentan una elevada prevalencia en comparación con los países desarrollados. Su vía de transmisión es la oral exclusivamente.
La incidencia de hepatitis aguda por el virus B ha descendido mucho en los últimos años en los países desarrollados debido a la aplicación de los programas de vacunación en la infancia. Así en USA su incidencia bajó un 80% entre 1.990 y 2.006, al igual que en la mayor parte de los países europeos y también en España. Se transmite por vía sanguínea y sexual.
Al igual que lo ocurrido con el virus B, se ha producido un notable descenso en el número de casos nuevos de hepatitis relacionadas con el virus C, que se estima de una reducción de más del 80% de los casos, desde los años 90, hasta la actualidad. Su transmisión al igual que el virus B, ocurre fundamentalmente por vía percutánea, aunque también puede ocurrir en menor proporción, por otras vías no percutáneas.

¿Hay personas con más riesgo de sufrir esta enfermedad?

Para los virus A y E, además de las poblaciones con bajo nivel socio-económico, los viajeros a zonas endémicas, personas que realizan prácticas sexuales de riesgo, usuarios de drogas por vía parenteral, receptores de hemoderivados (hemofilia), o cuidadores en contacto directo con enfermos de hepatitis A, personal de laboratorio y trabajadores de aguas residuales y con animales, especialmente con primates.
Para los virus B y D, las vías más importantes de transmisión son la sexual, la percutánea, la perinatal (de la madre al hijo en el momento del parto), la horizontal (transmisión entre niños bien en el ámbito familiar o escolar), transfusional (actualmente prácticamente nulo debido al cribado serológico obligatorio de donantes), nosocomial (en el ámbito de hospitales o instituciones cerradas, bien de paciente a paciente, de paciente a trabajador, o viceversa) y a través del trasplante de órganos.
La mayoría de los pacientes infectados por el virus C en Europa y Estados Unidos, adquirieron la infección a través del consumo reiterado de drogas por vía intravenosa, o a través de transfusiones de sangre o derivados, aunque esta última forma se ha eliminado gracias al cribado sistemática de los donantes. La infección nosocomial, en el momento actual es probablemente el mecanismo más frecuente de contagio y por el trasplante de órganos. En una proporción no despreciable de casos, no es posible identificar la existencia un claro factor de riesgo; la mayoría se piensa que han ocurrido a través de inoculaciones percutáneas inaparentes.

¿Qué pruebas se realizan para diagnosticar la hepatitis?

En todos los tipos de hepatitis aguda el diagnóstico se basa en la analítica que muestra unas pruebas hepáticas alteradas, con transaminasas muy elevadas junto con pruebas serológicas (anticuerpos específicos para cada tipo de virus) y virológicas (cuantificación de la carga viral mediante técnicas de biología molecular), ya que ni la clínica ni las alteraciones bioquímicas permiten hacer un diagnóstico diferencial preciso con otras causas de hepatitis aguda.

¿Cuál es el tratamiento para la hepatitis?

La hepatitis A es una enfermedad autolimitada, es decir, que no evoluciona nunca y es crónica; por ello, solo se realiza un tratamiento sintomático.
La hepatitis aguda B en adultos se cura sin secuelas en más del 95% de los casos, siendo solo necesario un tratamiento sintomático y en algunos pocos casos podría estar indicado el empleo de un tratamiento antiviral con Entecavir o Tenofovir.
A diferencia de lo que ocurre en otras hepatitis víricas, en la hepatitis aguda por virus C, la elevada tasa de cronicidad existente, hace que deba considerarse la posibilidad de un tratamiento antiviral. En pacientes con enfermedad sintomática, el tratamiento con interferón pegilado (IFN-Peg) ha conseguido altas tasas de curación (superiores al 85%), independientemente del genotipo viral.

¿Cómo se puede prevenir esta enfermedad?

En zonas geográficas donde la hepatitis A es endémica se necesitan mejoras higiénico-sanitarias, incluyendo la disponibilidad de agua potable. Desde 1990 se dispone de una vacuna altamente inmunogénica y eficaz indicada especialmente en grupos de riesgo.
Desde 1986 se dispone de vacunas muy eficaces frente al virus B. En España la vacunación universal en recién nacidos se incorporó en todas las Comunidades Autónomas desde el año 2002. Pese a ello, debe continuarse con la vacunación a personas pertenecientes a los grupos de riesgo que no hayan sido vacunados previamente.
Para la prevención de la hepatitis por el virus C, dado que aún no existe una vacuna ni una inmunoglobulina eficaz, solo se pueden aplicar medidas generales de higiene en general. El cribado rutinario de donantes de sangre y de órganos, las campañas de educación de los consumidores de drogas por vía parenteral, el empleo de métodos de barrera en las relaciones sexuales de riesgo, la adherencia estricta de las recomendaciones de asepsia en el ámbito sanitario, así como la utilización en el mismo de viales monodosis, son medidas imprescindibles para tratar de evitar la transmisión del virus de la hepatitis C.

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