¿Qué activa y mantiene la ansiedad?
El ser humano vive en constante interacción con su entorno, un medio que ofrece tanto oportunidades para satisfacer necesidades como amenazas que pueden poner en riesgo su bienestar.
Esta interacción continua requiere que las personas se adapten a su entorno, utilizando mecanismos que les permitan aprovechar las oportunidades y mitigar las amenazas. Uno de los sistemas más importantes para esta adaptación es la ansiedad, que actúa como un mecanismo de alerta y defensa, esencial para la supervivencia y la adaptación.
La ansiedad como sistema de alerta y respuesta
La ansiedad es un sistema de alerta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes. Nos prepara para enfrentar esos desafíos activando el organismo y poniéndonos en modo de alerta. La función principal de la ansiedad es movilizarnos ante una posible amenaza, real o imaginaria, para que podamos enfrentarla de manera adecuada. Según el tipo de amenaza, la ansiedad nos prepara para diferentes respuestas como:
- Luchar o enfrentar el peligro.
- Huir de una amenaza potencial.
- Evitar situaciones que tememos.
- Mostrar sumisión para neutralizar una amenaza social.
- Buscar apoyo o seguridad en los demás.
- Adquirir herramientas o conocimientos que nos ayuden a superar el riesgo.
Factores implicados en el origen y mantenimiento de la ansiedad
El desarrollo de la ansiedad como trastorno está influido por varios factores que se dividen en tres grandes categorías: factores predisposicionales, factores activadores y factores de mantenimiento.
- Factores predisposicionales: estos son factores biológicos y hereditarios que aumentan la probabilidad de que una persona desarrolle ansiedad. Incluyen aspectos genéticos y constitucionales, además de ciertos rasgos de personalidad que pueden ser resultado tanto de la biología como del aprendizaje. Aunque estos factores no determinan necesariamente que una persona padezca ansiedad, sí la hacen más vulnerable ante situaciones estresantes.
- Factores activadores: estos son los eventos o circunstancias que desencadenan la respuesta de ansiedad. Están relacionados principalmente con la percepción de amenaza, que puede variar de una persona a otra en función de cómo evalúen el riesgo y su capacidad para enfrentarlo. Dos tipos principales de problemas suelen activar la ansiedad: la posible interrupción de planes o deseos importantes, como aprobar un examen o conseguir un empleo, y el deterioro de logros ya alcanzados, como perder la salud o el trabajo. Además, otros factores como el estrés o el consumo de sustancias estimulantes también pueden activar la ansiedad.
- Factores de mantenimiento: cuando la ansiedad se convierte en un trastorno, ciertos factores contribuyen a su persistencia e incluso a su agravamiento. Por ejemplo, los problemas de salud derivados de la ansiedad pueden generar más ansiedad, creando un ciclo vicioso. Además, la prolongación de un estado de alarma constante puede desviar recursos atencionales y cognitivos, lo que afecta el desarrollo de otras actividades y puede generar nuevas fuentes de ansiedad. También existen estrategias ineficaces de afrontamiento, como la hiperventilación, que lejos de aliviar los síntomas de la ansiedad, los empeoran.
Estrategias de afrontamiento contraproducentes
Cuando una persona sufre de ansiedad, es común que intente diversas estrategias para regularla, aunque muchas de ellas resultan ser ineficaces o contraproducentes. Un ejemplo claro es la hiperventilación, una reacción que algunas personas tienen cuando sienten que les falta el aire. Este tipo de respiración rápida y superficial puede provocar una caída en los niveles de dióxido de carbono, lo que agrava los síntomas de ahogo, mareo y palpitaciones, intensificando aún más la ansiedad. Este tipo de respuestas, lejos de ayudar, perpetúan el problema y dificultan la recuperación. Es recomendable acudir a un especialista para que pueda indicar el mejor proceso a seguir en cada caso.