Prevención precoz de problemas de aprendizaje: lo que el tiempo se llevó

Escrito por: Dra. María Eugenia Russi Delfraro
Publicado:
Editado por: Yoel Domínguez Boan

A lo largo de vuestra trayectoria como padres, ¿cuántas veces habrás escuchado a profesores e incluso a psicólogos decir aquello de “el niño no tiene ningún problema de aprendizaje, solamente es inmaduro. Hay que darle más tiempo, ya madurará...”

¿Sabes cuántas veces lo he escuchado yo como neuropediatra? Lamentablemente, muchas, demasiadas. Y no únicamente en niños que todavía no han sido valorados por un profesional, sino en algunas ocasiones, incluso en aquellos que han sido diagnosticados.

Normalmente, el adjetivo “inmaduro” se utiliza como un termino no médico, impreciso, que no establece ni define la causa que lo origina. Normalmente, se utiliza este término para referirse a una persona que actúa como si tuviese una edad menor a la que realmente tiene, con conductas infantiles y que hacen que sea dependiente de otros adultos.

Inmanuel Kant, el histórico filósofo, define la madurez como la “incapacidad para utilizar la inteligencia propia sin la guía de otro”. Así, la inmadurez haría referencia a aquellos patrones de conducta que no son propios de la edad real y al nivel de inteligencia del menor.

Debe tenerse en cuenta que esta maduración de las distintas funciones cerebrales son esenciales para aprender correctamente. Así, las funciones que forman la inteligencia, modelan la conducta y regulan las emociones se alcanzan siguiendo una serie de patrones a lo largo de las distintas etapas evolutivas.

Un niño que, por algún motivo, no es capaz de seguir los procesos de aprendizaje al mismo ritmo de los demás, o que no se comporta o socializa como el resto de niños de su entorno, por definición, tiene un problema. En este contexto, la inmadurez no es una “variante de la normalidad” ni se corresponde con un término o diagnóstico médico concreto. Simplemente, será la consecuencia de un problema, que los profesores deben ser capaces de detectar para que los especialistas puedan diagnosticar.

En esta línea, ante todo aquel niño que presente las anteriores características, que parezca “inmaduro”, o si los padres o profesores detectan un comportamiento o un nivel de aprendizaje distinto al del resto de los niños, el primer paso será siempre preguntarse ¿por qué?

 

Problemas de aprendizaje
En ocasiones se confunde retraso madurativo con problemas de aprendizaje
 

 

 

Causas que influyen en el neurodesarrollo

Las razones pueden ser muchas y variadas, y será el especialista en neurodesarrollo determinar cuál es el motivo a la vez que plantea una solución al problema. Entre las causas más habituales, se encuentran las siguientes:

  • Trastornos específicos del aprendizaje: dislexia, discalculia, trastorno de la coordinación.
  • Trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH)
  • Trastorno del espectro del autismo
  • Retraso cognitivo

No se puede ignorar que entre un diez y un quince por ciento de los niños en edad escolar presentan algún tipo de trastorno del aprendizaje. Así, en una clase de 25 niños, entre dos y tres padecerán alguno de estos problemas. No obstante, antes de decir que un niño padece un problema de madurez, deben descartarse estos trastornos.

Sin embargo, ¿por qué no deberíamos esperar para actuar y solucionar el problema? En este caso, debe mencionarse la plasticidad cerebral en edades pediátricas, que ofrecen una oportunidad única de realizar un abordaje psicológico y/o pedagógico sobre las funciones cerebrales menos desarrolladas y que mejore el funcionamiento conductual, académico y social del niño. Tras este periodo de desarrollo, es posible que la oportunidad de cambiarla no llegue nunca.

En esta línea, “antes es mejor”. Debe quedar claro que las dificultades no desaparecen con el tiempo, sino que lo único que se consigue si no se actúa es poner en peligro el desarrollo social y emocional del menor que padece el problema.

Por Dra. María Eugenia Russi Delfraro
Neurología infantil

La Dra. María Eugenia Russi Delfraro es una reconocida especialista en el campo de la Neuropediatría; con una amplia experiencia en el diagnóstico y tratamiento del TDAH, los trastornos del aprendizaje (como la dislexia, la discalculia, la disgrafía, el trastorno del desarrollo de la coordinación, etc.), la neurología cognitiva y los diferentes trastornos del neurodesarrollo como el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF), o la discapacidad intelectual (DI). Asimismo, también es especialista en dificultades del aprendizaje derivadas de patologías neurológicas como la prematuridad, la epilepsia, los trastornos genéticos o el daño cerebral adquirido.

Cuenta con más de 15 años de experiencia en la profesión y una exhaustiva formación en diferentes campos de su especialidad, con numerosos cursos y titulaciones de postgrado adquiridas, como el Máster de Neurología Infantil otorgado por la Universidad de Barcelona (UB) o el Máster de Práctica Clínica en Psiquiatría del Niño y el Adolescente. Dedicando buena parte de su tiempo a la formación médica continua y a la actualización en el campo de la Psicofarmacología y especialmente en el tratamiento farmacológico del TDAH, realiza numerosos cursos de renombre internacional; como el "Curso de Formación Medica Continua en Psicofarmacología en Niños y Adolescentes" del Hospital General de Massachusetts, dependiente de la Universidad de Harvard.

A lo largo de su trayectoria profesional ha combinado su actividad médica en centros hospitalarios de prestigio con una extensa actividad docente, siendo al momento actual profesora del Máster de Neurología y de Neuropsicología infantil de la Universidad de Barcelona, e impartiendo charlas en diferentes ámbitos y cursos de actualización relacionados con su especialidad. Por otra parte, la Dra. Russi ha publicado numerosos artículos científicos y capítulos de libros sobre diferentes temas de Neurología infantil, y realiza una gran labor de divulgación científica mediante la elaboración de diferentes artículos de interés general.  

También es miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), donde forma parte del grupo de trabajo de TDAH, e integra el equipo de "Trastornos del Aprendizaje Escolar", de la Sociedad Catalana de Pediatría. 

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