¿Qué es y qué trata la cardiología deportiva?
La cardiología deportiva es una subespecialidad de la cardiología clínica, que se dedica específicamente a la valoración cardiovascular, tanto del deportista competitivo como de aquel que hace deporte a nivel recreacional, que es prácticamente el 80% de las personas.
A su vez, también se dedica a aconsejar a aquellas personas que no tienen una experiencia deportiva habitual, pero que desean comenzarla.
¿Se trata entonces de una cardiología que se aplica a personas con problemas coronarios o a todo el mundo?
Toda persona que tenga una cardiopatía que quiera hacer deporte o empezar a hacerlo, necesita una revisión cardiológica clínica. Luego, en función del tipo de cardiopatía, las exploraciones y pruebas a realizar varían en función de cada persona.
De todas formas, en líneas generales, prácticamente hay muy pocas cardiopatías que impidan hacer deporte. De hecho, hay pacientes en lista de espera para trasplantes o pacientes trasplantados que pueden hacer deporte, es decir, no hay prácticamente cardiopatías que lo contraindiquen. Para la salud cardiovascular, generalmente es bueno hacer deporte.
Por otro lado, en personas que no tienen cardiopatías diagnosticadas, se aconseja revisión médica, especialmente a partir de los 40 años para identificar el riesgo cardiovascular individual, ya que es a partir de esta edad en la que aumenta la prevalencia de la enfermedad coronaria.
En casos de personas menores de 40 años, si existen antecedentes —ya sean por síntomas o antecedentes familiares— también se recomienda la revisión cardiológica.
¿Qué pasa si en una revisión se detecta algún problema?
Generalmente, en primer lugar, se realiza una entrevista clínica y una exploración en vista a identificar síntomas o signos sospechosos. Se completa el estudio con un electrocardiograma, analítica completa y, generalmente, también con una ecocardiografía, que permite observar directamente el funcionamiento del corazón. También en algunos casos se puede completar con una prueba de esfuerzo, que sirve para valorar la adaptación del corazón a una actividad física intensa. Con todo ello, se puede detectar si existe una cardiopatía en una única consulta, así como el riesgo cardiovascular de la persona.
En el caso que se detectara una cardiopatía, se ampliaría el estudio con otras pruebas en vista al mejor diagnóstico y tratamiento de la misma. En caso que no se detectase, se darían unas pautas y consejos sobre su prevención.
¿La muerte súbita afecta a niños o también a personas adultas?
Existen varias enfermedades del corazón que posibilitan la muerte súbita. La causa más frecuente de muerte súbita a partir de 40 años suelen ser lesiones obstructivas coronarias.
En gente más joven, es decir, desde adolescentes a los 40 años, existen otros problemas que pueden causar la muerte súbita, generalmente de carácter genético o cardiopatías congénitas.
En edades por debajo de la adolescencia, la muerte súbita existe, aunque es menos frecuente. De hecho, se considera que la muerte del lactante es una expresión de una muerte súbita, es decir, de una cardiopatía muy precoz que la ocasiona.
¿Cuándo y cada cuánto debería realizar una revisión cardiológica? ¿Qué problemas se evitan?
Nosotros, cuando realizamos el primer contacto con el paciente hacemos una valoración del riesgo cardiovascular, determinamos lo que conocemos como “edad biológica“. Por ejemplo, una persona de 50 años que no fume, tiene menos riesgo cardiovascular de una persona de 35 años que fume y sea obesa.
El riesgo cardiovascular no lo marca tanto la edad cronológica como la biológica. Una vez valorado el perfil de riesgo, se puede trazar un programa de seguimiento. Para una persona sana y con pocos factores de riesgo, se puede hacer una vez cada año o cada dos años.
Si se tiene más factores riesgo cardiovasculares, deben ser más seguidas. Por ejemplo, en pacientes obesos, diabéticos, deberían hacerse revisiones cada tres o seis meses, para vigilar y controlar estos factores que pueden degenerar en una enfermedad coronaria, como son el azúcar, el peso o el sedentarismo, por lo que hay que ser mucho más estricto con estos pacientes.
A modo de conclusión, los hábitos cardiosaludables y la actividad física general es una herramienta que todos tenemos en la mano y que pueden cambiar significativamente el pronóstico de cada uno, con un gran impacto en la calidad de vida y en salud. No hay ninguna cardiopatía que contraindique la actividad física, sino que la mejora.
Para más información, consulte con un especialista en Cardiología.