¿Qué es el glaucoma y por qué se considera una enfermedad silenciosa?
El glaucoma es una neuropatía óptica, es decir, una lesión en el nervio óptico, provocada por un aumento de la presión intraocular (PIO).
Existen ocasiones donde hay un aumento de la PIO, pero no hay lesión en el nervio óptico. Entonces no podemos hablar de glaucoma, sino de Hipertensión Ocular (HTO). En otras ocasiones, menos frecuentes, podemos encontrar una lesión del nervio óptico característica del glaucoma, pero sin estar elevada la PIO. Entonces hablamos de glaucoma de tensión normal.
Principales factores de riesgo del glaucoma
El principal factor de riesgo para padecer un glaucoma es la elevación de la PIO. Esta elevación de la presión intraocular (PIO) generalmente ocurre porque el líquido del ojo, llamado humor acuoso, encuentra más dificultad para salir por su camino natural, que es una estructura llamada trabéculo, ubicada en el ángulo entre el iris y la córnea.
Pero este no es el único factor de riesgo. Otros factores son:
- Edad: ser mayor de 55 años supone tener más riesgo.
- Raza: la raza negra, asiática o tener ascendencia hispana.
- Antecedentes familiares de glaucoma.
- Enfermedades, como diabetes, migrañas, síndrome de Raynaud o hipertensión.
- Grosor corneal reducido.
- Miopía o hipermetropía extrema.
- Trauma ocular o determinados tipos de cirugía ocular.
- Fármacos: los corticoides, sobre todo colirios, durante un tiempo prolongado.
¿Qué síntomas puede tener una persona con glaucoma?
El glaucoma agudo, poco frecuente, produce un dolor muy fuerte en el ojo, debido a la elevación marcada y rápida de la PIO. Es uno de los dolores más fuertes que se puedan sufrir y por eso, popularmente, se le llama “dolor de clavo”.
El glaucoma crónico, el más frecuente, no produce síntomas hasta estadios muy avanzados de la enfermedad. Es por ello por lo que se le llama “enfermedad silenciosa”. En estos estadios avanzados provoca una marcada reducción del campo visual, por lo que el paciente no ve por los lados o por las zonas superior o inferior del campo, manteniendo solo una visión central (visión en cañón de escopeta en estadios finales).
¿Cómo se diagnostica el glaucoma?
El diagnóstico de glaucoma se realiza, generalmente, midiendo la presión intraocular (PIO) y comprobando que está elevada.
Una vez que vemos que la PIO está elevada, tenemos que comprobar el estado de salud del nervio óptico, tanto en su estructura como en su función, para confirmar el diagnóstico de glaucoma o bien quedarnos en el diagnóstico de Hipertensión Ocular (HTO).
La exploración del nervio óptico se hace de la siguiente forma:
Valorando su estructura:
- Realizando una exploración de la papila mediante oftalmoscopia.
- Haciendo un estudio con Tomografía Óptica de Coherencia (OCT).
Valorando su función: se realiza un estudio del campo visual mediante Campimetría Computerizada, una prueba donde se presenta al paciente una serie de estímulos luminosos de intensidad variable por todo su campo visual y el paciente pulsa cuando ve estos estímulos.
¿Qué tratamientos existen para controlar el glaucoma?
Clásicamente, el tratamiento del glaucoma se divide en tres escalones; el tratamiento médico, el tratamiento con láser y el tratamiento quirúrgico, normalmente en este orden.
Tratamiento médico
Suele ser el tratamiento inicial, con fármacos hipotensores oculares que pueden tener diferentes mecanismos de acción: disminución de la producción de humor acuoso o aumento en su salida. Lo normal es empezar con un fármaco y, si no es suficiente, cambiar por otro o asociar un segundo fármaco. Se pueden ir asociando hasta cuatro fármacos, en dos o tres colirios, ya que algunos colirios llevan dos fármacos combinados, aunque lo ideal es llegar hasta tres fármacos, en dos colirios. Por encima de esto, habría que ir pensando en subir al siguiente escalón terapéutico.
Tratamiento láser
- Trabeculoplastia: este procedimiento utiliza un láser para mejorar el drenaje del humor acuoso a través de la malla trabecular, facilitando la salida del líquido del ojo. Puede realizarse con láser de argón o mediante una trabeculoplastia selectiva con láser, que es más precisa y menos invasiva.
- Iridoplastia: consiste en aplicar láser en la parte periférica del iris, ya sea en 180º o en 360º, para adelgazar el iris y ampliar el ángulo entre el iris y la córnea. Esto es útil en casos donde hay riesgo de que el ángulo se cierre.
- Iridotomía periférica: este procedimiento crea una pequeña perforación en la periferia del iris para prevenir el bloqueo pupilar, lo que podría causar el cierre del ángulo en ojos con ángulos estrechos.
- Fotocoagulación con láser diodo: se utiliza para tratar los procesos ciliares y reducir la producción de humor acuoso. Puede realizarse de manera transescleral o directamente con un endoscopio.
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico varía según las condiciones del paciente, el grado de avance del glaucoma y la experiencia del cirujano. Generalmente, se considera como la tercera opción en la escala de tratamiento, pero en algunos casos, puede ser la segunda o incluso la primera opción, dependiendo de la situación.
Las técnicas quirúrgicas principales incluyen:
- Cirugía penetrante, como la trabeculectomía, que crea un nuevo canal para drenar el líquido del ojo.
- Cirugía no penetrante, como la esclerectomía profunda no perforante, que es menos invasiva.
- Dispositivos de drenaje con tubo, que ayudan a liberar el exceso de líquido.
- Cirugía mínimamente invasiva para el glaucoma, que implica menor trauma y riesgo de complicaciones, aunque puede ser menos efectiva para reducir la presión ocular.
La cirugía mínimamente invasiva ha avanzado mucho en los últimos años, ofreciendo alternativas con diferentes mecanismos de acción. Algunos dispositivos generan una pequeña ampolla de filtración, mientras que otros no. En cualquier caso, es esencial acudir a un especialista en Oftalmología para valorar la situación.