Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) en el contexto de catástrofes naturales: el caso de la DANA
El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) es una afección psiquiátrica que puede desarrollarse en personas que han experimentado o sido testigos de un evento traumático. Los recientes temporales e inundaciones causados por el fenómeno DANA en Valencia y otras zonas de España han puesto en evidencia cómo los desastres naturales pueden desencadenar síntomas de TEPT en aquellas personas afectadas. En este artículo abordamos los efectos de catástrofes naturales en la salud mental y la importancia de reconocer y tratarlos en situaciones extremas como la actual. Además, el Dr. Marc Agraz, especialista en Psiquiatría, dará consejos sobre cómo afrontar el estrés, la incertidumbre y la falta (o exceso) de información ante esta trágica situación que está afectando a nuestro país.
Catástrofes naturales y posibilidad de que se desarrolle un TEPT
En el contexto de una catástrofe natural como la DANA, el TEPT puede desarrollarse no solo en personas que han experimentado directamente el desastre, sino también en aquellas que han vivido el suceso a través de la exposición indirecta, como familiares, trabajadores y voluntarios que estén colaborando en las labores de limpieza y ayuda. La situación de desastre puede, además, desencadenar síntomas de TEPT en personas que ya tenían experiencias traumáticas previas o problemas de salud mental.
La reciente situación en Valencia y alrededores, y todo lo que ha conllevado en cuanto a pérdidas materiales, evacuaciones y, lo más importante, pérdidas de vidas de familiares y vecinos, representa un evento traumático significativo. Estas experiencias pueden ser particularmente difíciles de procesar emocionalmente y, en algunos casos, llevar al desarrollo de TEPT, especialmente cuando la persona percibe la situación como una amenaza a su vida o bienestar.
Consejos a las personas de zonas afectadas: ¿cómo afrontar el estrés y la angustia?
La situación que están viviendo muchas personas es de supervivencia pura, no se trata solo de pérdidas materiales, en algunas áreas se han registrado también víctimas mortales, como se ha visto en los medios de comunicación. Además, muchas personas han sido desplazadas de sus hogares, enfrentando situaciones de insalubridad, malos olores, escombros por todas partes… Ante este caos es natural experimentar emociones intensas como pueden ser la desolación, la impotencia y la rabia. Para sobrellevar este estrés, aunque sea difícil en un ambiente tan hostil, se recomienda encontrar pequeños momentos de calma. Sabemos que será difícil practicar técnicas como la respiración profunda, que se recomendaría en otras situaciones, en un lugar donde los olores son insoportables y la realidad es devastadora.
Pero sí que es posible practicarla en esas áreas que no estén tan expuestas, ya que son técnicas que pueden ofrecer un breve respiro ante la situación. Otra técnica que también es muy recomendable es el Grounding, que consiste en centrar la atención en elementos muy concretos del entorno, observar objetos de alrededor… El objetivo es estabilizarse, aunque sea por instantes, minutos, pero eso va bien para generar pausas y pequeños momentos de calma dentro de todo el caos y el estrés.
Otro consejo que podríamos dar en una situación así es evitar mirar directamente a los cuerpos o escenas de destrucción, es decir, los cuerpos de las víctimas mortales. Eso ayuda a reducir el impacto visual y emocional de la tragedia, por esos recuerdos que puedan quedar ahí perennes a lo largo de la vida.
En estos momentos es también fundamental la labor de los voluntarios, no solo por su ayuda práctica sino porque su presencia y su apoyo emocional brindan un acompañamiento esencial. La ayuda psicológica, en muchos casos, aunque no sea profesional o reglada, al menos permite que algunas personas puedan compartir sus emociones y sentir que no están enfrentando esta tragedia en soledad.
Es fundamental que este apoyo de los voluntarios, del entorno, de la comunidad, esté también liderada por profesionales capacitados en crisis, psicólogos que están especializados en estas situaciones de crisis y emergencias. Eso es determinante para poder procesar el trauma de manera saludable.
Incertidumbre ante la desaparición de familiares y la falta de información, ¿cómo gestionarlo?
La incertidumbre en una situación tan extrema sin acceso a información clara y, en muchos casos, sin electricidad, es absolutamente devastadora. Muchas personas afectadas aún no saben qué ha pasado con sus seres queridos y esa falta de información genera una ansiedad inmensa y puede llevar incluso al bloqueo emocional. En áreas donde ha habido víctimas mortales esa incertidumbre se mezcla con el miedo, con la tristeza ante posibles pérdidas futuras… Para sobrellevarla se sugiere concentrarse en pequeñas acciones que estén bajo nuestro control. En medio de esta anarquía, de este caos que se está viviendo, puede ser útil centrarse en tareas muy inmediatas, como puede ser limpiar el barro, sacar agua de las viviendas y ayudar a quienes lo necesiten: contribuir a crear un sentido de comunidad.
Evidentemente, los pensamientos intrusivos aparecerán y vendrán pensamientos sobre esa incertidumbre, sobre ese anhelo de saber qué pasa con mis seres queridos... Aquí los voluntarios también desempeñan una labor fundamental y especial, así como los expertos, para coordinar y realizar estas tareas, a ofrecer ese apoyo en esos momentos de mayor angustia a las víctimas directas. Su presencia constante es un alivio emocional y una fuente también de seguridad en este caos, en esta confusión constante.
Por lo tanto, es recomendable mantener una rutina mínima, centrar la mente en este presente puede ayudar a reducir esta ansiedad. Aunque, evidentemente, solo sea por momentos. Además, si se puede, también intentar mantener el contacto con servicios de emergencias para incluso obtener esta información filtrada.
Y lo que es fundamental es no obsesionarse con buscar respuestas que tal vez aún no lleguen. Es decir, en estas situaciones es clave proteger la propia estabilidad emocional para poder seguir adelante.
El futuro: ¿qué secuelas puede dejar esta catástrofe de la DANA a corto y largo plazo? Desarrollo de un posible trastorno de estrés postraumático
Una catástrofe de esta magnitud puede dejar secuelas psicológicas muy duraderas. Las personas que han pasado por este tipo de experiencias, de catástrofes climatológicas, pueden desarrollar síntomas propios de lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático, como mencionábamos anteriormente. Hablamos de ansiedad, insomnio, pesadillas, estados de hiper vigilancia, flash backs constantes rememoratorios, incluso en algunos casos episodios de despersonalización donde la persona siente que la realidad a su alrededor es irreal o es distante, una sensación muy angustiante.
Estos síntomas iniciales son indicios de que el trauma está latente y es muy importante tratarlos de forma muy rápida para evitar que no se intensifiquen, que no vayan a más. Detectar estos síntomas a tiempo y buscar ayuda es esencial para que este estrés, que ahora está en fase aguda, no evolucione hacia un trastorno de estrés postraumático que tenga un patrón ya crónico o que se cronifique en el tiempo.
Por lo tanto, en esta fase aguda la intervención de profesionales, psicólogos y psiquiatras capacitados en crisis, es la clave. También la ayuda de voluntarios, pero, sobre todo, expertos pueden marcar una gran diferencia en el pronóstico de recuperación de este tipo de trastorno. Ese primer apoyo es crucial para estabilizar, para reducir el riesgo de secuelas graves futuras.
A medio largo plazo hará falta un apoyo emocional continuo, terapias como se ha demostrado la terapia cognitivo conductual o el EMDR son muy útiles para ayudar a estas personas a procesar el trauma y, por tanto, adaptarse.
Empatía con víctimas y familiares, ¿cómo ayudar desde “fuera”?
De cara a los familiares y amigos de las personas afectadas en estas zonas, es esencial comprender que están en un estado emocional extremo. Es probable que experimenten una montaña rusa de emociones: pueden pasar desde la tristeza profunda al agotamiento físico y emocional, la ira, la negación, la desesperación… y eso en un cambio constante de una emoción a otra. En casos donde ha habido víctimas mortales esta empatía es súper importante, ya que hay muchas personas que están lidiando con pérdidas irreparables.
Hay que evitar frases hechas, como “todo estará bien” o “al menos estás vivo”. Son frases que pueden resultar dolorosas e incluso vacías en esta situación. En su lugar, es mejor frases como “estoy aquí para ti”, “estoy aquí acompañándote”, “entiendo que esto es muy difícil”… que demuestran un apoyo más genuino. Este tipo de frases hacen una cosa tan importante en Psicología que es validar las emociones y los sentimientos, y acompañar. Además, ofrecer una ayuda práctica, realizar tareas cotidianas o a gestiones básicas de supervivencia puede aliviar esa carga física y emocional de quienes están en esa situación más crítica y directa.
Por lo tanto, recordar que el proceso de recuperación llevará mucho tiempo y adaptar el apoyo a las necesidades y emociones a la persona afectada en cada momento, en cada fase, será crucial para su sanación y paliación final, y la reinvención.
¿Cómo afrontar la sobreinformación que está habiendo en medios sobre la DANA?
En una situación extrema, la sobrecarga de información puede intensificar aún más la angustia. Es fundamental, en la medida de lo posible, limitar el tiempo de exposición a las noticias, establecer momentos concretos del día para para informarse, dosificando esa entrada de información.
Dado que muchas personas no tienen acceso continuo a medios de comunicación, por las circunstancias, y sin apenas electricidad, sin poder cargar los móviles, etc. es recomendable que aquellos que sí tienen acceso deleguen la tarea de recibir y filtrar esta información a una persona de confianza que funcione como un filtro previo. De esta manera se evita el enfrentamiento constantemente a detalles que pueden agravar el sufrimiento, que pueden revivir el trauma.
Además, es también importante, en la medida de lo posible, encontrar momentos de calma. Es importante realizar pequeñas actividades que puedan ofrecer cierta o breve desconexión en esta crisis. ¿Qué se permite así? Esos momentos permiten, de alguna forma, ayudar a reducir esa carga emocional e incluso permitir gestionar mejor el flujo de información futura.
Doom scrolling o consumo de noticias negativas sin parar, ¿cómo enfrentarlo?
Muchas personas no disponen de tiempo ni de dispositivos móviles en esta fase aguda, pero, cuando dispongan de ellos, hay que evitar el doom scrolling o tendencia a consumir noticias negativas sin parar. Eso es esencial para no caer en la desesperanza. Hemos de evitar todo eso que nos retroalimente negativamente o avive las emociones negativas. Estamos sobrados de emociones negativas, no podemos engendrar más y generar más. Por tanto, la recomendación es limitar sobre todo el tiempo a las redes sociales, limitar las notificaciones del móvil, evitar involucrarse en debates muy polarizados que lo que hacen es aumentar la tensión emocional y generar más crispación. No es el memento ahora. Si existe la posibilidad, lo que se comentaba anteriormente, delegar tareas a una persona que, o bien esté emocionalmente más estable, que eso pueda ser una forma de reducir la exposición a información que podría intensificar la ansiedad y el miedo.
Por tanto, es importante que estas personas que a lo mejor no son víctimas directas o que son voluntarios, que tienen una visión más externa, que no han perdido a seres queridos, que no han perdido posesiones, que no lo han vivido de primera mano, pueden ser figuras de filtro y regulación de esta información, lo que permite proteger la propia estabilidad emocional.
¿Puede que seamos mucho más conscientes del cambio climático, y que incluso se produzca un efecto de ecoansiedad?
Eventos esta magnitud pueden intensificar la ecoansiedad, este temor creciente hacia los efectos del cambio climático y nuestro impacto en el planeta. Para enfrentar esta ansiedad a veces lo que es útil es transformar la preocupación en acción: adoptar prácticas sostenibles, participar en iniciativas de apoyo ambiental… Lo que permite es canalizar un poco el miedo en algo positivo y constructivo que aplicas en el día a día. Pero, aparte de esto, es importante recordar que las catástrofes naturales no son exclusivas de nuestro tiempo. Han ocurrido a lo largo de la historia y, aunque pueden ser más frecuentes en ciertos contextos, siempre han estado presentes. El aprendizaje que podemos sacar todos es que es esencial contar con infraestructuras resistentes y con políticas de prevención.
Eso puede dar a la población en general, a todos nosotros, a la sociedad, esa seguridad de que existen unos sistemas para proteger tanto a las personas como los bienes materiales ante desastres similares que pudieran suceder en el futuro. La sensación de saber que estamos preparados como sociedad.
Saber que existen estas medidas de seguridad pueden reducir esta ecoansiedad y permitir enfrentar el día a día con más tranquilidad, incluso en un contexto de incertidumbre climática como en la que estamos en los últimos en las últimas décadas. Es importante, cuando hay un suceso de estas características, hacer autoaprendizaje, mejorar e implementar políticas de prevención o de ingeniería de infraestructuras que permitan que, si vuelve a suceder algo que es tan difícil de controlar, como es la madre naturaleza, al menos tener los recursos para evitar o para paliar unos efectos tan dramáticos como los que hemos vivido recientemente.