Día Mundial de la Lucha contra la Depresión: cómo ayudar sin caer en tópicos

Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se celebra hoy, 13 de enero, hablamos con la Sra. Olga Albaladejo Juárez, especialista en Psicología en la Consulta de Psicología Olga Albaladejo.

¿Cuáles son las principales causas de la depresión?

El término depresión se ha generalizado hasta tal punto que constantemente oímos decir “estoy deprimido” o “depre”. Incluso cuando algo nos da pereza o no nos apetece nos referimos a ello diciendo que “da bajón” o “me deprime”. Todas estas expresiones aluden a elementos del espectro depresivo, pero no representan lo que los psicólogos diagnosticamos como depresión.

La depresión es una enfermedad y, por lo tanto, merece ser tomada muy en serio y no banalizarse. Para que realmente pueda diagnosticarse requiere de:

  • La combinación de una serie predeterminada de síntomas entre las que se encuentra el estado de ánimo deprimido percibido por uno mismo o por las personas cercanas, pero también otros tan variados como la pérdida de la capacidad para disfrutar o para dormir, o las variaciones de peso, o emociones como la culpa, o problemas cognitivos relacionados con la atención o la memoria.
  • El mantenimiento de estos síntomas a lo largo de un tiempo mínimo.
  • El conocimiento de la línea base anterior de la persona; es decir, cómo es habitualmente.
  • Poder asegurar que los síntomas no son debidos a una situación vital concreta como un duelo, u otra enfermedad, o a los efectos secundarios del consumo de ciertos medicamentos o substancias.

Así lo explica también la Dra. Mercedes Loro, especialista en Psiquiatría en el Centro Psikids, en la siguiente entrevista:

Dicho esto, la Sra. Olga Albaladejo explica que no hay una causa única conocida. El origen de la depresión es la combinación de factores biológicos (neurotransmisores, aminoácidos, hormonas, tóxicos, entre otros), psicológicos (creencias, recursos, estrés…) y sociales (muerte de un familiar, embarazo y parto, pérdida de algo querido…).

Por tanto, su diagnóstico es un proceso complejo que sólo debe ser realizado por el profesional competente: psicólogo o psiquiatra y desde una visión integrativa e integradora de la persona afectada.

¿Qué tipos de depresión existen?

Los profesionales trabajamos con dos guías de diagnóstico principalmente: CIE y DSM. Aunque los tipos de depresión reciben diferentes nombres, podemos clasificar las depresiones en función de su gravedad (desde mayor a leve) y por la fluctuación del estado de ánimo con presencia o no de síntomas psicóticos, de brotes de rabia, o de ansiedad. Mención aparte merece la depresión postparto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge con entidad propia.

Por mi parte, cuando comenzaba a pensar en estudiar Psicología, leí un libro de Wyne Dyer en el que aparecía una frase que ha marcado toda mi práctica profesional: “Si me etiquetas, me niegas”. Las etiquetas están bien para entender la mejor aproximación terapéutica a una enfermedad o sintomatología concreta y para hacer investigación.

No obstante, hemos de ser conscientes de que trabajamos con personas y en cada persona, no solo aparece una sintomatología particular, sino que esos mismos síntomas pueden significar distintas cosas. Solo si entendemos que tenemos delante a una persona podremos entender su depresión y ayudarla a salir de ella.

¿Cómo podemos detectar si nosotros o alguien de nuestro entorno puede estar sufriendo depresión?

Lo importante no es tanto detectar si alguien de nuestro entorno, o nosotros mismos, estamos deprimidos, sino si necesitamos ayuda profesional adecuada. Y digo adecuada, porque el consumo de antidepresivos y ansiolíticos está tan extendido que es difícil encontrar a quien no lo toma o lo ha tomado en algún momento de su vida. Y lo que es peor, prescrito por ellos mismos, por un amigo o familiar, o por un profesional sanitario no especialista. La solución de la pastilla resuelve, o no, los síntomas que tengo en este momento, pero en ningún caso resuelve la causa y, por tanto, cuanto menos, perpetua el problema.

Tampoco lo hará recurrir a conductas adictivas (videojuegos, juego, compras compulsivas) o al consumo de estupefacientes, alcohol o marihuana.

Siempre pongo por ejemplo que, si se rompe el grifo de casa, llamamos al fontanero. Es verdad que antes podemos intentar resolverlo por nosotros mismos, o llamar a nuestro amigo “el manitas”, pero si aun así el grifo gotea, no nos cuestionamos a quién llamar. Llamamos al fontanero que es el que sabe de grifos. ¿Verdad?

En este caso, el que sabe cómo ayudarnos…

  • si estamos tristes,
  • si todo nos da igual,
  • si nos enrocamos en pensamientos negativos o en conductas destructivas,
  • si de repente perdemos o ganamos peso,
  • si tenemos problemas para dormir,
  • Si estamos siempre cansados,
  • si nada nos viene bien… o nada nos va bien,

ese profesional que podrá ayudarnos, es un psicólogo/a.

¿Qué consejos puede seguir una persona que sufre depresión?

Vuelvo a diferenciar lo que es un estado de ánimo triste, desencantado o apático con lo que es estar enfermo de depresión (aunque suene extraño así dicho). Y si tenemos dudas, una vez más lo importante es acudir a un psicólogo para resolverlas.

Aun así, hay pautas generales a aplicar en ambos casos y no todas son aparentemente psicológicas o emocionales. Por ejemplo, cosas fundamentales y en las que nuestros familiares y amigos nos pueden ayudar son:

  • Asegurar una buena alimentación rica en los nutrientes que nuestro cerebro necesita para su correcto funcionamiento (aminoácidos, omegas, vitaminas y minerales).
  • Establecer unas pautas de descanso adecuadas, limitando los tiempos si la persona no quiere salir de la cama y mejorando las rutinas si tiene insomnio (oscuridad, silencio, horarios…)
  • Realizar algo de ejercicio diario (adaptado a las posibilidades de la persona): desde clases de yoga o fitness a levantar botellas de leche, o caminar por el pasillo.
  • Exponerse a la luz del sol cada día. Nada de oscuridad y ventanas cerradas.
  • Reír o sonreír cada día: conversando, con películas o series de risa, porque sí.
  • Rodearnos de las personas que nos quieren (aunque no nos apetezca ver a nadie y aunque sea en “pequeñas dosis”).
  • Mantener nuestra higiene diaria y la de nuestro entorno. Y si es posible, ponernos “guapos”.
  • Llevar un diario: dedicar un tiempo a escribir lo que nos pasa, cómo nos sentimos.
  • Organizar nuestro día incluyendo acciones que nos gusten. Tener un propósito cada día.
  • Meditar, rezar, leer, escuchar música. Dedicarnos espacios para estar y conectar con nosotros mismos.

Cómo ayudar sin caer en tópicos

Los familiares y amigos de las personas que sufren depresión pueden ayudar sin caer en tópicos del tipo “todo irá bien, anímate, etc.”.

Como explica la Sra. Olga Albaladejo Juárez, esto se puede conseguir teniendo en cuenta los siguientes consejos:

  • Evitando comentarios o promesas que no pueden cumplir, o que no depende de ellos. Precisamente el “todo irá bien”, “saldrás de esta” o incluso, “sé por lo que estás pasando.”
  • Sabiendo estar con la persona deprimida sin necesidad de llenar el espacio de palabras.
  • Preguntando “¿qué puedo hacer por ti?” o “¿cómo necesitas que te ayude?” y escuchando la respuesta para después actuar en consecuencia (en los márgenes de lo razonable).
  • Animándole a acudir a un profesional (en vez de quitarle importancia o apostar por cualquier otro tipo de soluciones mágicas).
  • Ofreciéndose a participar en la terapia si la persona deprimida y su terapeuta lo estiman oportuno, o incluso acudiendo ellos para aprender a ayudar.

¿Por qué seguimos dando poca importancia a la salud mental en todos los ámbitos? ¿Cómo podemos combatirlo?

Fue en época de Descartes cuando el mundo emocional se separó del racional. La mente para la ciencia, el alma para la Iglesia, como si de dos cosas distintas y escindibles se tratara. Hoy no hemos superado semejante acuerdo.

Pero soy optimista puesto que la pandemia, o la desesperación provocada, parece habernos hecho entrar en razón y ya hay un gran porcentaje de la población que entiende la importancia de cuidar la salud mental (¡aunque muchos lo recomienden para otros y nunca irían al psicólogo para ellos mismos!). Fue muy representativo el comportamiento de nuestros diputados cuando se inició en el Congreso el debate sobre la salud mental, aunque poco hayamos avanzado al respecto.

La OMS avisa de que los problemas de Salud Mental constituirán la verdadera pandemia de este siglo. No tengo todas las respuestas, ni creo que sean necesarias para empezar a aportar soluciones. Y tampoco creo que debamos esperar a que nadie nos las de. Cuidar de nuestra salud física y emocional es una responsabilidad personal no delegable. ¿Qué pasaría si cada uno hacemos de nuestra salud una prioridad desde ahora mismo?

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